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Política

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Pueden convertir la Constitución en manifiesto de grupo político, advierte Jesús Garza Onofre

Eso es muy peligroso, porque puede perpetuarse en el poder un grupo político y hacer que la Constitución sea más bien su ideario y no un documento que refleje a todas las disidencias y a todas las minorías del país, indica

Foto: Especial

La constitución, en lugar de ser factor de unidad, de construcción de país, de identidad, puede terminar convirtiéndose en una especie de manifiesto del grupo político en turno, advirtió el académico, Juan Jesús Garza Onofre.

Entrevistado con motivo de la puesta en circulación del libro “La Constitución desconocida. Teoría y práctica de todo lo que siempre quisiste saber sobre tu Constitución”, editado por Taurus y realizado en coautoría con Javier Martín Reyes, subrayó que eso es muy peligroso, porque puede perpetuarse un grupo en el poder y hacer que la Constitución sea más bien su ideario político y no un documento que refleje a todas las disidencias y a todas las minorías del país.

Si el poder político en turno ignora a las minorías, a las disidencias, a los poderes contramayoritarios, entonces el sentido de tener una Constitución se convierte más bien en una especie de retórica partidista, indicó.

¿Cuál es el objetivo del libro?

Que más gente se interese por la Constitución y que lo haga de una manera más accesible y sencilla que abrir directamente la Constitución.

La Constitución mexicana es una de las más largas del mundo; es la más reformada de todo el mundo; está escrita en lenguaje técnico, en el famoso abogañol.

Si más personas se involucran en la manera en que está estructurado ese acuerdo fundante de nuestra nación, que es la Constitución, podríamos tener una ciudadanía más consciente de los bienes públicos y de las instituciones que enarbola este país.

¿Cuál sería la reflexión que deberíamos hacer en estos momentos respecto de la Constitución si tomamos en cuenta que en el Congreso hay una batería de al menos 17 reformas constitucionales y se acaba de promulgar una, la que reforma el poder judicial, la cual ha generado más incertidumbre que certezas?

Lo que estamos viendo en estos momentos en el Congreso es la posibilidad de tener prácticamente una nueva Constitución, sin necesariamente hacer una nueva Constitución.

Este conjunto de reformas constitucionales lo que van a hacer es cambiar por completo el entendimiento del régimen como lo habíamos conocido los últimos 30 años.

En ese sentido, la reflexión, es que muchas personas se están interesando, en asuntos como ¿qué es la sobrerrepresentación de partidos políticos en el Congreso?, y ¿qué es el Consejo de la Judicatura Federal?

Sí, llegamos muy tarde a esa discusión, pero cuando una mayor cantidad de personas sean conscientes de lo que ahí se establece y cómo se debe garantizar eso a lo que se comprometen los legisladores, tarde que temprano van a exigir que se cumpla.

Cuando vean que se cambió al poder Judicial, con el argumento de que ahora ya no haya corrupción y para que ya no se liberen delincuentes (como lo dijo el presidente, Andrés Manuel López Obrador y suscribió la presidenta electa Claudia Sheinbaum) y en realidad no va a servir para eso, se van a dar cuenta que a los políticos en turno les sale muy barato cambiar la Constitución.

La reflexión que tendríamos que hacer es entender que una cosa es la teoría de la Constitución y otra la práctica misma. Entender que es muy fácil cambiar la constitución, pero mucho más difícil cambiar la realidad.

¿Por qué se incumple casi sistemáticamente la constitución? Seguramente alguien puede decir, oye, ¿no se nos pasaría la mano al construir esta Constitución poniendo en ella cosas que parece que no se pueden cumplir?

Hay una especie de fetichismo constitucional en donde parecería que tenemos un mejor país si se cambia la Constitución. Con ese argumento ponemos el derecho al Internet, al deporte, a la alimentación.

Se cambia la Constitución, pero no se desarrolla ni la legislación secundaria ni se crean instituciones sólidas para poder garantizar eso que ahí se menciona.

Eso va a ser la reforma al poder Judicial. Ya pusiste en la Constitución que los jueces se van a elegir de manera popular, pero nadie sabe de dónde van a sacar dinero para sus campañas; cuáles van a ser los límites para poder financiar las mismas; cuáles van a ser los mecanismos de rendición de cuentas, una vez que sean electos.

Un segundo factor, es la profusa reforma constitucional que caracteriza a nuestros legisladores de la Constitución.

Parecería que cada presidente de la República quiere dejarle su sello personal.

Durante este sexenio fueron los programas sociales; con Enrique Peña Nieto, el Pacto por México; con Calderón, la Policía Federal; con Vicente Fox, la Transparencia.

Parecería que es más fácil cambiar la Constitución que cambiar la realidad. Y, en ese sentido, sí creemos que el hiperreformismo es uno de los factores que más perjudican y que más desfondan el espíritu propiamente de la Constitución.

¿Qué piensan de la situación en que se encuentran hoy los operadores de la constitución?

La constitución es muy importante para solo dejársela a los abogados y a los políticos. Si las personas, si el pueblo realmente conociera los derechos y lo que tienen ahí enmarcado, creemos que otra sería la realidad.

Qué bueno que tengamos una Constitución tan llena de derechos, pero al final del día es una Constitución que ya más bien parece un Frankenstein.

Es una constitución que la han parchado tanto que quienes se encargan de hacerla operativa, pues simple y sencillamente o la desconocen o la moldean a su conveniencia. Los legisladores ni siquiera saben lo que votan y las personas no se informan.

Una reforma tan importante como la del poder Judicial o como la de los organismos constitucionales autónomos, tendrían que tener un referéndum, en el que la gente vote y decida qué hacer.

El problema aquí es que la manera en cómo se aprobó y cómo fue dictaminada la iniciativa que reforma al poder Judicial, claramente nos habla de la necesidad de un estudio de ciertos estándares éticos y políticos en el teatro de la nación.

¿Así como la constitución ayuda a construir una nación puede en algún momento ayudar a destruirla?

No hay que olvidar que incluso en los regímenes totalitaristas y autoritarios existe una constitución. En Venezuela y en la China popular, existe una constitución.

La constitución, antes que ser un factor de unidad, de construcción de país, de identidad, se termina convirtiendo en una especie de manifiesto del grupo político en turno y esto es muy peligroso, porque un grupo político puede perpetuarse en el poder, puede hacer que la Constitución sea más bien su ideario político y no un documento que refleje a todas las disidencias y a todas las minorías que van haciendo parte de este territorio.

Si el poder político en turno ignora a las minorías, a las disidencias, a los poderes contramayoritarios, pues parecería que entonces el sentido de tener una Constitución se convierte más bien en una especie de retórica partidista.

Seguramente en estos momentos hay más comentarios pesimistas que optimista respecto de la Constitución, pero seguramente hay una buena noticia de la constitución que hoy tenemos. ¿Es importante defender la constitución que hoy tenemos?

Creo que, a ver, yo te diría lo positivo, es que la gente cada vez más está hablando y conociendo la Constitución.

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Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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