Los riesgos del comercio electrónico

En los últimos años, el comercio digital ha crecido a una tasa extraordinariamente superior a la del comercio tradicional. Esa tendencia sufrió una aceleración aún mayor a partir de la pandemia, que obligó a muchas empresas que no contaban con plataformas de venta online a crear ese canal de venta y, simultáneamente, a que grupos de cientos de miles de consumidores, que no habían utilizado mecanismos de compra online, probaran por primera vez ese canal de venta y en muchos casos se habituarán a utilizarlo como su canal de consumo preponderante. 

En muchos casos, incluso ese impulso a la venta digital y la utilización de plataformas de comercio en línea, provocaron en ciertas personas un comportamiento compulsivo de compra, que con frecuencia generó un efecto negativo sobre sus finanzas personales y del hogar.

En adición a lo anterior, se ha detectado que la comunicación y comercialización de productos en línea ha generado lo que hoy se conoce como “patrones comerciales obscuros”, que hace referencia a las prácticas mediante las cuales las empresas utilizan mecanismos perjudiciales para los consumidores y que tratan de manipular agresivamente y de forma poco ética el comportamiento de los consumidores, lo que puede llevar a patrones tanto de compras no deseadas, de afectación a la privacidad de los datos de los consumidores y, en muchos otros casos, a publicidad negativa, ventas con información imperfecta o francamente engañosa.

La OCDE publicó una nota titulada Stronger consumer protections needed to address current and emerging harms consumers face online, en la que señala que, a partir de encuestas desarrolladas con 35,000 personas en 20 países encontró una serie de mecanismos que afectan a los consumidores en las transacciones online.

A partir de ello, generó una serie de recomendaciones orientadas a crear mecanismos justos y mejores prácticas, tanto de negocio como de mercadotecnia; que reflejan algunas de las preocupaciones de prácticas recurrentes en el comercio digital.

Entre los temas que se abordan en estas recomendaciones, están las que se refieren a las prácticas mediante las que las empresas llevan a cabo una inadecuada representación, omisión o franco engaño de los términos tanto del producto y servicio, como de las condiciones de la transacción, lo que frecuentemente lleva a información imprecisa sobre los costos del producto o servicio o de otras comisiones ocultas asociadas, que pueden representar un porcentaje importante adicional del valor de la transacción.

Asimismo, existen recomendaciones orientadas a evitar que las empresas generen mecanismos de navegación durante la transacción, que provoquen que la persona que cree que aún se encuentra explorando la posibilidad de la compra, ejecute ésta sin haber tomado debidamente elementos de decisión y de información.

También se refieren a los mecanismos en que incurren ciertas empresas que llevan a la recolección indebida y desinformada de datos, inclusive en algunos casos biométricos de los consumidores, que son posteriormente utilizados para fines no revelados o incluso ilegales, afectando tanto la seguridad personal como financiera de los consumidores.

Hoy, la inmediatez de las transacciones digitales y las distintas plataformas que ofrecen anuncios sobre productos y servicios, hace que sea necesario que, desde la autoridad, se tomen medidas para impedir acciones que dañan a los consumidores. Pero también se requiere un ejercicio de responsabilidad e información personal, que haga que como consumidores, seamos capaces de entender las implicaciones tanto de las transacciones que realizamos, como de la información que compartimos en línea, para velar de manera directa por nuestra propia seguridad y estabilidad financiera.