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Buscan migrantes a toda costa llegara frontera con EU

“De ánimo, voy a 1,000. Estoy alegre porque ya estamos en la ciudad, siento que aquí nos van a dar una respuesta, siquiera que nos dejen pasar, libres, ya lo ganamos, ya es demasiado lo que hemos caminado”, expresa sonriente Elidema Rosa, una joven madre de Nicaragua.

Foto: AFP

Foto: AFP

“De ánimo, voy a 1,000. Estoy alegre porque ya estamos en la ciudad, siento que aquí nos van a dar una respuesta, siquiera que nos dejen pasar, libres, ya lo ganamos, ya es demasiado lo que hemos caminado”, expresa sonriente Elidema Rosa, una joven madre de Nicaragua, quien junto a Melvin, su esposo de 34 años, y su pequeña hija de cinco años de edad han caminado 1,053 kilómetros desde Tapachula, Chiapas al albergue de la Casa del Peregrino, en la CDMX.

Esta familia, al igual que otras 300 personas integrantes de la caravana migrante que salió del sur del país el pasado 23 de octubre, vive desde hace días, de manera temporal, en el improvisado albergue llamado la Casa del Peregrino, ubicado en Francisco Moreno, colonia La Villa, de la alcaldía Gustavo A. Madero.

Con más de 50 días de camino, Elidema cuenta que llevan más de tres años fuera de su país, de los cuales, cuatro meses han estado en México, con el único objetivo de llegar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

“Somos perseguidos políticos y un día que caminemos, es un día más que tenemos vida”, dice Elidema.

Crisis política y económica

La joven de 31 años cuenta que debido a la crisis política y económica por la que pasa su país, es que desde 2018 su familia ha vivido una persecución política que los obligó a salir de su hogar con sólo la ropa que llevaban puesta.

Por dos años, los tres tuvieron que vivir en Costa Rica, sin embargo, el desempleo los obligó a emprender un nuevo viaje con miras a Estados Unidos.

“Tenemos cuatro meses de estar en México, por ningún lado pudimos cruzar. Con coyotes no pudimos, llegábamos a La Ventosa (en Oaxaca), de ahí nos agarraba Migración y nos regresaba hasta la frontera de Guatemala”, dice.

“Morir aquí nos da igual, es como llegar a Nicaragua, porque vamos a llegar a morir”, lanza luego de explicar que se han tenido que unir a la caravana, pues su dinero se terminó luego de intentar en tres ocasiones el llegar al norte de México.

Con lágrimas de frustración, Elidema Rosa también cuenta que pese al maltrato que han vivido por parte de autoridades migratorias, quienes los han golpeado e incluso dado comida en mal estado, en su trayecto se han encontrado con personas que siempre les han brindado ayuda.

“Hemos llegado a lugares que la gente nos ha visto como si fuéramos uno más de su familia, nos han llevado a sus casas, nos han dado ropa, zapatos, comida, y nos han ayudado hasta con dinero, con 200, 300 y 500 pesos. Incluso tenemos contacto con ellos y nos piden que nos reportemos cómo vamos y desean lo mejor para uno”, detalla.

Esta familia, que en su camino se ha enfermado, lastimado y agotado, también advierte que la cara no se quiere quedar en México, pues les urgen los documentos que les permitan seguir a EU.

“Yo ya me quiero ir”

En cambio, Cristhian y Carlos, un par de jóvenes de 22 y 20 años provenientes de Honduras sólo quieren llegar a Monterrey. Desde hace ocho meses están fuera de su país.

“Yo ya me quiero ir, me quiero ir para Monterrey, porque ahí tengo unos primos que ya hicieron la vida”, dice Carlos mientras pregunta sobre dónde salen los camiones para Nuevo León.

Mientras que Cristhian pregunta cómo llegar a la estación Lechería del tren suburbano, pues quiere llegar con su hermano a Monterrey. Él cuenta que se unió a la caravana en Puebla, ya que desde hace meses vivía en Veracruz, pero al quedarse sin trabajo como pudo se subió a un tráiler que lo dejó en otro estado. 

Ambos indican que no buscan realizar ningún trámite de refugiado en la CDMX, pues ya lo hicieron en Chiapas y saben que se tardan meses.

Ambos, ya con desesperación dejan ver sus planes de irse del albergue, pues concuerdan que los 21 kilómetros de recorrido del albergue a la estación Lechería donde buscarán subirse al tren que los lleve de manera ilegal al norte, “está en corto”.

El jueves, tras seis horas de diálogo, Gobernación y representantes de la caravana migrante firmaron un acuerdo en el que las autoridades se comprometen a respetar los derechos humanos y acelerar sus trámites migratorios.

maritza.perez@eleconomista.mx

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