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Opinión

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La Secretaría de Hacienda y sus retos

Al paso de los años desde que nuestro país se convirtió en una nación independiente, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público se posicionó en una especie de coordinadora del gabinete e incluso en ciertas etapas se le consideraba una vicepresidencia. Lo anterior puede incluso remontarse a la época de la colonia en donde por diseño, en la sede del poder central, el Palacio Nacional albergaba como hasta ahora, la oficina del presidente entonces virrey en la torre del extremo derecho viendo de frente y, el despacho del secretario de Hacienda en la torre izquierda que da a la Catedral Metropolitana y la calle de Moneda. En efecto, las arcas públicas tienen que estar a la mano del quien ostenta el poder legal. No obstante, es oportuno decir que, una cosa es que el Tlatoani, virrey o presidente (a) tengan cerca el tesoro y otra es que sean ellos quienes directamente lo manejen. En la historia reciente cuando los presidentes han sido quienes manejan directamente los recursos de los contribuyentes las cosas han salido mal. En la época de los presidentes Echeverría y López Portillo se decía que el dinero se manejaba desde Los Pinos entonces residencia del Ejecutivo Federal, los resultados los padecieron millones de mexicanos que de pronto amanecieron con una deuda impagable sobre sus espaldas. Una situación semejante se dio el sexenio del presidente López Obrador cuando tomo personalmente el manejo del dinero de los contribuyentes, el resultado fue crecimiento cercano a cero, el aumento en 7 millones de millones de la deuda cuando el histórico de 72 años acumulaba 10 millones de millones y, sobrecostos en los proyectos de infraestructura que impulsó.    

En la historia reciente las finanzas públicas han adquirido una especialización sin precedente, no son asunto de una oficina común de tesorería, requieren de una combinación entre el ejercicio de la política, honradez a toda prueba, habilidades técnicas para determinar las políticas de ingresos, los modelos recaudatorios y las políticas públicas a financiar, así como manejar los niveles de deuda tanto del sector externo como interno y la supervisión y regulación de todo el sector financiero que va desde bancos, aseguradoras, casas de bolsa hasta financiamiento para el desarrollo y Fintech. Sin embargo, la función más importante de la dependencia es: saber decir NO y hasta dónde un gobierno puede gastar. En México como en el resto del mundo, los gobiernos no tienen llenadera para gastar el dinero público, lo mismo puede ser armamento como en los países desarrollados como programas sociales en las naciones menos desarrolladas sin dejar de lado la principalísima función del estado que es el proveer de seguridad en la integridad de los gobernados y sus bienes. El actual gobierno tiene el reto de disminuir el abultado déficit que heredó, estimular el crecimiento que estructuralmente se dejó endeble con nivel cercano a cero y abastecer de recursos crecientes a los planes de gobierno, es el reto del segundo secretario de Hacienda de este gobierno, Edgar Amador Zamora.

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Doctor en Desarrollo Económico, Doctor en Derecho y Doctor en Historia del Pensamiento Filosófico Especialidades en desarrollo económico en Oxford University y en Economía Internacional en Georgetown University. Profesor en la Universidad Panamericana y la Ibero. Ha colaborado en la Presidencia de la República, el Banco de México, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público, fue Ministro de Asuntos Economicos de la Embajada de Mexico en EEUU (Washington). Autor de libros en Regulación Financiera, Historia Económica, Política Fiscal, Políticas Públicas y Ética.

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