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Cuando la salida fácil te genera un problema mayor
A lo largo del camino me he topado con las experiencias de muchas personas que han tomado soluciones que se han convertido en un problema mayor.
Un ejemplo muy frecuente son las personas que piensan que las tarjetas de crédito son para emergencias. No se ocupan de ahorrar ni hacer un fondo para eso. Simplemente, cuando viene un imprevisto, utilizan el plástico.
El problema viene cuando se trata de un monto elevado: no están preparados para enfrentar, en ocasiones, ni siquiera el pago mínimo exigible. Les cambia la vida. Todo por buscar atajos.
Lo mismo pasa con las personas que piden un crédito para pagar otros. Piensan que el simple hecho de “consolidar” sus deudas les va a sacar del problema.
La consolidación cuando está hecha de manera inteligente sí puede ayudar, pero tiene que estar acompañada de un cambio en los hábitos de consumo y la forma de manejar el dinero. Porque de lo contrario, se convierte en un alivio temporal, pero el problema se termina haciendo mucho más grave.
He visto varias veces gente que pide un crédito de consolidación, con mensualidades más bajas y manejables. Esto alivia la presión sobre su flujo de efectivo. Saldan sus tarjetas pero las siguen utilizando como antes. Deben el crédito de consolidación, pero también a sus tarjetas. Al final terminan más endeudados que como empezaron. Es como tapar un hoyo para hacer otro más grande.
Lo interesante es la psicología que está detrás de eso. Alguna vez un lector me escribió porque quería “consolidar sus deudas”. Pero ningún banco le quería prestar. Buscó opciones en instituciones de préstamos de persona a persona, pero también fue rechazado.
Para ese lector, las instituciones financieras tenían la culpa. Me escribió: “Si no me prestan, ¿cómo quieren que les pueda pagar?”
Una vez un familiar que era desordenado con sus finanzas, decidió cambiar la póliza de su coche a cobertura limitada. Le preocupaba el robo, pero no tanto un accidente, porque él manejaba muy bien.
Literalmente días después tuvo un percance en una esquina. A él le pegaron. No voy a entrar en detalles, pero al final las aseguradoras acordaron que cada quién con su daño. Seguramente porque eso era lo que más les convenía.
En otras palabras, mi familiar se tuvo que comer el daño. Su auto tuvo un daño estructural que resultó en una pérdida total.
El “ahorro” en el costo de su seguro por el cambio de cobertura amplia a limitada le representó un problema mucho más grande.
Ejemplos como estos tengo muchos. En finanzas personales hay un montón de estrategias que pueden ayudar si se hacen bien. Pero también hay muchos atajos y salidas rápidas que más que ayudar, pueden hacer el problema más grave.
Mucho de esto tiene que ver, tristemente, con la mentalidad de las personas. Con la forma como ven su propia situación y la manera como se relacionan con el dinero.
Hace tiempo un amigo, colega, con una posición directiva, que conozco desde hace muchos años, me llamó para pedirme referencias sobre una “reparadora de crédito” que había contactado. Estaba por firmar el contrato.
Hablamos por más de dos horas. Me dijo básicamente que estaba ahogado en deudas y ya no podía pagar. Al principio no me lo podía creer. Hasta que me platicó que entre lo que les costaba el club, las escuelas y actividades de sus hijos, los pagos de las tarjetas y el crédito de la camioneta de su esposa, que además había dejado de trabajar, le significaba mucho más de lo que él ganaba al mes.
Estaba a punto de recibir su bono anual, pero eso no le serviría para saldar sus tarjetas de crédito. Entonces para él era mejor dejarlas de pagar, usar a la reparadora y tratar de negociar un descuento. Así podría, en su mente, mantener su nivel de vida y actuar como si nada hubiera pasado.
Le expliqué las consecuencias que tendría esa decisión. Le hice ver que estaba usando sus tarjetas de crédito para vivir más allá de sus verdaderas posibilidades y que ese era un problema que también tendría que afrontar. Además le recordé que en el sector financiero, en puestos de toma de decisión como el suyo, el historial crediticio en ocasiones se toma en cuenta.
Afortunadamente me escuchó y entendió que en su caso, la “salida fácil” podía generarle, a la postre, un problema mucho mayor. Le costó mucho trabajo, pero logró darle la vuelta a su situación.