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Opinión

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¿Monstruos o simplemente hombres?

El surgimiento del movimiento #MeToo en 2016, generó un quiebre muy importante en la lucha de las mujeres contra el abuso sexual y la violencia que sufren de los hombres. Las redes sociales han sido indispensables para que este reclamo adquiera mayores dimensiones, visibilidad y costo para quienes incurren en actos de esta naturaleza.

Paradójicamente, en 2018 un centenar de importantes y destacadas mujeres francesas hicieron pública su posición sobre el #MeToo de Estados Unidos, argumentando que era una perspectiva un tanto exagerada, que incluso amenazaba con poner en el banquillo de los acusados las actitudes seductoras, naturales, de un hombre con una mujer.

Digo paradójicamente, porque justamente en Francia en las últimas semanas, explotó un caso de abuso sexual Dantesco. Aquí parece quedar muy lejos la realidad de la señora Giséle Pélicot de 72 años, que durante más de 10 años fue sedada por su esposo, que la comercializaba para que otros hombres la violaran. Tras décadas de matrimonio, la policía francesa descubrió por accidente lo que su esposo hacía con ella. El señor Dominique Pélicot, filmaba lo que sus clientes hacían con su esposa, mientras abusaban de ella, inconsciente. 51 hombres, de entre 26 y 74 años, enfrentan un juicio por violación, y lo que este monstruoso caso está dejando en evidencia, es que no hay muchas cosas que permitan distinguir a un violador de otros hombres. Sólo 14 de ellos han reconocido su responsabilidad, mientras que los otros se defienden, como si ella fuese la culpable.

Hombres, al parecer, “comunes y corrientes”, profesionistas exitosos, buenos padres, maridos cariñosos, esposos que ayudan con las tareas de sus hijos o en la limpieza del hogar, acudían al internet para contratar los servicios de Giséle, que su marido cobraba, sin que ella lo supiese.

Por azares del destino, en estos mismos días, también en Francia, se publicó el libro Triste Tigre, de la escritora Neiege Sinno, dando testimonio de los abusos sexuales que sufrió durante su infancia por su padrastro. Sinno vivió en Morelia, Michoacán, donde fue maestra de literatura 12 años, y hace apenas dos regresó a su país natal para que sus hijas vivieran en el País Vasco francés. “Tuve bastantes dificultades para publicar. Tardé un año en encontrar un editor y recibí 20 cartas de rechazo. Me decían que había muchos textos sobre el mismo tema”, afirma la autora.1

Me resulta bastante increíble y grotesco, que ante situaciones de esta naturaleza y la ola de opinión que han detonado, hombres en Francia se escuden detrás del hashtag #NotAllMen para tratar de deslindarse y defender lo indefendible. ¿Cuántos de ellos sienten que su integridad está amenazada? ¿Cuántos padecen las miradas de otras personas en la calle que los desnudan? ¿Cuántos temen ser violados? Esta falta de empatía masculina no es sino la ceguera de que el problema es real, generalizado, y es mucho más estructural y profundo de lo que reconocemos.

Los reporteros que cubren el caso Pélicot en Aviñón, describen cómo los acusados, que no se conocían antes, que se portan de manera respetuosa frente al juez, ahora se han hecho amigos, y en los recesos salen del edificio a fumar, a tomar un café y a compartir sus experiencias, “mofándose o minimizando” lo que ocurre; incluso increpando a los propios periodistas que narran lo que aquí describo.

Requiere un enorme valor enfrentar una situación de abuso sexual. Muchas veces las víctimas prefieren callar; denunciarlo implica riesgos, poner a la familia ante una crisis, hacer visible una situación que puede terminar por desmoronar un hogar, tener que probar lo que se sufre, cuando la palabra del abusador pesa más que la de la víctima. ¿Cuántas mujeres no optan por sacrificarse, callarse, resignarse, para no enfrentar aún más adversidades?

La doctora Claudia Sheinbaum ha dado un paso muy importante en la agenda feminista en México proponiendo la creación de la Secretaría de las Mujeres, que encabezará Citlalli Hernández, una mujer con una larga trayectoria en la lucha de los derechos humanos y de género. Los temas de la agenda pendiente son muchos y muy serios: feminicidios, trata, violencia sexual, discriminación, un salario diferente por un mismo trabajo, entre otros. Los casos de Giséle Pélicot y Neiege Sinno en Francia, son muestra de que incluso en sociedades supuestamente más avanzada las tareas para dejar atrás los peores rasgos del patriarcado son inmensas y requieren de una profunda transformación cultural.

1 Sinno, Neige, Babelia, El País, 21 de septiembre de 2024, pp. 2-3

Julio es egresado de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, con maestría en políticas públicas de la Universidad de Georgetown.

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