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Política

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Indígenas logran unir desarrollo y ecología

Ante la ausencia de políticas públicas sobre mitigación y adaptación al cambio climático, comunidades de Los Andes y el Amazonas en Perú y Ecuador, junto con Organizaciones No Gubernamentales, han generado estrategias propias que, en el mediano plazo, han transformado sustancialmente la gobernabilidad local y su relación con sus gobiernos nacionales.

Ante la ausencia de políticas públicas sobre mitigación y adaptación al cambio climático, comunidades de Los Andes y el Amazonas en Perú y Ecuador, junto con Organizaciones No Gubernamentales, han generado estrategias propias que, en el mediano plazo, han transformado sustancialmente la gobernabilidad local y su relación con sus gobiernos nacionales; al tiempo que han incrementado radicalmente los niveles de bienestar de sus habitantes.

Adaptación 101: acumular agua en Los Andes

En las comunidades andinas de Cusco, Perú, el cambio climático no es un concepto abstracto y de moda, sus efectos se resienten todos los días. En consecuencia, los niveles de bienestar de las comunidades se han visto afectados negativamente. Sin agua no hay pastos, por tanto los animales (vacas, llamas y alpacas) no se alimentan apropiadamente, la producción de leche y lana se reduce, y en última instancia, los ingresos de los campesinos locales decrecen.

Víctor Bustinza, del Programa de Adaptación al Cambio Climático del gobierno nacional peruano tiene el diagnóstico claro: Un agricultor antes tenia mucha agua, ahora se ha reducido notablemente. Cada vez llueve menos y hacemos muy mal manejo del paso natural. La poca precipitación se pierde. Esto tiene impacto en la seguridad alimentaria, pero ¿cómo ayudamos a poblaciones que sean menos vulnerables a cambios climáticos? Se pregunta. No responde.

Una primera respuesta viene de la mano de un proyecto de colaboración entre la Asociación Proyección y campesinos de la comunidad de Huayhuahuasi, a 4,200 metros de altura en la provincia de Espinar. Con un costo total aproximado de 8,000 soles, unos 35,000 pesos, financiados en gran parte por la organización internacional Oxfam, se implementa un proyecto individual de adaptación al cambio climático compuesto de cuatro módulos: 1. Un reservorio para contener el agua de lluvia y manantes; 2. Riego por aspersión de pastos mejorados; 3. Un calentador solar de habitaciones de la casa; y 4. Medidores de precipitación y temperatura.

Adriano Pauccara es el primer beneficiario y los resultados son evidentes. Después de un año y medio de implementado, el proyecto ha generado nuevos pastos en su parcela de 2 hectáreas; el peso de su ganado se ha duplicado; y la producción de leche diaria por cada vaca ha pasado de cuatro o cinco litros a nueve, a veces hasta 10 litros . Algo similar ha ocurrido con la lana de las llamas y las alpacas. Esto le ha permitido garantizar su consumo personal, y vender quesos, leche y lana para hacerse de ingresos económicos, Son animales bien bonitos, bien gorditos, porque ya comen pasto. Antes se morían, se enfermaban. Ya tienen más producción. Tienen bonitas crías y ya está apto también para llevar a cualquier mercado , cuenta Adriano con una sonrisa inevitable.

El gobierno municipal de Coporaque, donde se ubica la comunidad, comenzó a tomar nota de la experiencia de Adriano y ha manifestado interés en apoyar iniciativas similares en la zona, al figurar en los planes de desarrollo, ha entrado ya en los presupuestos participativos. Entonces, tiene que salir, poco a poco, pero va a salir , concluye optimista Elías Pacco Arpai, de la Asociación Proyección.

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Del cuidado del glaciar al liderazgo nacional

La desigualdad en la distribución de agua en Ecuador es peor que la de la tierra , cuenta de inmediato Delfín Tenesaca, presidente de la organización Ecuarunari, una de las más grandes en el país sudamericano, que incorpora a todos los grupos Kichwas, y agrega, 1% usa 80% . La división central existe entre las grandes agroindustrias de plátanos, cacao y flores; y los pequeños productores comunitarios. Los primeros exportan, los segundos cubren 80% de la demanda alimentaria.

En Ecuador, preservación, mitigación y adaptación ambientales son temas que pasan necesariamente por la agenda de los movimientos indígenas. Su planteamiento es simple: el bienestar no es monetario, sino que incorpora seguridad alimentaria, toma de decisiones colectivas, dotación de bienes públicos (educación y salud), y el cuidado de la pachamama, la madre tierra. A este concepto de bienestar le llaman sumak kawsay, el buen vivir , y fue incorporado en la nueva Constitución ecuatoriana del 2008.

Y suena a una idea romántica conmovedora, hasta que uno tiene la oportunidad de verla en acción. Esa oportunidad la tuve al visitar las comunidades a las faldas del volcán Cayambe, 75 minutos al norte de Quito. A mediados de los 80 una batalla generacional nació en las cinco parroquias (comunidades) de la zona. Aunque habían recuperado tierras en las partes bajas gracias a la reforma agraria de 1980, los habitantes de mayor edad seguían subiendo ganado a las partes altas del volcán, en el llamado páramo, que año tras año quemaban para la generación de nuevos pastos.

