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Opinión

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Vehículos eléctricos, energía y geopolítica

Los vehículos eléctricos están cambiando los patrones de uso de la energía y los equilibrios de poder económico en el mundo. El año pasado, alrededor del 20% de todos los vehículos nuevos fueron eléctricos, y se proyecta que serán el 50% en 2030, para llegar casi a la totalidad en el 2050. La empresa china BYD es el mayor fabricante de vehículos eléctricos a nivel global; desbancando a Tesla en facturación anual. China produce casi el 55% de las baterías y cuenta actualmente con más de 100 fabricantes de vehículos eléctricos. Destacan, además de BYD, SAIC Motor (MG), NIO, XPeng, Li Auto, Geely (Volvo y Polestar), Great Wall Motors (Ora), GAC, Chery (Chirey), y BAIC. No hay que perder de vista que los vehículos eléctricos son parte de una gran tendencia hacia la electrificación de casi todo, lo cual es una buena noticia ambiental y climática. Se espera que el consumo de electricidad crezca seis veces más rápido que la demanda de energía hacia el 2035 a costa de los combustibles fósiles, en buena medida, por la adopción acelerada de vehículos eléctricos. Todo ello va de la mano de grandes inversiones no sólo en centrales eléctricas de energía limpia y en generación distribuida, sino también en la expansión y modernización de las redes eléctricas hasta hacerlas “inteligentes”. (En México, las cosas pueden ser diferentes, dada una economía con crecimiento mediocre, la contrarreforma energética en curso incompatible con la Transición Energética, y, por el restablecimiento de monopolios, el privilegio a combustibles fósiles, falta de inversión en la red de transmisión, incertidumbre jurídica por la destrucción del Poder Judicial, y el bloqueo de inversión privada en energías limpias). Globalmente, se estima que la electrificación vehicular reducirá la demanda de petróleo en 6 millones de barriles diarios al 2030, y en 13 millones de barriles diarios en 2035. (El consumo mundial de crudo es de aproximadamente 100 millones de barriles diarios). Será un cambio geopolítico profundo. Otro factor, impensable hasta hace apenas unos pocos años, será la electrificación de los camiones pesados; aquí, la electricidad le ha ganado la carrera al hidrógeno gracias a constructores europeos como Renault y Mercedes Benz. Se proyecta que los camiones pesados eléctricos alcancen paridad de costo con los a diésel en pocos años, ofreciendo ya una autonomía de más de 600 kilómetros. 

En este escenario, es necesario preguntar: ¿Por qué el gobierno de Joe Biden impuso un arancel de 100% a la importación de vehículos eléctricos de China, mientras que la Unión Europea hizo lo propio imponiendo aranceles de hasta 38%, con el argumento de que el gobierno chino subsidia a sus empresas? Estados Unidos y Europa creen que con aranceles salvarán a su industria automotriz. Más aún, creen que con esto favorecen la generación de empleos. (En Estados Unidos es algo absurdo, ya que está casi en condiciones de pleno empleo, con desempleo históricamente mínimo de 4%). Pero, los aranceles elevan el costo de los vehículos eléctricos y obstaculizan su penetración, lastrando esfuerzos contra el calentamiento global. Algo ilógico: el propio gobierno de Biden propone que al 2030, 50% de las ventas de vehículos nuevos sean eléctricos, lo que implica multiplicarlas por 20 en sólo seis años. Europa ha establecido que al 2035 el 100% de los vehículos nuevos serán eléctrico. Sin vehículos eléctricos chinos, eso imposible. Los aranceles sobre autos chinos sólo elevan precios y reducen el ingreso real de la población, y son, en realidad, un impuesto a los consumidores, lo que deprime la economía y el empleo. ¿Por qué no disfrutar de los subsidios que el gobierno chino prodiga a sus empresas de autos eléctricos? Entrar en una guerra comercial arancelaria es una receta perversa para acelerar la inflación y los costos de transporte, sobre todo, sabiendo que el costo de inversión y operación de un vehículo eléctrico chino ya es, en la mayor parte de los casos, mucho menor que para los vehículos de combustión interna.

Es verdad que, por razones geopolíticas, económicas, sociales, y aún culturales, es necesario promover la producción de vehículos eléctricos domésticos (en Europa, Estados Unidos, Japón y Corea) para evitar la desaparición de la industria automotriz local. Pero, para ello, es preciso pensar en aranceles inteligentes; por ejemplo, que compensen sólo los subsidios del gobierno chino. De esta forma se permitiría a las empresas norteamericanas y europeas competir sobre un terreno de juego nivelado, por ejemplo, a General Motors, Ford, Stellantis (Fiat, Peugeot, Citroen, Alfa Romeo, Maserati, Lancia, Jeep, Chrysler, Dodge), Mercedes, BMW, Renault, Volkswagen, sin considerar a japonesas y coreanas. También, un enfoque de este tipo, permitiría evitar una guerra comercial que sería desastrosa para todos. En el contexto y dinámica actuales, no es un delirio vislumbrar el predominio total de empresas chinas en el mercado automotriz global, y el riesgo de desaparición de las grandes empresas occidentales. Sería una catástrofe geopolítica y económica para Estados Unidos, Europa, Japón y Corea.

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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