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Opinión

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Mixtape: 40 años de Stop Making Sense de Talking Heads

La mítica película de los Talking Heads regresa a los cines. 

Stop Making Sense. Foto: Jordan Cronenweth / Cortesía A24

Stop Making Sense. Foto: Jordan Cronenweth / Cortesía A24

Stop Making Sense es el documento más cercano que tenemos para experimentar un concierto de los Talking Heads en la cima de sus poderes. Cuarenta años después de su estreno en salas cinematográficas, la película de concierto dirigida por Jonathan Demme regresó a las salas cinematográficas en todo el mundo de la mano de la productora A24.

El domingo 22 de septiembre, mientras se proyectaba el concierto de Juan Gabriel en el Zócalo capitalino, la célebre película de rock cerró las actividades de la primera Feria Mexicana de Audio y Música antes de su corrida en salas cinematográficas con la versión remasterizada en 4K y distribuida por A24 y Pimienta Films en México.

Stop Making Sense fue filmada en el Pantages Theatre de Los Ángeles entre el 13 y el 16 de diciembre de 1983 durante la gira de Speaking in Tongues. El director de fotografía, Jonathan Croneweth, utilizó 6 cámaras fijas, una Panaglide y una cámara en mano para capturar sobre el escenario a la alineación extendida de Talking Heads, integrada por David Byrne, Tina Weymouth, Chris Frantz, Jerry Harrison, Ednah Holt, Lynn Mabry, Steve Scales, Alex Weir y Bernie Worrell.

A diferencia de otras películas de concierto como The Last Waltz de Martin Scorsese, Stop Making Sense rompe con los clichés del formato en la pantalla y del concierto de rock. Hay muy pocas interacciones con el público. Tampoco hay entrevistas que rompan el flujo. La música y la imagen lo dicen todo y está diseñado para que tú seas el espectador en primera fila.

En su reseña del 21 de agosto de 1983, el periodista del New York Times John Rockwell describió a Talking Heads como “una gran banda de rock estadounidense, con una mezcla de intención artística y pasión populista que difícilmente se ha igualado”. La reseña sobre la presentación en el Forest Hills Tennis Stadium de aquella gira celebra los esfuerzos de David Byrne y compañía por montar un espectáculo visualmente fresco e infusionado con una conciencia artística, un elemento que lo ha acompañado hasta su más reciente American Utopia.

La película debutó en el festival de cine de San Francisco en abril de 1984 y se estrenó en Estados Unidos en octubre de ese año.

El artista cubano Pablo Ferro fue el encargado de hacer la secuencia de créditos inspirada por carteles que David Byrne vio en talleres mecánicos e iglesias en Nueva York. Ferro trabajó en las secuencias de créditos de Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb y A Clockwork Orange de Stanley Kubrick, Philadelphia de Demme, Midnight Cowboy, Beetlejuice y Men in Black.

En 1984 los fanáticos del rock pudieron disfrutar en cine los ridículos excesos del metal pesado de Spinal Tap, presenciar la semificticia fantasía de Purple Rain con Prince y la excentricidad de los Talking Heads y su Stop Making Sense.

“Ver a los Talking Heads es como mezclar un poco de rock ‘n’ roll con los videos de aerobics de Jane Fonda’s Workout”, escribió Roger Ebert en el Chicago Sun Times.

Stop Making Sense. Foto: A24

Aunque Ebert se lamentaba de que las películas de concierto se enfocaran únicamente en la música y en la fotografía. Pero la presencia física de Byrne era, desde su lente, el clímax.

“Al igual que [Bruce] Springsteen y Prince, [Byrne] sirve como recordatorio de lo amargadas, cansadas y extenuadas que se han vuelto muchas bandas de rock. A partir de Mick Jagger, los conciertos de rock se han convertido, para los intérpretes, en eventos deportivos tanto como espectáculos musicales y teatrales. Stop Making Sense lo entiende con gran exuberancia”.

La célebre crítica de cine Pauline Kael escribió en su reseña en el New Yorker el 26 de noviembre de 1984, que Stop Making Sense no es sólo “un concierto de rock sin el brillo del espectáculo, es una película de rock que no busca el brillo visual (…), pero en sus propios términos Stop Making Sense está cerca de la perfección”.

No importa si es la primera vez o la décima, Stop Making Sense sigue siendo una invitación a bailar y cantar con canciones que se han inmortalizado en nuestros recuerdos. Es dejarse contagiar por los ritmos hipnóticos de los Talking Heads que nos llevan a una experiencia epifánica desde un simple concierto de rock.

antonio.becerril@eleconomista.mx

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Coordinador de Operaciones Online. Periodista. Desde el 2019 escribe la columna semanal sobre música “Mixtape” en El Economista. Ha sido reportero de tecnología y negocios, startups, cultura pop, y coeditor del suplemento de The Washington Post y RIPE.

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