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Movilidad social, pobreza y vulnerabilidad
La movilidad social, definida como la dinámica de las entradas y salidas de pobreza de la población a lo largo del tiempo, permite conocer el cambio en la composición de esta última. Desde el CEEY realizamos este seguimiento mediante el Semáforo de movilidad social. Además, el Banco Mundial aborda este fenómeno en su reciente Informe de pobreza y equidad en México. Los datos indican que la caída reciente en la pobreza ha sido acompañada por una reducción considerable en la proporción de población en pobreza crónica (en condición constante de pobreza a lo largo de un año). No obstante, no se observan mejoras significativas en la población que experimenta pobreza transitoria (en condición de pobreza en algún momento en el transcurso de un año). Estos resultados señalan un reto crucial para México: garantizar que los avances temporales en el combate a la pobreza se consoliden de manera permanente mediante políticas que eliminen efectivamente las causas de la vulnerabilidad.
Una ventaja del uso del enfoque de movilidad social es que elimina el anonimato de la población en condición de pobreza recurrente, intermitente y ausente. Esto es posible hacerlo con base en los datos de ingreso laboral del panel rotativo de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Con base en el análisis de esta fuente de información, el informe del Banco Mundial arroja dos resultados importantes: en términos positivos, entre 2019 y 2023, la proporción de población en situación de pobreza crónica se redujo considerablemente de 29.3 % a 17.9 %. Lo anterior implica una reducción de una tercera parte. Sin embargo, durante este mismo periodo, la proporción de población que experimentó pobreza al menos una vez al año se mantuvo constante alrededor del 47 %. Esto implica que cerca de la mitad de la población mexicana sigue enfrentando pobreza transitoria de manera recurrente.
El riesgo de recaer en condición de pobreza se asocia con lo que el Banco Mundial denomina vulnerabilidad. Con base en el trabajo original de López Calva y Ortíz Juárez (2014), así como la actualización de Fernández, Olivieri y Sánchez (2023), el informe reporta una tendencia creciente de la proporción de la población mexicana vulnerable. En ese sentido, el reto pendiente se encuentra en acelerar la transición de población vulnerable a clase media consolidada, dado que aproximadamente el 40% de la población permanece vulnerable desde 2016.
Es esencial contar con mecanismos que permitan mantener a las personas fuera de la pobreza durante caídas temporales de sus ingresos laborales. Sin embargo, no basta con establecer únicamente políticas laborales activas. Como también señala el informe del Banco Mundial, existen riesgos de vulnerabilidad por factores climáticos como huracanes, sequías, inundaciones, olas de calor y deslizamientos de tierra. De ahí también la necesidad de concebir políticas de protección social que mitiguen los efectos de este tipo de choques.
En conclusión, para consolidar los avances en la reducción de la pobreza y eliminar efectivamente la vulnerabilidad se requiere una estrategia integral y multidimensional. Las políticas públicas deben abordar simultáneamente factores económicos, laborales y ambientales. Solo mediante intervenciones coordinadas y exhaustivas, capaces de reducir sistemáticamente las causas profundas de la vulnerabilidad, México podrá asegurar que los progresos logrados en materia de reducción de la pobreza sean sostenibles y permanentes. También será de esta manera como el país logrará constituir una tendencia positiva con efecto intergeneracional en materia de movilidad social, ya que, al alcanzar pisos de resultados de vida más altos, también se logrará reducir la brecha de oportunidades de las generaciones subsecuentes.