AMLO y Morena se saben fuertes y están convencidos que gobernar es movilizar

A pesar del tropiezo electoral experimentado en 2021 en la Ciudad de México, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) vive el mejor momento político de su historia, mientras que su líder moral, el presidente Andrés Manuel López Obrador, no solo goza de la popularidad que reflejan las encuestas, sino de una narrativa que le ha permitido opacar a la oposición.

Y como desde la visión de la izquierda gobernar significa movilizar, la marcha convocada para este domingo 27 de noviembre por el mandatario, cobra particular significado, pues constituirá un evento de confirmación a la fuerza política conferida en las urnas, a su líder máximo, en el momento que se discute en el Congreso la reforma electoral, que es la última de los grandes cambios al orden constitucional que planteó desde el inicio de su administración.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional Electoral (INE), formalmente Morena tiene un registro de 466,931 miembros, lo que lo coloca como el cuarto con más afiliados, después del PRI, PRD y PVEM y concentrado principalmente en el Estado de México y la capital del país. 

Además, si se compara el número de afiliados con la lista nominal por estado, se observa que no alcanza, en ningún caso siquiera 2 por ciento. Es más, en 29 estados ni siquiera 1 por ciento. Pero eso no quiere decir que a esos números se reduzcan sus simpatizantes.

Los resultados electorales obtenidos de 2018 a 2022, muestran, no solo su crecimiento, sino que su fortaleza, realmente es superior a cualquier otro partido en el país.

Actualmente gobierna 20 estados donde viven poco más de 68 millones de personas y constituyen 54.83% de la población nacional.

A eso habría que sumarle dos estados más, los gobernados por políticos surgidos del PVEM y PES, aliados del Movimiento de Regeneración Nacional, con lo cual la población gobernada suma casi 74 millones de personas y constituyen 58.63% de los mexicanos.

Si se mira el mapa político del país, prácticamente la oposición al gobierno del presidente López Obrador administra solo tres de los seis estados de la franja fronteriza, Jalisco y la zona del Bajío, así como el Estado de México y uno de los tres que conforman la península de Yucatán.

En 2018 Morena era gobierno en 4 estados, para 2019 pasó a seis, en 2021 subió a 16 y actualmente en 20.

De acuerdo con Rafael Morales Ramírez, politólogo, profesor investigador de la UNAM los procesos electorales de los últimos seis años le han permitido a ese partido homogenizar su presencia en prácticamente todo el territorio nacional.

La elección intermedia de 2021 supuso para Morena una consolidación de los logros obtenidos en 2018, mientras que las sucesivas elecciones de gobernadores, de 2018 en adelante, confirmaron su fortaleza electoral.

Si se observa el número de votos obtenidos en las últimas tres elecciones federales, el partido del presidente pasó de 3.3 millones en 2015 a 24.22 millones en 2018 y 19.37 millones en 2021, considerando la elección de diputados federales.

Eso se reflejó en la conformación del Congreso. Tan solo en la Cámara de Diputados, Morena pasó de tener una bancada de 49 legisladores en la LXIII legislatura (2015- 2018) a 252 en la LXIV (2018- 2021). En la actual, la LXV (2021- 2024) tiene 202 legisladores. En los tres casos cuentan tanto los ganados de manera directa en distritos, los que ganó postulando a candidatos en distritos en coalición con otras fuerzas, los plurinominales y los inmigrantes de otros partidos.

Disminuye volatilidad del voto y aumenta polarización

De acuerdo con Sergio Arturo Bárcena Juárez, politólogo y académico del Tecnológico de Monterrey, actualmente México vive un momento histórico, que se puede entender como transición electoral. “No sé si por completo sea un realineamiento, porque eso toma mucho más tiempo para conocer estas etapas de alineamiento y realineamiento, pero sí se puede decir que es una transición en las preferencias electorales”.

Esa situación está marcada por la depreciación, en términos del redito electoral, de los partidos electorales tradicionales que en 2018 y 2021, tuvieron un descenso considerable respecto de elecciones previas.

Mientras eso ocurrió, se observó el ascenso de Morena como una fuerza política que no tiene precedentes en este país, pues, a pocos años de haber sido creada, ya se convirtió en una organización de mucha relevancia y en partido en el gobierno.

