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Política

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Infancia rota: la depresión infantil, un mal en ascenso

De acuerdo con el INEGI, 2 millones de niños y adolescentes padecen depresión en México y en los últimos 20 años se ha duplicado la cifra de suicidios.

¿Por qué no vamos al cielo con los abuelos? Puede resultarle a los padres una pregunta tierna o inocente de sus hijos, pero en realidad es un foco rojo que no debe pasar inadvertido, pues las constantes fantasías infantiles sobre la muerte son un signo de depresión y pueden alcanzar tendencias suicidas en los menores, alerta Fernando López, miembro de la Asociación Psiquiátrica Mexicana.

Según Jacqueline Cortés, académica del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, UNAM, la depresión no es un trastorno único en adultos. La crisis económica, la inseguridad y las condiciones socioculturales actuales han hecho que las familias se fragmenten, lo que deja a los más pequeños del hogar en un estado vulnerable y fértil para la baja autoestima y tristeza permanente.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) 2 millones de niños y adolescentes padecen depresión. Por su parte, el Consejo Nacional de Población (Conapo), señala que en los últimos 20 años se duplicó el número de suicidios entre los niños y adolescentes al pasar de 1.4 a 3.7 por cada 100,000 habitantes y en el 2006 el suicidio constituyó la tercera causa de muerte infantil.

Tan sólo el análisis Estadística de suicidios de los Estados Unidos Mexicanos 2008 del INEGI reveló que durante ese periodo, 191 niños de 10 a 14 años se quitaron la vida y datos del Instituto Mexicano de la Juventud revelan que en México se suicidan alrededor de 600 jóvenes al año y que la incidencia es más alta en varones, pero la mujer lo intenta tres veces antes de conseguirlo y oscila entre adolescentes y jóvenes de 11 a 19 años.

No obstante, la académica de la UNAM, experta en terapia infantil, expresa que este número podría ser mayor, pues existe un subregistro de esta causa de fallecimiento y de los casos de intento suicida, hay niños y jóvenes que se autolesionan y los padres no se percatan de ello. Por lo general, los chicos presentan dos o tres intentos de suicidio antes de ser declarado .

El corazón late triste

Los nenes son muy frágiles ante estímulos medioambientales: las peleas familiares, el abandono por parte de uno o ambos padres, el desapego familiar, violencia intrafamiliar, abuso sexual o explotación comercial pueden llevar a un infante a una depresión severa, expresa el doctor Fernando López.

Hablando de niños de entre seis y siete años de edad, la idea de muerte apenas se comienza a interpretar, explica el experto, este concepto es abstracto, pues tiene que ver con la interpretación de símbolos, por lo que debe prestarse mucha atención cuando empiezan a falsear sobre el asunto con juegos en los que siempre hay muertos, dibujos de guerra, sangre y fallecidos o cuando emiten frases constantes como ¿y si mejor nos morimos todos?

La experta en psicoanálisis infantil, Sara Duec, académica de la Universidad Iberoamericana comenta que la falta de comunicación e información hacia los infantes, puede deprimirlos, ya que si la pareja se está separando hay peleas constantes, ellos se sienten culpables por el hecho. Si el padre o madre se acercara a explicarle los acontecimientos, el pequeño tendrá más seguridad.

Los factores sociales también influyen, ser víctima constante de abuso en la escuela por los otros compañeros, mejor conocido este fenómeno como bullying, puede desanimar a los escolares de educación básica. Representar un apoyo para el hijo resulta de vital importancia para evitar que caiga en depresión.

Si las agresiones vienen por parte de los jefes de familia, el maestros es pieza central para su recuperación. Por ello, Duec urgió a la capacitación de profesores en este campo para una adecuado reconocimiento y canalización a los centros correspondientes.

Llenar al pequeño de múltiples actividades puede resultar contraproducente a su desarrollo, afirma Duec. Si todo lo que hace durante el día son obligaciones y se pierde la cercanía y vínculo amoroso con los padres, el niño corre riesgo de encerrar sus sentimientos y perder la capacidad de expresión, lo que en algún momento derivará en depresión.

Hoy las circunstancias económicas demandan que los padres trabajen hasta doble jornada laboral, lo que limita el tiempo de estancia con su hijo. Esto fomenta el sentimiento de soledad en ellos, por lo que es común que tengan sentimientos de enojo e ira hacia ellos. Para compensar las horas perdidas, la experta recomienda pasar tiempo de calidad a lado de su chico.

Un juego, una charla, leerle un cuento, son actividades que fortalecen lazos y elevan el autoestima del menor. Saberse amado y apoyado es, según la experta en psicoanálisis infantil, la mejor arma para alejar la depresión.

analangner@eleconomista.com.mx

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