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Opinión

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La presidenta Sheinbaum

El hecho de que Claudia Sheinbaum sea la presidenta de México es un hecho histórico desde que se trata de la primera mandataria de la historia del país. Eso ya dice mucho de su propia capacidad y de lo que México ha cambiado. Se trata de un inicio de gobierno que genera optimismo por varias razones. Una importante es que durante la campaña y en el periodo de transición se ha mostrado claridad con respecto a lo que se requiere por avanzar y en lo que se debe conservar. Esa es la razón de su triunfo tan contundente, se ofrece una propuesta de gobierno pertinente, que le hace sentido a la ciudadanía, a cargo de una líder que genera confianza y que ya ha demostrado capacidad en el gobierno. 

Los objetivos son ambiciosos, pero viables. Mantener las finanzas públicas sanas, mejorar la recaudación vía mejor fiscalización, incrementar el contenido nacional de las exportaciones, invertir en infraestrutura de transporte y logística, con participación pública y privada, continuar con los aumentos del salario mínimo, consolidar los programas sociales, desarollar innovación tecnológica, detonar la producción de vivienda, atraer la inversión producto de la relocalizacion, invertir en energías limpias, incorporar a las pymes a las grandes cadenas de valor son algunas de las principales metas de política económica del nuevo gobierno. Para cada uno de esos temas existen propuestas claras y un camino para lograrlas.

México tiene la oportunidad real de consolidar un periodo de estabilidad política, económica, de crecimiento y de distribución del ingreso. Poder crecer y generar riqueza, pero que esta se distribuya mejor por medio de programas sociales, pero también de mejores salarios y derechos laborales, desarrollo en el sur, pymes sólidas, acceso a vivienda, una formación educativa sólida, inclusión financiera, oportunidades reales de movilidad y la eliminación de las brechas salariales de género. La propuesta central de la presidenta Sheinbaum, la de la prosperidad compartida, es la de utilizar los instrumentos del Estado y la coordinación con los privados para crecer para que muchas y muchos más puedan participar de los beneficios de lo que se genera. Esa es la diferencia fundamental entre la propuesta neoliberal y la de Sheinbaum, es posible y necesario crecer, eso requiere de inversión, comercio y regulación adecuada, pero también de acciones que permitan distribuir la riqueza desde el momento en el que se genera y, después, por medio de programas públicos de apoyo social.

Licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), cuenta con una Maestría en Política y Gestión Pública por la Universidad de Essex, Reino Unido y un Doctorado en Administración y Gerencia Pública por la Universidad de York

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