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Opinión

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Una política de Estado para la aviación

Una de las grandes necesidades que tiene la aviación mexicana, necesidad que data de muchos años, es tener una política pública que le permita perfilarse al futuro y prepararse adecuadamente para que México logre sus objetivos de crecimiento y empleo de calidad. 

Como contexto, vale decir que muchos países han realizado ese ejercicio y sus proyecciones son de 30 o 50 años hacia adelante, porque en el mundo aeronáutico, a pesar de lo cambiantes que son las economías, los plazos son largos, las flotas se renuevan con muchos años de antelación, los aeropuertos se construyen para que den servicio por décadas y los recursos humanos deben prepararse para mucho tiempo, previendo el futuro.

En ese sentido, lo primero que tiene que hacer el nuevo gobierno es preguntarse para qué sirve la Aviación. Y lo segundo, una vez contestada la anterior, para qué necesita México una industria de transporte aéreo. A partir de ahí es como sería posible perfilar una política de Estado que le permita al país aprovechar este medio de transporte que, contra lo que muchos creen, no es un sector “para ricos”.

Para empezar, el sector aéreo es un gran generador de empleos y de divisas. Soporta sectores que a su vez generan más empleos y más divisas, como es el turismo, el comercio, los negocios internacionales y el transporte de paisanos, o sea, los responsables de que este país tenga suficientes ingresos y oportunidades de crecer.

Ahora bien, ¿para qué más podría servir? Sin ir más lejos, para darle conectividad a reuniones apartadas del país. Hay lugares en la sierra donde no es posible llegar en otro transporte que el aéreo y conste que no estamos hablando de los grandes aeropuertos o de aeronaves comerciales, sino de pequeñas pistas y aviones chicos -conocidos como avionetas- que transportan personas en situaciones de emergencia o llevan ayuda en casos de desastre.

Otro tema interesante es que los aeropuertos son detonadores de crecimiento (alrededor de ellos se multiplican viviendas, escuelas, vialidades, etc.) y, bien gestionados, pueden ser un excelente vehículo de desarrollo tecnológico, económico y social.

Esta infraestructura y el plan estratégico podrían darle a México una ruta de nuevas inversiones y de capacidades logísticas que apoyarían mucho lo que se conoce como relocalización (nearshoring), con lo cual se pueden potenciar los tratados comerciales y aprovechar mejor las oportunidades de crecer en regiones que tradicionalmente han estado marginadas.

Desde luego que eso requiere visión de largo plazo y capacidad de gestión. Hoy el Estado mexicano posee infraestructura aeroportuaria y hasta una aerolínea que aún no tiene clara cuál es su vocación. Para esta empresa, Mexicana, podría haber un gran plan de conectividad desde y hacia los pequeños aeropuertos alejados de las grande urbes, que requieren atraer inversiones, centros industriales y tener intensa comunicación con otras regiones del país.

Hay oportunidad en turismo en diversos puntos del país, baste saber que México tiene la tercera o cuarta red aeroportuaria más importante del mundo y que su flota áerea privada es la segunda a nivel global. Es decir, hay mucha tela de donde cortar. Y habrá que incluir al sector aeroespacial que también requiere acciones que lo posiciones en el Top 10 (estamos a tres lugares). ¡Urge actuar!

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