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Tu salud financiera durante El Buen Fin (Parte 1 de 2)
La gente que me ha leído a lo largo de los años sabe bien que no me encanta “El Buen Fin”, “Black Friday” o eventos similares. Los considero un engaño, una trampa para nuestra salud financiera y he visto, de primera mano, cómo algunas personas se han endeudado más allá de su capacidad de pago.
Esto no quiere decir que no valga la pena aprovechar las promociones para hacer algunas compras planeadas. Por el contrario, yo he adquirido varios bienes de alto valor durante estos días de “ofertas”, sin excederme. La clave está precisamente en la planeación.
En otras ocasiones he narrado experiencias propias y ajenas durante “El Buen Fin”. En una ocasión, esperé la oportunidad para llevar a mi hija a comprar ropa. Fuimos a su tienda favorita, cuyos escaparates estaban forrados del logotipo oficial y prometían descuentos hasta de 70 por ciento.
La verdad fue una decepción. Sí había un pequeño rincón de “ofertas” con poca ropa, fea e incluso sucia, que seguramente no se había vendido durante el año. Es claro que la tienda se quería deshacer de ella. Pero todo lo demás estaba al precio normal. Ni siquiera una pequeña rebaja. Eso sí: todo se podía pagar a meses sin intereses.
Caminando por el centro comercial, principalmente grandes almacenes, te encuentras pasillos llenos de pantallas planas o bien paquetes con la pantalla y el home theater (además de algún otro regalo, como un tostador o un reloj despertador) a un precio atractivo y con posibilidad de pagarlos a muchas mensualidades sin intereses. Todos esos son objetos de tecnología anterior, que sobraron y han sido sustituidos por modelos nuevos, desde hace mucho tiempo atrás. No tiene nada de malo comprarlos, repito, cuando uno lo tiene planeado.
El problema es que mucha gente lo hace de impulso, porque “es mejor que lo que tengo hoy y además lo puedo pagar a meses”.
En este espacio también he relatado el caso de familias que cuando recibieron su estado de cuenta, semanas después del “Buen Fin”, se fueron para atrás porque la mensualidad que tenían que pagar por todas esas compras “a meses” representaba un porcentaje muy elevado del ingreso mensual familiar y se vieron, por lo tanto, en muchos problemas financieros. La emoción de las “cosas nuevas” se diluye en pocos días.
El estrés financiero resultante permanece por mucho tiempo. Hay que tomarlo en cuenta. También les he contado aquí algunas experiencias con compras en línea. Porque hoy también podemos tener esa experiencia en la comodidad del hogar y adquirir todo lo que nos gusta incluso con un sólo click. El comercio electrónico ha evolucionado mucho y también se ha especializado en manipular nuestras emociones. La comodidad y la conveniencia también pueden ser muy peligrosas.
Todo alrededor del “Buen Fin” está diseñado para crear una sensación de urgencia, haciéndonos sentir que debemos comprar ahora o perder una oportunidad única en la vida. Esta presión afecta nuestro juicio y nos lleva a tomar decisiones impulsivas y financieramente poco saludables. Es muy importante aprender a reconocer esto.
Por eso, la decisión de ir o no al “Buen Fin” la tomo mucho tiempo antes. Si necesito hacer una compra grande, la tomo en cuenta en mi plan de gastos y voy ahorrando para que, cuando llegue ese día, tenga el dinero en mano y no me tenga que endeudar (o bien, aproveche los meses sin intereses de una manera que no tenga impacto alguno en mi salud financiera, porque ya me había preparado). No compro nada más.
Entonces, aunque “El Buen Fin” y eventos similares pueden ofrecer oportunidades para adquirir ciertos productos a precios reducidos es importante abordarlos con mentalidad crítica. Como mencioné, la clave está precisamente en la preparación y en la toma de decisiones informadas, con dinero en mano. Cuando hacemos eso, protegemos nuestra salud financiera y además aprendemos a consumir de manera más responsable y sostenible.
En la próxima columna te daré algunas estrategias que puedes seguir para mejorar tus hábitos de consumo, no sólo durante “El Buen Fin” sino en tu vida en general.
Todo alrededor del “Buen Fin” está diseñado para crear una sensación de urgencia, haciéndonos sentir que debemos comprar ahora o perder una oportunidad única en la vida. Esta presión afecta nuestro juicio y nos lleva a tomar decisiones impulsivas y financieramente poco saludables. Es muy importante aprender a reconocer esto.