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Suplir los procedimientos antidumping por legislación de competencia
Uno de los propósitos de la firma del TLCAN fue la obligación de sujetar a los gobiernos a reglas y a comportarse conforme a las reglas del comercio internacional. En general, pudo considerarse exitoso por lo que, salvo muy limitadas conductas, los tres gobiernos respetaban las reglas del acuerdo comercial y los mecanismos de resolución de controversias funcionaron relativamente sin sobresaltos.
Lo que está claro es que ningún sistema jurídico, por perfecto que parezca, ni constitución, por bien redactada que sea técnicamente y recoja instituciones modernas y útiles (como la de Noruega, Levitsky, Steven y Ziblatt, Daniel, La dictadura de la minoría, Ariel, México, 2024), está a prueba de populistas. Esto ya lo empezamos a sufrir en México con el gobierno de AMLO –que deshizo las instituciones democráticas, involucionó al país 200 años e impuso nuevamente la monarquía con la dinastía López Obrador–. Estados Unidos (del 2016 al 2020 y del 2025 al 2029, si todavía existimos para ese entonces) lo sufrió por elección propia con el presidente Trump, al que sorprendentemente reeligieron (cuando había sido condenado por 33 cargos penales).
La amenaza de imposición de aranceles a México en un 25% de nuestras exportaciones a Estados Unidos como mecanismo de presión para que el gobierno mexicano realice cambios sustanciales en el control de la migración ilegal y del tráfico de fentanilo, aunque según el Secretario de Comercio nominado por Trump, más que de aranceles, se trata de medidas del orden interno, la circunstancia, es que, con el pretexto que sea, la amenaza de Trump supone por segunda vez de un incumplimiento sustancial del Tratado (que daría a las partes afectadas, entre otras medidas, el derecho de retiro del T-MEC (otra cosa es si eso le conviene o no a México), y la posibilidad de imponer aranceles de retaliación o protección.
Es cierto que México no se puede poner con Sansón a las patadas, pues tiene las de perder de todos modos, pero cara a futuras renegociaciones del Tratado –si es que como decía cierto consultor más bien se trata de un dictado o contrato de adhesión donde a México no le queda más alternativa que la posición de rechazar o aceptar en su totalidad las imposiciones que imponga el presidente Trump (el efecto de un arancel de Estados Unidos contra México es de 24 a 1)–. Por tanto, habrá que ver qué contiene en realidad el estudioso plan que tiene diseñado el Secretario de Economía Ebrard junto con la presidenta Sheinbaum para hacer frente a la guerra de aranceles de Estados Unidos y la auténtica resiliencia de la economía mexicana, donde es casi mentir a la población mencionar que si se llegara a esa situación México tiene capacidad económica para aguantar la recesión, máxime cuando el país se encuentra en una importante desaceleración económica y altas tasas de interés del dinero por parte de Banxico, que no sufrirán cambios abismales en el corto y mediano plazo.
¿Qué puede hacer México para el futuro? Asumir como política de Estado y acelerar la diversificación (aprender las habilidades para exportar a otro país puede llevar un proceso de dos años, según estudios de Bancomext) y quizá, si la situación se empeora, reanudar relaciones comerciales con China y los otros BRICS y legalizar al crimen organizado hacia Estados Unidos. Esto último como medida extrema, una vez que Estados Unidos esté imponiendo los aranceles, salvo exitosas negociaciones y rápidas de los negociadores mexicanos para eliminarlos.
De todos modos, como mencionan nuestros expertos en la desaparición de las mercancías, aunque mencionábamos que ningún sistema jurídico está a prueba de gobiernos populistas, esto requiere un proceso. Cara al futuro, para evitar la imposición aranceles en principio, alegando los presupuestos del Acuerdo Antidumping de la OMC (razones que ni siquiera esgrimió Trump para imponer los aranceles), algunos estudiosos han propuesto una alianza global antitrump que le obligue a recular. Una que nosotros queremos proponer, cuya propuesta inicial en México fue sugerida por el experto en derecho de la competencia y derecho del comercio exterior, Jorge Witker, apoyada por el prestigiado árbitro internacional y experto en derecho de la competencia Francisco González de Cossío e incorporada por primera vez a un acuerdo comercial al suscrito entre Australia con Nueva Zelanda -con resultados positivos, aunque dada su complementariedad se trata en realidad de un mismo mercado por lo integrado de sus economías, el hecho es que el abuso de medidas proteccionistas de los Estados poderosos contra los Estados débiles debe eliminarse o limitarse a casos muy extremos.
