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Opinión

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Tu salud financiera durante El Buen Fin (Parte 2 de 2)

Recuerda que hacer un plan de gastos empieza simplemente por hacerte una sencilla pregunta, cada vez que recibes un ingreso: ¿Qué es lo que necesito que este dinero haga por mí, antes de que me vuelvan a pagar? Le das a cada peso que ganas un trabajo.

En la primera parte hice algunas reflexiones sobre la manera como “El Buen Fin” y eventos similares pueden afectar la salud financiera de las personas. Eso no significa que no debamos aprovechar las ofertas: el secreto está en la adecuada planeación. Lo que no queremos es tener una resaca o “cruda” que nos haga sentir mal durante buena parte del año. Como mencioné, la emoción de las cosas nuevas que adquirimos se diluye en pocos días, pero el estrés financiero permanece durante mucho tiempo. 

Yo también he padecido de ello. Poco tiempo después de que me casé, mi esposa y yo acudimos a una “venta nocturna” (todavía no existía “El Buen Fin”) y compramos una pantalla plana que estaba rebajada, a 15 meses sin intereses, además de otras cosas como regalos de Navidad. Fue literalmente una tortura. Aunque podíamos pagar la mensualidad, vivíamos al día y perdimos la poca flexibilidad financiera que teníamos.

Cuando finalmente terminamos de pagar esa televisión, sentimos un gran alivio, como si se nos hubiera quitado un gran peso de encima. Teníamos nuevamente cierta libertad para salir a cosas tan simples como el cine o de repente, ir a cenar fuera. Ella y yo nos dimos cuenta de que la “felicidad” que al principio sentimos al tener ese televisor, no se podía comparar con las restricciones que tuvimos que experimentar para poseerla. De hecho, disfrutábamos más esas salidas al cine y a conversar: simplemente añadían más valor a nuestra vida.

Con esas experiencias y a medida que seguía escribiendo y aprendiendo sobre el dinero, la falta de él y las emociones que nos produce, entendí que era mejor cambiar el paradigma de “comprar primero y pagar después” hacia el de “pagar primero y comprar después”. Eso incluye las compras grandes, poco frecuentes, como cambiar la lavadora, actualizar el celular e incluso cambiar de coche.

En esta columna he contado cómo compré mi primer auto a crédito, pero todos los demás los he adquirido de contado. ¿Cómo le hice? Cuando terminé de pagar ese coche, decidí seguir pagando una mensualidad, pero ya no a la financiera sino a mí mismo. Eso me cambió la vida. En tres años ya tenía dinero suficiente para cambiar de coche, pero no lo necesitaba (el mío estaba en perfectas condiciones). A través de mi plan de gastos, junto con mi esposa, redistribuimos parte de ese dinero acumulado hacia otras metas. Entre otras cosas, hicimos un viaje.

Entendimos que tener dinero ahorrado, junto a un plan de gastos, te abre muchas opciones. La clave es el plan (si no lo tienes, ese dinero se te irá en un abrir y cerrar de ojos y te lo gastarás en cosas que no aportan valor a tu vida).  Hoy en día no voy al “Buen Fin” a menos que sepa exactamente qué voy a comprar y lo haya considerado, meses antes, en mi plan de gastos. Aunque tenga dinero en mano para adquirir lo que necesito, sí utilizo los meses sin intereses, pero ya no me causan estrés porque el dinero está ahí (además de que me genera rendimiento y el usar mi tarjeta me permite tener un seguro de compra protegida, otro de garantía extendida y además de puntos de su programa de recompensas, que me han sido muy útiles).

Recuerda que hacer un plan de gastos empieza simplemente por hacerte una sencilla pregunta, cada vez que recibes un ingreso: ¿Qué es lo que necesito que este dinero haga por mí, antes de que me vuelvan a pagar? Le das a cada peso que ganas un trabajo.

Pero va mucho más allá. La mayoría de la gente, cuando hace eso, considera únicamente los gastos mensuales, pero se olvida de aquellos que son menos frecuentes (y que también suelen ser más grandes). Como por ejemplo, el predial, las inscripciones en escuelas, el dentista, las vacaciones, seguros o los regalos de Navidad. Por eso cada vez que suceden, se convierten en un problema.

Por eso es tan importante incluirlas en nuestro plan de gastos. De esta manera, las vamos “pagando” poco a poco (ahorrando) de tal forma que cuando se presenten, ya tenemos el dinero. Así dejan de ser un problema.

Lo mismo pasa con las compras grandes que uno a veces quiere hacer durante “El Buen Fin”, para aprovechar las ofertas. Es mucho mejor planearlas desde tiempo antes y tener el dinero para estas fechas. Así se convierten en una meta cumplida, en una fuente de alegría y no de estrés.

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Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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