Buscar
Opinión

Lectura 5:00 min

Los secretos del plan de gasto

Muchos expertos en finanzas personales hablan de lo importante que es hacer un presupuesto. Pero pocos dicen cómo hacer uno que de verdad funcione.

Desde que me casé, cuando aún estudiaba en la universidad, intenté siempre manejar mi dinero bajo un presupuesto. Pero muchos meses, por alguna u otra razón, terminaba gastando más de lo que había planeado. Por más voluntad que le ponía, por más análisis detallados que hacía de mis patrones de gasto, había muchos meses en los que me excedía.

Recuerdo haber buscado distintas maneras y leído libros enteros sobre la forma correcta de hacer un presupuesto. Intenté diversas metodologías, pero me seguía pasando lo mismo y era muy frustrante. Debo enfatizar que en ese tiempo elaboré una hoja de cálculo muy detallada para registrar a dónde se iba cada peso, que estaba ligada con mi presupuesto para mostrarme, en tiempo real, cuánto tenía gastado y cuánto me restaba en cada categoría. Si le daba 5 pesos al viene-viene, lo registraba. Si se me caía una moneda de 20 centavos del pantalón, también. Sabía cómo utilizaba cada centavo.

Esa hoja de cálculo la adaptaba cada vez que probaba una metodología distinta. Era muchísimo trabajo. Todo ese tiempo que dedicaba al manejo de mi dinero rendía pocos frutos. Aunque me daba mucha claridad, en ocasiones terminaba gastando de más. Eso me causaba mucha frustración.

Un buen día en casa de mi abuela, en uno de los cajones, descubrí una vieja libreta de notas que contenía un presupuesto de hace muchos años atrás. Mi abuela me vio con ese cuaderno, se puso nostálgica y me dijo: “tu abuelo siempre fue muy ordenado con el dinero y por eso hemos podido vivir bien, a pesar de que al principio su ingreso era muy limitado”.

Me contó que cada vez que le pagaban (en aquel tiempo la gente recibía su sueldo en efectivo) anotaba su ingreso en ese cuaderno y lo distribuía en las distintas categorías. Entonces, lo dividían y lo metían en distintos sobres: uno para el ahorro, otro para la renta, otro para la luz, el gas y el agua, otro para el mandado (comida y artículos de limpieza), otro para colegiaturas, otro para las diversiones, etc. Añadió: “Tu abuelo siempre ahorró y yo siempre administré prudentemente el dinero que me daba para el mandado”.

Observé que en esa libreta había cantidades diferentes junto a ciertas categorías. Mi abuela me explicó que a veces el recibo de la luz llegaba más alto de lo que habían contemplado y tenían que complementarlo con dinero de otro lado (usualmente tomaban del de diversiones). Por eso se veían cantidades ajustadas. Añadió: “el sobre del ahorro era prohibido: ese dinero el abuelo lo invertía y así pudimos, poco a poco, construirnos una mejor vida”.

Mi abuela me dio así las claves para un presupuesto que funciona y que no encontré en ninguno de los muchos libros sobre él que había leído.

Algunas conclusiones:

1. Muchas metodologías incluyen presupuestar tanto ingresos como gastos. Dicen: “el próximo mes voy a ganar tanto y voy a gastarlo de esta manera”. Eso es un error. Se debe hacer un plan únicamente con el dinero que uno tiene en mano, el que uno ha recibido como pago por sus servicios (ya sea empleo, trabajo independiente o negocio). Esto es clave para mantenerse centrado y en control.

2. Los presupuestos tradicionales fallan porque son rígidos, como una camisa de fuerza. La gente siente que se tiene que adaptar a ellos cuando debería ser al revés. La verdad es que la realidad nunca sucede exactamente como la planeamos; siempre hay imprevistos. Por eso, el presupuesto debe ser flexible. Lo tenemos que cambiar y ajustar a la nueva realidad cada vez que sea necesario.

3. A diferencia de mis abuelos, hoy usamos medios electrónicos de pago. Entonces, las personas tienden a gastar primero, a registrar después hasta que se dan cuenta de que ya se “pasaron” de su presupuesto. Ahí ya no se puede hacer mucho. Hay que pensar en términos del dinero que tenemos en cada “sobre” (en nuestro caso, cada categoría). Antes de comprar, debemos ver si tenemos saldo suficiente en la categoría correspondiente. Si es el caso, adelante. De lo contrario, tenemos opciones. Podemos quitar artículos o simplemente posponer la compra. Si es algo necesario, que no podemos postergar, entonces ajustamos nuestro plan: vemos en qué otra(s) categoría(s) tenemos saldo disponible que podemos tomar para completar). Este también se convierte en un ejercicio de prioridades.

Por estas características, y para diferenciarlo de las metodologías que no me funcionaron, no lo llamo presupuesto sino plan de gastos. En la siguiente columna te daré sus cuatro reglas.

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete