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Política

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La paz narca termina en Chilpancingo y Guerrero se sume en la violencia

Las movilizaciones y hechos delictivos ocurridos durante las últimas semanas en la capital de Guerrero obedecen al rompimiento de acuerdos de paz entre organizaciones criminales, señalan. Ante la debilidad institucional endémica en el estado, la delincuencia organizada ha evolucionado hacia la construcción de bases sociales que los tratan como gestores ante el gobierno.

Un camión fue incendiado el 5 de julio pasado en el lugar conocido el derrumbe, en la zona poniente de Acapulco. Foto: Cuartoscuro

Un camión fue incendiado el 5 de julio pasado en el lugar conocido el derrumbe, en la zona poniente de Acapulco. Foto: Cuartoscuro

Durante muchos años, la ciudad de Chilpancingo, Guerrero, vivió lo que puede llamarse una paz narca, pactada por los principales grupos de la delincuencia organizada, particularmente Los Tlacos y Los Ardillos, los cuales hoy están confrontados y eso explica, al menos en buena medida, la escalada de violencia y movilizaciones en las regiones centro, norte y montaña de esa entidad. Eso ocurre en un contexto estatal, donde se han incrementado el registro de atrocidades y ha quedado en evidencia que esas estructuras criminales cuentan con una base social.

David Saucedo, consultor sobre políticas públicas en materia de seguridad, considera que, todo parece indicar, que ambos grupos apoyaron las campañas electorales, tanto de la ahora gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado Pineda, como de la presidenta municipal de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, ambas militantes del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pero las disputas entre ambas organizaciones criminales han escalado y, al hacerlo, obligaron a las autoridades a tomar partido por uno de los dos, en este caso apoyar a los Tlacos.

En ese sentido, llamó la atención que el gobierno solo ha liberado órdenes de aprehensión en contra de integrantes de Los Ardillos.

Ante esa situación, se espera que ese grupo delictivo continúe reaccionando, con el fin de evitar que sus rivales, Los Tlacos, consigan hacerse de un anillo de protección desde el gobierno, además, habrá que ver si hechos violentos se expanden a otros municipios donde tienen presencia y en los que otras organizaciones criminales pueden tener la intención de aprovechar la coyuntura para ganar territorio.

El especialista, explicó que Los Ardillos, durante varios días de la semana que recién concluye, movilizaron a miles de personas para manifestarse en la capital del estado, con el fin de obligar a las autoridades a negociar con ellos.

Algunos especialistas señalan que Los Ardillos tienen presencia en 22 municipios y están vinculados a la policía comunitaria “Por la Paz y la Justicia”.

El analista explicó que ambas organizaciones criminales, como varias más que actualmente operan en Guerrero, tienen su origen en el cártel de Los Beltrán Leyva, que era una de las organizaciones más fuertes en la entidad a finales del siglo pasado. Otras eran células de Ismael El Mayo Zambada y del Cártel de Ciudad Juárez.

Cuando el gobierno federal abatió y/o capturó a los hermanos Beltrán Leyva (2008-2009), quienes operaban como sus jefes de plaza en comunidades de Guerrero se independizaron y se convirtieron en algo así como pequeños señores feudales, controlando ciertos municipios.

La organización Lantia Intelligence, en su Mapa Criminal 2019-2020, ubica el surgimiento de Los Ardillos entre 2011 y 2012 como una derivación de la familia Ortega-Jiménez, que a su vez operaban para La Barbie y este para Los Beltrán Leyva.

Con el tiempo, expandieron su área de influencia y se convirtieron en pequeños mini cárteles. De acuerdo con documentos clasificados de la Secretaría de la Defensa Nacional extraídos por la organización de hackers conocida como Guacamaya, actualmente operan en Guerrero entre 16 y 20 bandas de la delincuencia organizada que se disputan el control del tráfico de drogas, su venta al menudeo, así como otras actividades delictivas.

