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Opinión

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Plan México ¿Y la política aérea?

Ayer 13 de enero, se presentó el Plan México, una especie de Ante-Plan Nacional de Desarrollo con una serie de planteamientos que suenan muy bien y ojalá se cumplan, sobre todo lo que se refiere a poner a México entre el Top 10 de las naciones de desarrollo aeroespacial. Faltaría ver cómo va a ocurrir, pero por lo pronto se habla de incrementar un 15% el valor agregado nacional, lo cual supone un importante esfuerzo en desarrollar las cadenas de proveeduría y la certificación de sus productos, lo que hasta ahora ha impulsado de manera muy vigorosa la industria privada y en particular la industria extranjera establecida en México. 

También se menciona la inversión en aeropuertos, tanto pública como privada, que en muchos casos es urgente (por ejemplo, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México) y hasta donde hoy se puede ver, sería todo lo que se refiere a la aviación.

Es triste que hasta el momento no se haya hecho mención al transporte aéreo, ni a la política de Estado en esa materia que cada seis años nos prometen las administraciones de todo signo ideológico. Es más triste ver que ni siquiera se mencione entre las prioridades que el transporte aéreo es fundamental en tres importantes generadores de empleo y divisas: turismo, migración y comercio exterior. Pareciera que el transporte aéreo es un apéndice más, cuando hasta ahora ha suplido -sin ayuda, pero sin onerosas inversiones-, mucho de lo que se pretende con el transporte ferroviario de pasajeros.

Por otro lado, aunque se hable de inversiones en aeropuertos, hasta el momento no ha quedado claro para qué y en qué aeropuertos se pretende invertir. Es bueno que se atienda a una de las redes más importantes de terminales aéreas del mundo, pero sin una política pública o un plan sectorial sexenal, que impulse la conectividad aérea y el desarrollo de aerolíneas en sus respectivas vocaciones, no se logrará darle al país un verdadero impulso en este sentido y seguiremos teniendo aeropuertos y aeródromos regados a lo ancho y largo del país, sin rentabilidad y sin utilidad.

Es más importante aún que se hagan reglas claras para la operación de nuestras aerolíneas. Las troncales, las regionales, las alimentadoras. Las “legacy” y las de bajo costo. Necesitamos un plan real de crecimiento que permita “calentar rutas” que están abandonadas o de plano nunca han despegado, eso permitiría mucho del desarrollo regional que se pretende con los “polos del bienestar”: no hay mayor bienestar que tener trabajo con salario digno y servicios de buena calidad alrededor de las zonas que proveen empleo.

Esto le daría mucha viabilidad a las aerolíneas mexicanas, porque los mercados crecerían con la afluencia de pasajeros y ahí exactamente está la clave: sin pasajeros no hay aerolíneas, sin aerolíneas no hay aeropuertos. Es cuestión de que las prioridades se establezcan y que el Plan México realmente sirva, como dice ahí, para que el poder adquisitivo, el nivel de educación, salud y alimentación de los mexicanos se eleve y se tenga una economía que sirva a los habitantes de este país.

El papel (incluso la pantalla electrónica) lo aguanta todo. El gran reto será que el Plan México verdaderamente se lleve a cabo. Ojalá.

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