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Pugnas de poder
Estados Unidos ha perdido parte de su poder global, y con Trump ha adoptado políticas transaccionales que generan conflictos. Mientras China, Rusia e India avanzan, México necesita inversión en infraestructura y capital humano para aprovechar oportunidades económicas.

Estados Unidos ha sido por mucho tiempo un país en donde prevalecen el poder y el éxito. Contribuyó a ello su relativa uniformidad racial, sus grandes recursos naturales, su capacidad industrial y tecnológica, la creación de una sociedad de clase media que permitió la igualdad de muchos y la exclusión del resto. También ese poder explica sus aventuras coloniales.
Fueron notables en el siglo XX las contribuciones de los presidentes Franklin D. Roosevelt y Lyndon B. Johnson, que dieron a la sociedad seguridad económica.
Todo cambió. Estados Unidos ya no representa el 50% del PIB mundial como fue cuando se terminó la Segunda Guerra Mundial. Ahora es del 18%. Si bien alto, hace relativo su poder.
Con Trump, la política exterior de EU ha sustituido principios de cooperación y solidaridad por relaciones transaccionales. Amenaza para obtener lo que quiere. Ha adoptado, al igual que Putin, lo peor del capitalismo: el Estado-empresa, en donde los trabajadores son insumos y los consumidores compran bienes y servicios.
Trump ha creado conflicto con la Unión Europea, que es modelo de paz y estabilidad. Quiere debilitarla en defensa, comercio y energía. Ignora la posición de la UE respecto de Ucrania y no la consultó sobre la aplicación de aranceles al hierro y al acero, y próximamente a chips, autos y productos farmacéuticos. Ahora los países afectados están diseñando medidas de represalia. Se repite la historia de la guerra de aranceles que condujo a la Gran Depresión en el año 29 del siglo pasado. Además, Trump está apoyando a la extrema derecha en Alemania para ganar las próximas elecciones. El efecto de todo esto en Estados Unidos ya llegó. Los consumidores, ante el temor de alzas de precios, se apresuran a comprar, especialmente alimentos no perecederos.
Dice Katharina Pistor, de la Universidad de Columbia: “El Consenso de Washington promovió la eficiencia del sector privado, pero el gobierno de Trump lleva esta idea al extremo, al entregar el poder a empresarios, lo que podría minar la democracia y reforzar el control corporativo”.
En otra parte del mundo, se fortalece la alianza por conveniencia entre China, Rusia, Corea del Norte e Irán. Cierran filas para enfrentarse a Occidente, ello independientemente de la estrecha relación entre las empresas de esos países con las de Occidente. Por muchos años, China ha exigido a las empresas foráneas que se asocien con fabricantes nacionales a cambio de acceder a su amplio mercado. Estados Unidos y China compiten por controlar el diseño, desarrollo y producción de tecnologías críticas como semiconductores, inteligencia artificial y computación cuántica.
Trump y Putin están definiendo sus intenciones sobre Ucrania, frente a la moderación de la UE, excepto Alemania y Polonia, que abiertamente están apoyando la soberanía de Ucrania y su gobierno. A Putin no le interesa la paz porque es la forma de mantenerse en el poder.
India, que será este año el país con el mayor crecimiento económico por sus inversiones en activos fijos de empresas nacionales y extranjeras, así como su impulso a los servicios, es la sexta economía mundial y tiene fuertes lazos de interdependencia con China y Rusia.
En este contexto de complicaciones, México quiere avanzar. Para tener acomodo en el proceso de relocalización industrial, que hasta ahora está ofreciendo grandes oportunidades, se necesita una promoción industrial asociada a la construcción de infraestructura, apoyo tecnológico avanzado e inversión en capital humano, salud, educación, seguridad social y vivienda. Ello para tener las condiciones propicias para la inversión foránea. No hay felicidad con costo cero.