En el norte del estado operan Los Tlacos, La Bandera y la Familia Michoacana; en el centro del estado Los Tlacos, Los Ardillos y Cárteles Unidos.

En la región de Tierra Caliente, la Familia Michoacana, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y Los Tequileros; en la Costa Grande, el CJNG, Los Granados, Los Arreola, Los Maldonado, Los Viagra y la Familia Michoacana; en Acapulco Los Rusos y los CIDA, mientras que en la región de La Montaña Los Tlacos, Los Rojos y Los Ardillos y en la Costa Chica Los Rusos, El Cartel de Caborca, Los Añorve, Los Carrillo y Los Ardillos.

El especialista comentó que tanto los dirigentes de Los Tlacos, como los Ardillos fueron guardias comunitarios, que por cierto es una figura contemplada en la Constitución de Guerrero; sin embargo, sus organizaciones se dedicaron a una serie de actividades en las que se incluye el control de las rutas del transporte urbano.

Llamó la atención que algunas organizaciones criminales han decidido incrustarse en organizaciones sociales o bien abanderar demandas de servicios de las comunidades, con lo cual construyen base social.

Al final, tenemos una mezcla muy extraña de organizaciones como Los Ardillos, que son delictivas, pero que tienen el apoyo de líderes comunitarios, que tienen demandas sociales legítimas, dijo el analista.

Son células armadas de delincuentes, que mediante intimidación o amenazas consiguen el apoyo de las comunidades donde operan, aunque hay comunidades que los apoyan simplemente porque ven en ellos la posibilidad de tener acceso a servicios sociales, que, de otra forma no conseguirían, pues esos grupos delictivos hacen la gestión de apoyos gubernamentales como pozos de agua, caminos, etcétera. Eso ocurre por la debilidad institucional endémica en Guerrero, recalcó.

Aumentan atrocidades

Mientras eso ocurre, Guerrero sigue siendo escenario de decenas de atrocidades. De acuerdo con el informe “Galería del Horror: atrocidades y eventos de alto impacto enero-abril 2023”, elaborado por la organización civil Causa en Común, en el primer cuatrimestre del año se han registrado 128 hechos atroces en Guerrero. En 2022 se registraron 232, lo que quiere decir que en cuatro meses del año en curso, se cometieron el equivalente a más de la mitad de las que se registraron en todo el año anterior.

El número de atrocidades registradas en Guerrero, de enero a abril de 2023, representa 6.7% de los cometidos a escala nacional.

Esa entidad del sur del país, es la cuarta donde se cometen más delitos de ese tipo, solo superado por Chihuahua (190), Guanajuato (156 y Baja California (149).

Si se analiza el detalle de esos casos registrados en ese lapso, se observa que en Guerrero se registraron 12 masacres; 24 hallazgos de cuerpos con mutilaciones, descuartizamiento o destrucción de cadáveres; 1 hecho de calcinamiento; 64 casos de tortura; siete asesinatos de niños o adolescentes y 26 asesinatos de mujeres con crueldad extrema. Además, tres asesinatos de actores políticos, cinco asesinatos de funcionarios o actores relevantes en materia de seguridad, seis actos violentos en contra de la autoridad, se detectó una fosa clandestina y han ocurrido lo que los especialistas llaman dos jornadas violentas.

De los casos atroces ocurridos en esos primeros cuatro meses de 2023 en Guerrero, se tiene registro de 177 víctimas.

Para tener una idea del tipo de casos, uno de ellos fue el ocurrido el 28 de febrero, cuando fueron hallados los cuerpos desmembrados de cuatro hombres dentro de bolsas de plástico, en Acapulco, Guerrero.

En 2022 se registraron 232 casos de atrocidades, entre ellas al menos 108 casos de tortura, 59 casos de mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáveres y 32 masacres. Del total de atrocidades se tiene el registro de 395 víctimas.

Ejemplo de esas barbaridades es lo registrado el 15 de octubre de 2022, cuando se encontró una cabeza humana en el interior de una hielera, en Acapulco.

diego.badillo@eleconomista.mx

 

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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