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Opinión

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La obligación fiscal de corregir gastos inútiles

@campossuarez

@campossuarez

Nadie que le diga cuál era el proceso de toma de decisiones durante el sexenio pasado le estará platicando la verdad, pero todo apunta a que eran actos de iluminación personalísimos del líder máximo. 

Muchos de los proyectos impulsados por el expresidente López Obrador tenían claramente la intensión de aquellos, muy contados, que, con acceso al oído presidencial, podían influir en el ánimo autócrata.

El ejemplo claro es la cancelación de la construcción del Aeropuerto Internacional de Texcoco, donde todas las huellas de lodo apuntan al constructor favorito, quien, casualmente, resultó el diseñador del proyecto del parche de la base militar de Santa Lucía.

Nunca les hicieron falta los estudios técnicos o de viabilidad, mucho menos los cálculos presupuestales reales, todo lo que se necesitaba era que cualquier mañana de aquellas se dictara desde la tribuna un hágase, y ya.

Y estamos ya desde hace algún tiempo en el pago de las consecuencias.

Algunas pueden parecer menores, como el capricho populista y autoritario de eliminar el horario de verano, porque había una cuenta política por cobrar.

Hasta otras que tendrán costos por pagar durante varias generaciones, como la destrucción del Seguro Popular, para crear al fracasado Insabi o la cancelación de compra de medicinas y vacunas.

No se puede regatear que en este sexenio hay cierto grado de sentido común, por ejemplo, con el anuncio de la reconversión de la central eléctrica de la CFE en Tula, Hidalgo, de combustóleo a gas natural.

Sin embargo, en otros temas críticos no ambientales, se nota una mano conocida que mece la cuna de las decisiones.

Pero hay otro factor que hace que el “segundo piso de la transformación” tenga que evaluar el costo de oportunidad de mantener la sangría de recursos públicos en los elefantes blancos del sexenio pasado.

Ese elemento decisivo es el erario. Toda esa carga de gastos son un lastre para poder aspirar a un regreso a los equilibrios fiscales que hoy ponen en duda la viabilidad financiera futura del gobierno mexicano.

Así que, con esa presión, hay que tomar decisiones, algunas tendrán que ser inevitablemente más visibles que otras.

Por ejemplo, la cancelación de ocho rutas de Mexicana de Aviación, resucitada por capricho presidencial, tenía que ser altamente notorio.

No sólo refleja que el carisma populista no sustituye un plan de negocios, sino que deja ver el fracaso de la lejana terminal aérea de Zumpango, Estado de México.

Mexicana de Aviación, la vacuna Patria, el Gas del Bienestar, los respiradores mexicanos, el Insabi, la mega farmacia. Una larga lista de fracasos muy costosos pagados con recursos públicos que hoy ya quedaron en el olvido.

Otros proyectos, que también son un fracaso, son mucho más difíciles de abandonar por el enorme costo que han implicado para las finanzas públicas. Sin embargo, con el paso del tiempo ese será su destino final, pero, por lo pronto, ahí estarán en la lista de los subsidios gubernamentales el Tren Maya, Dos Bocas o el AIFA.

La corrección presupuestal de estos lastres financieros será indispensable si se quieren salvar otras partidas de gasto y realmente recomponer las finanzas públicas. Y, evidentemente, tendrá que ser desde el mismo régimen.

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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