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Política

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Más de 800 días –y contando– sin justicia para Elena Ríos y una violencia feminicida creciente en México

Las agresiones y feminicidios con ácido y sustancias químicas han incrementado de manera importante durante los últimos años. María Elena Ríos Ortiz sobrevivió a un intento de feminicidio en 2019, han pasado 2 años y sigue buscando justicia. 

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Ilustración EE: Nayelly Tenorio

Han pasado 29 meses desde que María Elena Ríos Ortiz sobrevivió a un intento de feminicidio con ácido orquestado por Juan Antonio Vera Carrizal, exdiputado y empresario oaxaqueño que se encuentra en prisión preventiva, y su hijo, Juan Antonio Vera Hernández, que está prófugo. Además de tres autores materiales, de los cuales uno murió dentro del penal en donde se encontraba a la espera del juicio.

Más de 800 días –y contando– buscando y persiguiendo la justicia, sin juicio, sin sentencia, sin reparación de daños, pero sobretodo, sin paz y sin descanso. “Todos mis días son cansados desde entonces”, dice María Elena con pesar, coraje y hartazgo en su voz que escucho detrás del teléfono.

Pero ella no para. Ya hizo de todo y seguirá; sobrevivió a un intento de feminicidio, peleó por su vida durante meses en hospitales, pudo volver a casa, va a terapias, se recupera y reconstruye su vida, mientras tanto tuvo una asesoría jurídica, no avanzaba, entonces cambió a otra, insistió con una fiscalía, encontró la ubicación de su agresor, la envió, lo perdieron, llegó la nueva fiscalía, y el caso tampoco progresa; ella recreó los retratos de las posibles apariencias del agresor, los difundió, y todo lo ha hecho todo sola.

Porque como ella misma lo dice, “acá ya no estamos hablando de una incompetencia, sino de una falta de ánimo, de una complicidad y de la corrupción que existe en el Estado para no encontrar a mis agresores y hacer justicia”. En la violencia de género hay una particularidad: el Estado tiene una participación activa; no sólo no previene y no interviene, tampoco no actúa para dar justicia.

En entrevista con El Economista, María Elena señala una particularidad de su caso, su expareja, uno de los autores intelectuales del intento de feminicidio en su contra, Juan Antonio Vera Carrizal es una persona con “poder potencial político, económico e influencia en medios de comunicación locales, entonces hay un control, yo me pregunto, ¿qué intereses están de por medio para que el mismo Estado sea el que propicie las condiciones que blindan a mi agresor?”.

Pero estos más de dos años en la búsqueda de si quiera llegar al juicio no son todo. Malena, como la llama su gente cercana, no sólo ha sido revictimizada e ignorada por las autoridades y la gente, también es acosada en el mundo digital y en la puerta de su casa. Ella, su familia, sus abogadas.

“Desde ataques privados, amenazas de muerte, me dejan cosas de brujería en mi casa, me persiguen coches, me llaman y me cuelgan. Todo esto lo sabe el fiscal, Arturo Peimbert, y no pasa absolutamente nada".

"El acoso no acaba ahí, también hay un movimiento de desacreditación que han manejado como campaña política. La familia de mis agresores uniforma a señoras, generalmente de escasos recursos, les pagan 500 pesos para que vayan a marchar a la ciudad de Oaxaca con el eslogan ‘Juan Vera es inocente’ o ‘Libertad para Juan Vera’, si tú les preguntas a las personas por qué marchan ni siquiera lo saben, pero necesitan el dinero", dice María Elena.

De modo que no sólo se habla de una violencia solapada por el sistema, una impunidad agravada por las influencias, el poder y la corrupción e incluso por el desinterés y la falta de empatía de las autoridades. Se suma la desprotección y la omisión de lo vulnerables que son las mujeres que denuncian un delito de violencia de género. 

María Elena tenía protección local después del ataque, después se percató que era una especie de trampa por la cual estaba siendo vigilada. Acudió a la Ciudad de México y entró al Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Ella es saxofonista y comunicóloga, quería estudiar música en el extranjero, ahora toca pero para ella misma y cada nota que articula con su saxofón la es en protesta.

"Al final de todo, sobre todas las cosas que no alcanzaría a contarte en una entrevista, en eso me he convertido, en una defensora. Porque tengo que defender a María Elena, a mi familia y a todas las mujeres que se acercan, yo me tengo que pronunciar por todas las injusticias", dice.

Nos quitan todo y no nos pueden regresar ni la paz

Antes del 9 de septiembre del 2019, cuando uno de los agresores de María Elena se hizo pasar por un cliente para después intentar matarla con ácido, ella tenía una vida totalmente distinta. 

"Me quitaron todos mis planes, me quedé sin dinero, sin trabajo y sin profesión (...) lo único que quiero decir es que el mejor evaluador es el tiempo y ya pasaron más de dos años y todavía no hay justicia. El fiscal anterior no resolvió, y el actual fiscal, Arturo Peimbert me dijo que mi caso sería el primero que resolviera y ahora no me contesta el teléfono. Yo soy la que he tenido que gestionarlo todo, las fichas rojas, los retratos de mi agresor y hasta la difusión", dice.

Dice Malena, "yo ya no sé ni cómo expresar mi malestar, mis gritos de auxilio. Yo me he propuesto que esto sea un parteaguas para todos los agresores o feminicidas que pretenden lastimar a las mujeres con ácido". No tiene descanso, no tiene paz, pero tampoco tiene ganas de desistir.

Las agresiones y homicidios con ácido, una violencia que crece

Y lo más aterrador: Malena, como la llama su gente cercana, es la voz de miles de mujeres que han sobrevivido a la violencia de género y muchas más que ya no están y que todavía la justicia no les llega.

Cada día que pasa en México entre 9 y 11 mujeres son asesinadas, simultáneamente, es también un día más sin justicia para muchas otras. Y aunque la mayoría de estos asesinatos se ejecutan con armas de fuego, los asesinatos a mujeres con ácido y otras sustancias químicas han incrementado en los últimos años.

"Acá no es sólo María Elena, la que agredieron y más que lastimar su cuerpo, terminaron con todos sus proyectos de vida, son muchas mujeres más, somos 28 las que nos hemos atrevido a denunciar, pero hay más. El año pasado, 2021, es el año que se registraron más intentos de feminicidio con ácido", dijo. 

De acuerdo con el registro de muertes por homicidio del Inegi, durante todo el 2020 se registraron 6 asesinatos de mujeres con productos nocivos. Y sólo para la mitad del 2021 el número ya había trepado a 7. A escala global el 90% de los agresores de este tipo de violencia son hombres. 

Este debería ser un foco rojo fundamental en las políticas públicas para erradicar la violencia contra mujeres y niñas en México. El incremento de las agresiones con ácido y sustancias químicas es una señal inequívoca de la persistencia de estructuras especialmente misóginas. De acuerdo con la organización internacional de sobrevivientes de agresiones con ácido, este tipo de violencia tiene una altísima carga simbólica, tienen el propósito fundamental de marcar de por vida.

María Elena, una sobreviviente a un intento de feminicidio en una de las formas más particulares de violencia de género, sigue buscando justicia en uno de los países con mayores niveles de impunidad en el mundo y no se rinde. 

"Esta no sólo es mía, es de muchas mujeres a las que me sumo, porque aunque a ti no te conocía y tampoco conozco a muchos de los rostros que han salido a gritar mi nombre en las calles. Hacer justicia para todas, eso me mantiene de pie". 

Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México. Periodista especializada en género, derechos humanos, justicia social y desarrollo económico.

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