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El “tecnoautoritarismo”, el nuevo orden de la élite digital

El tecnoautoritarismo avanza y la democracia se erosiona. La élite de Silicon Valley tiene una agenda y buscan un mundo gobernado por algoritmos, con un Estado reducido a su mínima expresión que no los vigile. El ganador del Pulitzer Richard Powers advierte: "Lo que figuras como Trump y Musk pueden hacerle a la democracia es peor que nuestras peores pesadillas".

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Dedicado a Martín Oyamburu.

Trump imagina un mundo donde las grandes potencias —Estados Unidos, China y Rusia— dominan el escenario global, respaldadas por aliados estratégicos como Israel, India, Turquía y Arabia Saudita. Su visión es cruda y transaccional: la diplomacia no es un tejido de alianzas duraderas, sino un tablero de negociación donde el poder se impone sin mediación ni concesiones. El reciente choque con Zelensky ilustra esta lógica implacable, en la que el apoyo a Ucrania no es un compromiso estratégico, sino una moneda de cambio en un juego de suma cero. No estamos simplemente ante la erosión del liderazgo estadounidense en el orden internacional, sino frente a un giro radical, donde Estados Unidos podría estar propiciando la implosión del sistema global que con décadas de esmero se edificó tras la Segunda Guerra Mundial.

Asimismo, Daron Acemoglu, premio Nobel de Economía y coautor de la influyente obra ¿Por qué fracasan las naciones?, advierte que las políticas de Trump están erosionando las instituciones democráticas estadounidenses con precisión quirúrgica, como quien desmonta los cimientos de una estructura para que colapse por sí sola. Pero, ¿con qué propósito? ¿Hacia dónde apunta esta demolición calculada?

Quizá la respuesta se encuentre en un viejo manifiesto. Allá por 2009, Peter Thiel, mentor de Elon Musk y arquitecto intelectual de una nueva élite tecnocrática, escribió para el Cato Institute The Education of a Libertarian, un ensayo que parece más una profecía distópica que una simple declaración ideológica. En sus páginas se esboza el diseño de un nuevo orden, uno que ahora comienza a tomar forma: desmantelar el aparato estatal, reducir la regulación a las grandes tecnológicas bajo el pretexto de fortalecerlas para vencer a China en la carrera por la supremacía de la Inteligencia Artificial, y en el centro de todo, una obsesión por las criptomonedas. No como herramienta de descentralización para inversionistas, sino como símbolo de un futuro sin Estado, sin reguladores que obstaculicen el dominio de las grandes tecnológicas, sin equilibrio de poderes. Un mundo donde el control no recae en gobiernos ni instituciones democráticas, sino en una élite dueña de servidores, centros de datos y de la riqueza “digital”.

Citando al propio Peter Thiel: “Ya no creo que la libertad y la democracia sean compatibles”. En su visión, la política no es el camino hacia el futuro, sino un obstáculo del que hay que escapar. Pero si la democracia es un sistema fallido, ¿quién debe diseñar el mundo del mañana? Los genios incomprendidos de la tecnología, como él y Elon Musk, por supuesto. La premisa es clara: el gobierno debe mantenerse al margen, pues los inversionistas millonarios y emprendedores de Silicon Valley son los únicos capaces de moldear el futuro. Sin impuestos, con regulación mínima y con interferencias mínimas del Estado. “El futuro llegará… si tan solo lo permitimos”.

Para Peter Thiel, el progreso no puede someterse a la voluntad de la mayoría. "No conozco a un solo líder político en Estados Unidos, ya sea demócrata o republicano, que esté dispuesto a recortar el gasto en salud para liberar fondos para la investigación en biotecnología", escribió. ¿Cómo se atreven las sociedades a priorizar la salud y el bienestar por encima de la tecnología? Para Thiel, el problema no es económico, sino ideológico: la resistencia al cambio proviene de una cultura conformista que frena la innovación.

El desmantelamiento del orden internacional y la reconfiguración del poder bajo la élite tecnológica no son procesos aislados, sino que podrían ser dos caras de la misma moneda. La globalización, que alguna vez se pensó como el camino hacia un mundo interconectado y regulado por instituciones internacionales, está siendo desplazada por una nueva lógica donde los Estados pierden relevancia y las corporaciones tecnológicas ganan influencia.

Lo que podríamos estar presenciando no es solo el ascenso de una nueva élite tecnológica, sino la reconfiguración misma del poder con resultados inciertos. Durante siglos, el dominio estuvo en manos de monarquías, imperios, luego en los Estados-nación y, al menos en teoría, en los sistemas democráticos modernos. Pero, ¿y si el futuro ya no pertenece a los ciudadanos, sino a los dueños de los algoritmos y de la infraestructura digital?

Si la visión de Thiel y sus discípulos se materializa, ¿cómo será un mundo gobernado por esta élite? Un mundo donde el poder no rinde cuentas, porque ya no depende del voto ni de la deliberación pública, sino del control absoluto de la infraestructura tecnológica. ¿Y qué pasará con aquellos que no sean lo suficientemente inteligentes, educados o adaptables a este nuevo paradigma?

Si la meritocracia radical se impone, la desigualdad dejará de ser solo un problema económico para convertirse en un criterio de exclusión estructural: los que no aporten valor a la élite tecnológica serán irrelevantes, prescindibles, invisibles… ¿desechables? En este nuevo orden, ¿el valor de un individuo se medirá exclusivamente por su utilidad?

Pero hay una posibilidad todavía más inquietante. ¿Y si la inteligencia artificial no solo optimiza este sistema, sino que eventualmente lo hereda? ¿Qué pasará cuando las decisiones sobre la economía, la política y la guerra ya no sean tomadas por humanos, sino por una IA con inteligencia general capaz de superar el pensamiento humano en todos los niveles? El escritor Richard Powers, ganador del Premio Pulitzer y autor de novelas que exploran la intersección entre la tecnología, la ciencia y la condición humana declaró en una entrevista reciente: "Lo que figuras como Trump y Musk pueden hacerle a la democracia es peor que nuestras peores pesadillas."

*El autor es Licenciado en Derecho por el Tecnológico de Monterrey. Tiene estudios de posgrado en Análisis Político, Finanzas y Negocios Digitales. Es fundador de News Sensei, un brief inteligente cuya misión es clara: democratizar un servicio tradicionalmente exclusivo para tomadores de decisión, haciéndolo accesible y gratuito al público general.

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