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El valor de los intangibles en la era de la digitalización
Los negocios requieren activos, tanto tangibles como intangibles para su operación. Los activos tangibles son los que tienen sustancia física o financiera. Dentro de los activos tangibles más comunes tenemos el efectivo, los inmuebles, la maquinaria, el equipo de transporte. Los activos intangibles son aquellos que no tienen sustancia física. Dentro de los activos intangibles más comunes están las marcas, las relaciones con nuestros clientes, el software, la tecnología.
Dentro de los diversos activos en el balance general de las empresas, los activos tangibles son relativamente fáciles de valuar. Son bienes que se intercambian en mercados más o menos transparentes y activos. Son típicamente objetos físicos con valores monetarios finitos, que se deprecian y van perdiendo valor con el paso del tiempo y el uso. Por otro lado, los activos intangibles suelen ser más difíciles de comparar con otros activos en el mercado; son “únicos” en muchos sentidos. Algunos, en lugar de depreciarse, pueden incrementar su valor con el uso. Aunque otros, pueden ser sujetos a una pérdida de valor acelerada por cuestiones de obsolescencia. El rápido cambio en las tecnologías y la demanda de novedades por parte del consumidor, pueden hacer que un activo intangible pierda su valor de un momento a otro, al ser sustituido por una nueva versión.
La transformación digital o digitalización se refiere a la capacidad de la tecnología digital para recopilar datos, establecer tendencias y tomar mejores decisiones comerciales. La rapidez con la que se están dando las innovaciones, al facilitar la integración de nuevas tecnologías y de una mayor velocidad de procesamiento, está volviendo las operaciones más complejas. ¿Quién se imaginaría que el mercado de big data y análisis de negocios llegaría a 193,000 millones de dólares en 2019, con la expectativa de duplicarse en menos de una década?
El valor de los intangibles sigue creciendo, ya que las empresas dependen cada vez más de la tecnología y la innovación para competir. Así lo reconoce el comité de emprendimiento del IMEF al hablar de la relevancia del intraemprendimiento. La inversión en activos intangibles se ha convertido en un impulsor cada vez más relevante del crecimiento de la productividad en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. El desarrollo sin precedentes de nuevas tecnologías es percibido, cada vez más, como la fuente de crecimiento futuro.
Hoy en día, estos activos suelen ser el diferenciador que otorga la mayor ventaja competitiva. ¿Cuánto vale tu marca?, ¿cuánto vale tu reputación?, ¿los puedes reemplazar?, ¿cuánto tiempo, dinero, esfuerzo significaría hacerlo?, ¿cómo los proteges?
Como cualquier otro activo, el valor económico de los intangibles está directamente relacionado con su capacidad de generar flujos de efectivo para su propietario o para quien los utiliza. Las ideas son valiosas, pero una idea sin un buen plan de ejecución probablemente no va a generar utilidades. Entonces cómo explotamos el intangible y qué sinergias podemos generar con otros activos, se vuelven clave en su valuación.
Y no es sólo cuánto nos genera, también es importante identificar cuánto nos cuesta. No en vano maximizar la entrega de valor forma parte de la visión del IMEF y de otras muchas organizaciones. La información contenida en bases de datos, por ejemplo, representa un costo para almacenar, mantener y proteger, y también representa un riesgo en caso de que perdamos el control de esta. Si el riesgo supera al rendimiento asociado, es un activo que no está aportando a la generación de valor.
Dicen que sólo puedes administrar lo que puedes medir y que, si no lo puedes medir, no lo puedes mejorar. He ahí la relevancia de identificar y conocer el valor de los activos intangibles: pueden ser el diferenciador que explote el potencial del negocio sin la limitación de los activos físicos. La pandemia nos lo ha demostrado.
La autora es expresidenta Nacional del IMEF.