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Opinión

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Las razones de Bezos y The Washington Post

El viernes pasado causó revuelo en Estados Unidos, y en muchos otros lados desde luego, la decisión del prestigiado periódico The Washington Post de no respaldar a ninguno de los dos candidatos a la presidencia de ese país, por primera vez desde 1976 cuando anunció su apoyo al entonces candidato del Partido Demócrata, James Carter, que a la postre se convertiría en el trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos. A raíz de esta decisión, algunos medios reportaban que para ayer por la tarde, cerca de 200 mil suscriptores de este periódico propiedad desde 2013 del también propietario del gigante Amazon, Jeff Bezos, habían cancelado su sucripción. Es un número enorme, que representaba ayer ya el 8% de la base de 2.5 millones de suscriptores que reportaba hasta el viernes The Washington Post. 

La decisión -polémica para muchos-, ha provocado también gran revuelo en la redacción de este medio, al grado que algunos columnistas han renunciado al diario, al igual que algunos escritores que han renunciado a su comité editorial. Gran parte del escándalo que se ha ocasionado obedece al pésimo timing que eligieron Bezos y su equipo editorial para adoptar esta muy relevante decisión y para hacerla pública.

La decisión fue dada a conocer mediante una columna escrita por William Lewis, CEO y Editor de The Washington Post, quien sin mayor preámbulo adelantó la decisión en la primera oración de su pieza editorial, para después narrar cómo antes de 1976 este diario no acostumbraba respaldar a candidato presidencial alguno. Después del tumultuoso fin de semana, ayer por la tarde apareció en el portal de este medio un artículo firmado por Jeff Bezos en el que expone la lógica de la decisión de no respaldar ninguna de las opciones, pero donde reconoce la mala planeación en la que incurrieron para comunicar la decisión y lo que él denomina una desafortunada concidencia al hecho de que el CEO de la empresa Blue Origin, también propiedad de Bezos, se hubiera reunido con Donald Trump unas horas después de que la noticia fue dada a conocer.

La oportunidad de la decisión, a 11 días de la elección, sin duda seguirá siendo analizada aún después de la jornada del 5 de noviembre. Mas no se debe subestimar la lógica expuesta por Bezos en su artículo, que de manera señalada comenta un aspecto central que se observa hoy en día en el ecosistema mediático, sí en Estados Unidos, pero también en muchas otras partes del mundo: los medios tradicionales, como la prensa escrita, la radio y la televisión, viven una encrucijada ante el desafío para mantener la preferencia de sus respectivas audiencias.

El problema es que el frenesí bajo el que vivimos todos en estos días, influenciado por el avance tecnológico y la posibilidad para que miles, si no es que millones de personas, consideren que pueden convertirse en una alternativa informativa, potenciado además por el sueño de muchos de convertirse en influencers que, en función de la viralidad de sus contenidos, puedan generar cuantiosos ingresos, que combinado con el apetito generalizado para poder conocer con carácter de inmediato cualquier suceso relevante, ha provocado que las audiencias no valoren como antes la seriedad de los medios informativos tradicionales, con sus equipos de reporteros, de investigación, de redacción, de fotografía o videograbación, además de sus humoristas o moneros, como los llamamos en México.

Esa circunstancia, lamentablemente ha sido terreno fértil para la propagación de noticias falsas y de articulación de narrativas que han ocasionado daños considerables en la arena política en muchos países, México entre ellos, porque han favorecido la aparición y consolidación de las opciones populistas que se han dedicado a seducir a millones de personas, que han optado por darle credibilidad a la información que se difunde sin mayor rigor periodístico.

A esa desafiante realidad es a la que se refiere Bezos. El reto para los medios tradicionales es lograr surcar las aguas agitadas que el apetito por la inmediatez y los avances tecnológicos, vitaminados ahora por las herramientas de inteligencia artificial, han ocasionado. No se trata de ser menos rigurosos, sino de encontrar la forma de que la audiencia valore mejor las piezas informativas sólidamente construidas.

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