Un grupo de jóvenes se opuso a esta práctica bajo un razonamiento impecable: el Cayambe perdía nieve y hielo por el cambio climático, la única forma de retener y distribuir esa agua era manteniendo el páramo, cuya vegetación funciona como un sistema de esponjas. La solución que propusieron desde 1993 contenía varios elementos: límite de 15 vacas por familia por arriba de los 4,600 metros de altura, con un límite total de 800 cabezas, un canal de distribución de agua con turnos establecidos y reservorios nocturnos, y sistema de riego por aspersión. Ganaron la batalla.

Nosotros mismos hacíamos daño al páramo y luego abajo reclamábamos que no teníamos agua concluye Gerónimo Lanchimba, uno de los dirigentes del Consejo de Coordinación Pueblo Kayami, aquí el Estado no estaba y no está .

Hoy, 17 años después, 95% del páramo está recuperado; las 3,500 familias de la zona gozan niveles de bienestar superiores; y esos jóvenes se convirtieron en voces nacionales en favor de los derechos de indígenas y del medio ambiente.

Uno de esos jóvenes, Humberto Cholango, fue dirigente de Ecuarunari, es amigo cercano de Evo Morales, el presidente boliviano, y los medios ecuatorianos lo señalan como posible dirigente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), la organización indígena más grande, lo que de facto lo convertiría en uno de los hombres más poderosos del país. Mientras ello ocurre (o no), Humberto vive en la misma comunidad en la que creció, se dedica a la siembra de cebolla y concluye, cuidamos el páramo y el glaciar porque son nuestro futuro .

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Desde el Amazonas: un nuevo modelo de bienestar

Esto es el Amazonas ecuatoriano, en los márgenes del parque nacional Yasuní, la región más biodiversa del mundo, a orillas del río Napo. Llegamos a Puerto Pompeya, un pueblo que se monta los sábados para atender a los trabajadores de las petroleras, y se desmonta el resto de la semana. El aire huele a sal y cerveza, de fondo los Tigres del Norte cantan Camelia la texana , acompañados en coro por tres obreros petroleros ebrios. A 20 metros, un puesto de discos piratas con predicadores evangelistas. La presencia de la petrolera Repsol se siente por todos lados. No en Añangu.

Llegamos primero al Centro de Interpretación , un museo dedicado a ellos mismos y su historia, los habitantes kichwas de Añangu, una zona de 22 mil hectáreas otorgada por el gobierno ecuatoriano para su uso. Son apenas 25 familias y 175 personas que desde hace 12 años iniciaron un proyecto de turismo ecológico, centrado en un hotel sustentable.

La petrolera ofrece sólo trabajo temporal. Nosotros no teníamos nada, sólo cazábamos, sembrábamos y pescábamos para comer. Se terminó lo del petróleo y pensamos que si hacíamos lo mismo acabaríamos otra vez igual. El petróleo da mucho pero dura poco. El turismo da poco pero dura mucho. Ahora las comunidades que trabajan con la petrolera no tienen y nosotros sí , resume Pancho Tapuy, guía del complejo turístico por tres semanas cada mes, con un sueldo de 5,600 pesos.

El proyecto fue concebido en 1998, pero logró ser fundado hasta el 2004. Hoy, reciben un promedio de 250 turistas cada mes, en un conjunto de cabañas con un sistema de energía mixto (solar y generador), que regresa al lago 90% del agua usada y cuya totalidad de 61 empleados son miembros de la comunidad capacitados en Quito para cumplir su trabajo. Por lo menos un miembro de cada familia trabaja, lo que garantiza ingresos para todos. Además, las mujeres se encuentran a cargo del manejo de una agencia de viajes.

Después de pasar la noche en el hotel, nos invitan a la comunidad para la inauguración de su nueva atracción, un globo aerostático, y la celebración del décimo segundo aniversario del nacimiento del proyecto. Al caminar, ves la que solía ser una cantina, recuerdo del trabajo petrolero; y en el presente, una clínica y la escuela que llega hasta el primer año de bachillerato, resultado de 12% de ingresos totales que se invierten equitativamente en tres rubros: salud, educación y cultura.

Queremos construir una universidad con dos carreras, una en ecología y una en turismo me cuenta Freddie Yumbo, de apenas 16 años, y agrega: Es apenas un plan. Ahora queremos resolver que nos quiten un pozo en el Tiputini, dentro de nuestro territorio, es ilegal en la reserva desde hace 15 años .

Así me lo confirma Jiovanny Rivadeneyra, gerente del proyecto, Repsol entró a nuestra reserva, nos están explotando , y agrega, pero lo importante es nuestro plan a futuro, queremos dedicar 40% del territorio a reserva ecológica, 20% para turismo, 20% para estudio científico y 20% actual de cultivo de palma . No siembran nada más, ahora, todos los alimentos los compran en El Coca, la ciudad más cercana.

El proyecto no se limita a los 175 habitantes de Añangu. Actualmente becan a estudiantes de asentamientos vecinos, a quienes proveen de vivienda, educación y alimentos. Para poder beneficiar a un número mayor, construyen actualmente más dormitorios, queremos abrir una fundación y formalizar la ayuda , comenta Jiovanny.

¿Y el Estado? Me lo encuentro en dos momentos. En el cobro de 10 dólares de impuesto por cada turista que llega al complejo. También en Bolivar Andi, el único invitado gubernamental al festejo, representante del Ministerio de Educación, ayudo con el proyecto educativo que tienen ellos me cuenta, están avanzando. Yo los felicito. El trabajo en el petróleo no es sustentable. Yo los felicito , concluye.

:: Ve más: Consulta la galería 3.

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