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Política

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Aún falta un conflicto: autodefensa vs facciones

El anuncio de la destitución de José Manuel Mireles como el vocero principal del Consejo General de las Autodefensas de Michoacán ocurrió a la par del proceso de legalización de los grupos, lo que podría llegar a ser un punto de quiebre para el movimiento, exhibe la Fundación InSight Crime.

El anuncio de la destitución de José Manuel Mireles como el vocero principal del Consejo General de las Autodefensas de Michoacán ocurrió a la par del proceso de legalización de los grupos, lo que podría llegar a ser un punto de quiebre para el movimiento, exhibe la Fundación InSight Crime.

La destitución de Mireles se dio a finales de la semana pasada, tras cuestionar su estado psicológico. Será reemplazado por Estanislao Beltrán, también conocido como Papá Pitufo, y Alberto Gutiérrez El Comandante 5, como suplente. Esta decisión se presenta en medio del proceso de legalización de los grupos de autodefensa, quienes están registrando sus armas para poder incorporarse a la Policía Rural del estado de Michoacán. Sin embargo, varios grupos de estas milicias aseguran que no se someterán a este proceso.

En repetidas ocasiones, Mireles se ha enfrentado con otros líderes, pues emite declaraciones a nombre la agrupación que el Consejo contradice.

Sin embargo, es poco probable que la batalla más importante por el control de las autodefensas sea entre Mireles y los otros miembros del Consejo. Para este think tank, el conflicto principal será entre el Consejo General de las Autodefensa y lo que ahora parecen ser las facciones criminalizadas.

El análisis titulado Autodefensas de México destituyen a líder mientras su legalización pende de un hilo expone que algunos milicianos pueden estar adhiriéndose a un grupo conocido como H3, liderado por figuras como Luis Antonio Torres González, alias El Americano, quien presuntamente tiene vínculos con organizaciones criminales.

Aquellos que no sean cooptados por el H3 u otros grupos quedarán fuera del control del Estado y estarán cada vez más cerca de convertirse en criminales.

ana.langner@eleconomista.mx

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