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Trump y su soberanía económica

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“El presidente Trump se niega a permitir que se aprovechen de Estados Unidos y cree que los aranceles son necesarios para garantizar un comercio justo”. Anuncio de aranceles de la Casa Blanca

El presidente Donald Trump ha sacudido el comercio internacional con nuevos aranceles dirigidos a países donde Estados Unidos acumula déficits comerciales sustanciales. Aunque el proteccionismo ha marcado su discurso desde la campaña electoral, sorprende la audacia con que desafía los pilares de la globalización, forjados a lo largo de décadas de acuerdos. Esta medida no solo afecta a potencias como China o la Unión Europea, sino que reabre interrogantes sobre el futuro de la cooperación comercial.

Resulta significativo que México y Canadá hayan sido eximidos. Ambas naciones mantienen con Estados Unidos una relación comercial profundamente integrada, sustentada en el USMCA (antes TLCAN). Según el reporte de barreras comerciales con México (Foreign Trade Barriers 2025 NTE MEXICO), estas cadenas de valor son vitales en los sectores automotriz, agrícola y manufacturero, de modo que un quiebre abrupto dañaría a exportadores foráneos y a productores estadounidenses que dependen de insumos mexicanos y canadienses.

¿Por qué excluir a estos dos vecinos al tiempo que se gravan otros países? Primero, porque un choque frontal con México y Canadá pondría en riesgo empleos y empresas estadounidenses, fracturando apoyos políticos críticos. Segundo, porque el USMCA garantiza un intercambio relativamente fluido y la confianza de los inversionistas. La opción de reinstaurar aranceles podría usarse como moneda de cambio, pero por ahora Trump parece concentrarse en naciones sin tratados tan sólidos.

Para China y la Unión Europea, la respuesta puede ser contraaranceles que encarezcan la importación de bienes estadounidenses y fomenten alianzas alternativas. Así crece la posibilidad de que regiones como Asia o América Latina forjen acuerdos al margen de Washington. El documento de barreras comerciales con México advierte que la proliferación de medidas proteccionistas desincentiva la inversión, eleva costos y afecta a pequeños exportadores.

Aunque el proteccionismo puede dar un respiro a ciertas industrias, su efecto sobre la competitividad a mediano y largo plazo suele ser negativo. El consumidor enfrenta precios más altos y menos opciones, mientras la industria nacional no siempre se fortalece de forma sostenible. La experiencia indica que las guerras de tarifas raras veces preservan empleos o equilibran la balanza comercial, y sí fragmentan el mercado global.

La exención a México y Canadá no es un blindaje absoluto. Es posible que la Casa Blanca reaccione a desequilibrios o tensiones políticas con un regreso a los aranceles como presión. Además, la volatilidad de la política comercial de Estados Unidos impulsa a ambos países a diversificar socios y afianzar convenios regionales. Esta situación, además, refleja el delicado equilibrio entre el populismo económico y la necesidad de cooperación multilateral.

La maniobra de Trump revela una tensión renovada en el comercio mundial: proteger la economía interna frente a la interdependencia global. Sin embargo, la complejidad de las cadenas de valor y la importancia de los mercados externos dificultan un repliegue total al aislamiento.

Antes que revertir del todo la globalización, estas medidas podrían acelerar su mutación, impulsando tratos sin el liderazgo de Estados Unidos. La gran incógnita es si esta estrategia realmente reforzará la economía estadounidense o precipitará un declive de su influencia comercial.

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