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Opinión

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Plan México, más que buenas intenciones

Hay que reconocer la firme intención de la presidenta Claudia Sheinbaum de estructurar un plan que fomente la inversión en México, al tiempo que busca incrementar la contribución de nuestro país en los procesos productivos que empresas mexicanas y extranjeras llevan a cabo en territorio nacional, así como contribuir a una creación de empleos mayor a la que ha experimentado la economía mexicana en los años recientes, y con ello, impulsar el crecimiento de la economía. 

Lo anterior está plasmado en el primer borrador del Plan México, tal como lo describió ayer la presidenta Sheinbaum en su presentación ante empresarios, rodeada de una buena parte de su gabinete. Respecto al documento que se presentó ayer hay varios aspectos que resulta importante comentar.

Desde mi punto de vista, lo más relevante es el claro protagonismo del Estado, no solo en la planeación, sino en la instrumentación de las acciones de política, pero también en la inversión en sí misma. Conforme a lo que señaló la presidenta Sheinbaum, el plan contiene metas ambiciosas, aunque yo las considero más que ambiciosas.

En primer lugar me referiré a lo que considero las grandes ausencias en el plan. Desde mi punto de vista, la ausencia más relevante es la de la visión de los consumidores, así como la de los contribuyentes. Porque el plan busca sustituir importaciones, a costa de incrementar los aranceles a la importación en algunos casos o a costa del uso de recursos públicos para que el gobierno incurra en compras de productos o servicios con mayor contenido nacional.

Como política industrial puede considerarse un aspecto positivo, pero ello no necesariamente es consistente con los objetivos de cualquier consumidor racional: obtener los productos que necesita para su subsistencia o actividades cotidianas a los mejores precios posibles.

Tal como lo leyeron bien varios medios internacionales, parecería más un guiño del gobierno de México al nuevo gobierno de Donald Trump en los Estados Unidos, para hacerle ver que México está dispuesto a tomar medidas para desplazar importaciones de Asia, principalmente de China.

Otro gran ausente, es cualquier referencia al papel central del ecosistema digital, entendiendo por éste a la infraestructura de conectividad, con banda ancha de alta velocidad, que requiere una nación moderna para impulsar tanto el desarrollo regional, como para incrementar el potencial productivo de sus centros manufactureros a partir de procesos automatizados que demandan enormes recursos de conectividad. Olvidar la relevancia transversal de este sector en un plan como el anunciado ayer, nos anticipa que es un plan deficientemente construido.

Ahora, de manera concreta me quiero referir a algunas de las metas. Por ejemplo, la relativa a la creación de 1.5 millones de empleos en el sector manufacturero entre 2024 y 2030. Es una meta deseable desde luego, pero lograr ese objetivo implica que al cierre de 2030 se registren poco más de 11 millones de empleos manufactureros. Ello significaría que tendrían que crearse empleos en este sector a una tasa promedio anual de 2.5%. El reto que enfrenta el “segundo piso de la Cuarta Transformación” es que durante el sexenio del presidente López Obrador la creación de empleos manufactureros creció a una tasa promedio anual de 1.2%.

Lo anterior significa que para que en 2030 pueda afirmarse que el Plan México fue un éxito en materia de creación de empleo, se deberán haber creado empleos manufactureros a un ritmo de crecimiento que equivale a poco más del doble de lo que logró López Obrador. Con el mal pronóstico que ya se tiene tan solo para el desempeño de la economía en este 2025, parecería que la meta es demasiado optimista.

Por último, el objetivo de que la economía mexicana pase a ser la número 10 a nivel mundial en términos del tamaño del PIB es en todo caso uno que no dice mucho para el bienestar de los mexicanos. Para que el plan pudiera considerarse más serio, el objetivo debería haberse planteado en términos del PIB per cápita, porque ello da una idea mucho más aproximada de qué tanto está mejorando el desempeño de la economía en beneficio de los mexicanos, que la promesa vacía de que México suba lugares en el ranking de tamaño de la economía.

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