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Opinión

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El secreto de la felicidad

¿Cuál es el secreto de la felicidad? A esta pregunta han tratado de responder durante décadas psicólogos, sociólogos, filósofos, especialistas de diversas disciplinas científicas, espirituales y no tanto. En este inicio de año, vale la pena reflexionar sobre este tipo de temas que rebasan lo cotidiano.  

Durante una convención de Grupo Elektra, tuve la oportunidad de escuchar a Daniel Gilbert, un psicólogo que ha dedicado gran parte de su tiempo a estudiar qué hace feliz a la gente. Las conclusiones que presenta nos obligan a repensar la idea que tenemos sobre la felicidad. Veamos.

Vivimos en un mundo en el que diferentes voces ―líderes religiosos y políticos, la publicidad, la familia, amistades, etc.― pretenden decirnos cómo o en dónde podemos encontrar la felicidad.

Gilbert y otros especialistas han realizado múltiples estudios, entrevistando a millones de personas a nivel global para saber qué las hace felices, tomando en cuenta tres factores comunes cuando se habla de este tema: matrimonio, dinero e hijos.

¿El matrimonio hace felices a las personas? Según las investigaciones, la gente casada es más feliz que la no casada, pero las encuestas también revelaron que el matrimonio no es propiamente la causa de ese estado de bienestar, sino que la gente satisfecha con su vida, con lo que hace, es más exitosa en sus matrimonios.

¿El dinero es factor de felicidad? El dinero nos brinda seguridad y nos da acceso a diferentes satisfactores, pero la relación dinero-felicidad no es tan simple. Llega un punto en el que tener más dinero no hace a la gente significativamente más feliz. El dinero es sólo un medio, no un fin en sí mismo.

Una de las razones que explicarían esto, es que las personas cuando llegan a tener más dinero del que requieren para satisfacer sus necesidades básicas (alimentación, vestido, salud, etcétera), no saben qué hacer con él. No es la acumulación de la riqueza lo que brinda satisfacción, como equivocadamente piensa mucha gente, sino el correcto uso de esa riqueza para fines que nos trascienden.

La evidencia respalda esta afirmación. En uno de muchos estudios, se ofreció a los participantes 100 dólares para gastar, pero con la condicionante de que unos podían utilizarlos para sí mismos y otros en adquirir algo para alguien más. El resultado: la gente que gastó el dinero para otra persona se mostró más feliz que quienes lo usaron para fines propios.

Esto me lleva a reflexionar en torno a un valor que es parte fundamental de nuestro Grupo de empresas: la Generosidad. Nosotros la fomentamos desde el ámbito personal y la proyectamos a la sociedad a través de diferentes iniciativas como Fundación Azteca, cuyos diversos programas nos han demostrado a lo largo de los años que obtiene más quien da que quien recibe. Como dice Gilbert: “Somos animales sociales y nuestra felicidad casi siempre viene de nuestras relaciones con otras personas”.

El tercer factor que menciona el psicólogo son los hijos y, tal vez, el más desconcertante. Nadie pone en duda el amor que los padres sienten por sus hijos, pero diversos estudios arrojaron como resultado que la gente sin descendencia algunas veces es más feliz. Sin embargo, habría que matizar esta conclusión: las personas no son felices por no tener hijos, sino que su condición y preferencias son las que las llevan a decidir no tenerlos.

Pero ¿por qué quienes sí tienen hijos pueden ser menos felices? Aquí, como en el caso del dinero, algo estamos haciendo mal. Gilbert afirma que quienes no son felices con sus hijos es porque quizá los están educando de una manera incorrecta. Parte de la razón por la que no siempre se asocia a los hijos con la felicidad, es porque muchas personas no son buenos padres.

Estos conceptos de Gilbert, que podemos o no compartir, nos llevan a la reflexión, ésa es la razón de este espacio.

Quiero agregar otro factor que considero es parte esencial de eso que llamamos felicidad, y que ya he mencionado en otras ocasiones: “nuestro elemento”, ese espacio personal en que logramos conjuntar lo que nos apasiona con nuestras habilidades para destacar.

En mi opinión, los factores externos sólo nos harán felices cuando podamos realizar aquello que nos apasiona internamente y para lo cual somos buenos. Reflexionemos para cerrar ciclos, terminar tareas pendientes e iniciar mentalmente fuertes este año 2025.

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El autor es presidente y fundador de Grupo Salinas

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