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Política

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Labor doméstica, objeto de clasismo y discriminación

La invisibilidad y falta de reconocimiento de la labor que realizan los trabajadores domésticos priva a México de la posibilidad de atacar a uno de los elementos raíz de reproducción de discriminación, dijo el titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Ricardo Bucio.

La invisibilidad y falta de reconocimiento de la labor que realizan los trabajadores domésticos priva a México de la posibilidad de atacar a uno de los elementos raíz de reproducción de discriminación, dijo el titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Ricardo Bucio.

De acuerdo con cifras dadas a conocer por el INEGI, nueve de cada 10 trabajadores domésticos remunerados son mujeres; su edad promedio es de 40.2 años y 13% de estas personas cumple una jornada laboral superior a las 48 horas por semana.

Bucio explicó que el trabajo considerado como del hogar es una labor invisible tanto en su vertiente remunerada como en la no gratificada y no tiene reconocimiento social.

Ello permite la reproducción del clasismo, racismo y machismo, afirmó en entrevista a propósito del Día Internacional del Trabajo Doméstico, celebrado cada 22 de julio.

El Conapred expone que el trabajo del hogar, desafortunadamente, ni siquiera se considera trabajo con un valor económico y social, sino una obligación casi natural de las mujeres.

En términos económicos, precisó Ricardo Bucio, al no brindar justo valor a la actividad que realizan, el país pierde la posibilidad de integrar al trabajo formal a 2.3 millones de personas.

De los trabajadores domésticos gratificados, 34.6% percibe un salario mínimo o menos y sólo dos de cada 100 tienen acceso a servicios médicos como prestación.

Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, durante el 2012 el valor económico del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados fue de 3.061 billones de pesos, lo que representó 19.7% del PIB.

Una de las barreras para lograr revalorizar a esta actividad es la discriminación normalizada de las personas que se dedican a ello. Hay una percepción de menor valor social y económico de este tipo de trabajo , manifestó Bucio, y explicó que ello promueve que en las decisiones legales, de contratación y reparto de las tareas del hogar, predomine esta apreciación.

En México existe la disyuntiva entre la manera de avanzar en un sistema de derechos humanos legal, político social y económico sin perder los privilegios; muchos de los cuales, incluso, van en contra de las garantías fundamentales, sostuvo.

De acuerdo con Bucio, es necesario que el trabajo doméstico remunerado sea reconocido equitativamente en las leyes con base en el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Para el titular de la Conapred, el cambio legal es el que debe modificar las prácticas legales, mismo que -prevé- ocurrirá dentro de la próxima década.

ana.langner@eleconomista.mx

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