El politólogo llamó la atención en que el rompimiento de López Obrador con el PRD y la posterior conformación de Morena, en 2014, tuvieron un impacto sustantivo en el sistema político mexicano y en las preferencias del votante

Dijo que en 2018 fue evidente el arrastre de AMLO, en 2021 fue menos y se prevé que para 2024 ya no sea tan significativo ese elemento.

En 2018 casi 80% de los distritos electorales tuvieron alternancia respecto de 2015 y la mayoría benefició a Morena, en 2021 la alternancia solo apareció en 32%, lo que significa que en 2018 se tuvo un nivel muy alto de volatilidad del voto, fenómeno que se comenzó a notar en 2015.

En 2021 aquellos que votan por Morena tendieron a permanecer con ese partido, pero creció la participación y apoyo hacia los partidos de oposición a ese movimiento.

En 2021, si bien la coalición electoral encabezada por Morena ya no incluyó a Encuentro Social, sino que al PVEM, Morena retuvo 73% de los distritos electorales; sin embargo, la Coalición Va Por México tuvo más eficiencia en términos de retención. Si bien en 2018 no funcionó como en 2021, cuando se integró por PRI-PAN- PRD, pues solo incluía a PAN y PRD, tuvo una retención de casi 80% en 2021.

Eso significa que los arreglos de coaliciones que se conformaron ayudaron a reducir los niveles de volatilidad entre un momento y otro y también refleja que la polarización del electorado se está intensificando.

El especialista consideró que para 2024 se espera que esa volatilidad descienda, porque se prevé que los votantes ya estarán estables en una postura o en otra y la polarización tenderá a exhibir niveles más extremos.

AMLO quiere demostrar que tiene base social y la puede movilizar

En tanto, Rafael Morales recordó que  el presidente, Andrés Manuel López Obrador, llegó al cargo con una legitimidad producto de las urnas que ningún presidente de los años recientes había tenido.

Eso le permitió desplegar la narrativa de la llamada cuarta transformación del país, particularmente de que se iba a cambiar de raíz al régimen político.

Los primeros tres años de gobierno le representaron una enorme libertad para posicionar sus mensajes y propia narrativa. El resultado electoral contundente le permitió opacar a la oposición de la narrativa pública.

En 2018, López Obrador obtuvo 53.19% de los votos computados, pero en 19 entidades el promedio obtenido superó esa cantidad hasta llegar a 80.09% en Tabasco y 70.61% en Tlaxcala con 70.61 por ciento.

Según el especialista, lo que está haciendo el presidente al convocar a la marcha de este domingo, luego de ocurrida la del pasado 13 de noviembre, es jugar a las fuerzas, al convocar a quienes lo apoyan a salir a las calles este domingo 27 de noviembre para ver quién tiene más músculo.

La usará para mandar dos mensajes: que el presidente tiene su propia base social y que la puede movilizar y para confirmar el apoyo que le dieron en 2018.

Por ello, se puede decir que la de este domingo es la marcha de la confirmación de la base social del presidente. 

Además, se da en el contexto de la última de sus grandes reformas que planteó: La político-electoral y cuya importancia para el jefe del Ejecutivo federal radica en que prometió cambiar al sistema y precisamente éste se cambia modificando el régimen político electoral. “Es ahí donde cambia la relación entre gobernantes y gobernados”. 

El mandatario busca que  México transite de una democracia deliberativa, delegativa y casi indirecta, a una democracia directa, altamente participativa, muy a la idea de lo que supone un movimiento de izquierda y coincide con la narrativa de empoderar a la sociedad para que pueda cambiar su gobierno en los términos que plantea la Constitución.

Si no logra que prospere los cambios al marco legal e institucional electoral, al menos podrá decir que lo intentó.

Morales Ramírez enfatizó que, en la visión de la izquierda, gobernar significa movilizar en territorio. Un movimiento de izquierda que no logra movilizar, en realidad no es de izquierda. Por eso la movilización de este domingo es tan importante para este gobierno. Porque se supone que los movimientos de izquierda tienen como principal virtud la capacidad de la movilización social.

Además, eso genera muchos efectos positivos para el gobierno: confirma sus ideologías, la legitimidad que tiene ante la gente y les da fuerza y, en este caso, le da un apoyo en la reforma electoral, que es la última de las grandes reformas que impulsará y que forman parte de su ideario central.

diego.badillo@eleconomista.mx