El derecho de la competencia -aunque ahora goce de mal cartel entre los dogmáticos de la Transformación de Cuarta- exige pruebas muy contundentes para poder castigar a las empresas y permite ir contra las empresas verdaderamente culpables. Tal vez sus remedios sean limitados (multas y en caso extremo la partición del monopolio, como medida extrema tras décadas de litigio), pero evitaría el uso discrecional que ha realizado Estados Unidos a través de una legislación interna demasiado laxa para imponer aranceles sin ton ni son, que de hecho, contraría a nuestro juicio, las disposiciones de la OMC en materia de disposiciones internas antidumping de parte de Estados Unidos, por ir más allá del Acuerdo Andidumping. Por algo, Estados Unidos le tiene pavor a los organismos supranacionales. Ellos defienden el mundo “libre” a pesar de que muchas veces son los culpables de los múltiples problemas que han surgido a raíz de su comportamiento en el comercio exterior. Como decía Cosío Villegas, lo único que “perdona” a Estados Unidos es el comportamiento de su población, que no coincide necesariamente con el gobierno impresentable del gobierno americano.
Decía Joan Ginebra que el pez grande se come al chico. Pero hay que buscar nuevas salidas, como la sustitución del procedimiento antidumping por las leyes de la competencia, para poder disminuir en el orden legal los abusos del tío Sam y de su presidente Trump o los populistas que lo sustituyan.
Lo cierto es que estamos involucionando hacia el pasado hacia la década de los treinta, como recuerda Stiglitz, donde primaba solamente el interés de la real politik de los países y del exttremismo del nazismo y nos llevó a la peor conflagración mundial de la historia (como se sabe de la famosa definición de Karl Schmidt, padre teórico del nazismo, la política es la continuación de la guerra por otros medios).
Un llamado internacional al recuerdo de las circunstancias de la Gran Depresión y los efectos sobre la gran depresión de la Ley completamente proteccionista de los Estados Unidos a principios de la década del siglo pasado que tuvo que ver con la prolongación de la Gran Depresión (la Ley Smoot-Hawley , que llevó a Estados Unidos al nacionalismo económico y a su prácticamente prohibición comercio internacional con otros países, y de la guerra comercial a la guerra real, debería recordarse en foros, congresos, reuniones del G-20 y del G-7, recordando los efectos terribles de la II Guerra Mundial y la necesidad de que los Estados asuman ciertas políticas keynesianas para la creación de empleo en los países afectados y una mayor solidaridad internacional -tan denunciada por los Romanos Pontífices- como una de las pocas medidas para evitar la injusticia con los países débiles y una nueva conflagración mundial.
Es necesario que el partido Republicano asuma otra vez su vocación democrática: que no se convierta en un país de potentados de protección de los grandes plutócratas y que asuman otra vez el sentido crítico y democrático que lo caracterizó hace algunas décadas y las distancias hacia Trump. De otro modo, serán los primeros cómplices de las desgracias que se avecinan sobre el mundo. Como señalan Levitsky y Ziblatt en el libro mencionado es vergonzosa la evolución del Partido Republicano en las últimas décadas, hasta apoyar a locos y monstruos, como Trump, comparables a líderes como Orbán, y Erdogan y Putin, si no es que peores, más los muchos que podemos añadir a la lista, entre los que forman parte el expresidente López Obrador.
Sustituir los procedimientos antidumping por los de competencia sería un paso para evitar los excesos de la imposición de Aranceles injustificados de las grandes potencias, en espacial de los Estados Unidos. Sería un paso más para la restricción de los abusos de peces grandes hacia los pequeños cuando la politica internacional vuelva a la normalidad.
*Máster y Doctor en Derecho de la competencia. Profesor Investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana y socio del área de competencia, compliance penal y derecho comercial internacional.