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Inminente restricción monetaria
El margen de maniobra de la política monetaria a nivel global continúa reduciéndose ante la persistencia de las presiones inflacionarias, las cuales repuntaron de manera significativa en 2021 y se han extendido al inicio de 2022. Más allá de la restricción de condiciones monetarias experimentada en varias economías emergentes el año pasado, en esta ocasión se le unirán el Banco de la Reserva Federal y otros bancos centrales de economías avanzadas. Esta situación ha comenzado a generar incertidumbre en torno a sus efectos sobre la actividad económica, al mismo tiempo que ha ocasionado una mayor volatilidad en los mercados financieros.
El mundo continúa enfrentando varios choques de oferta que han resultado en un repunte adicional en el precio de las materias primas (e.g. energéticos, metales y agropecuarios) y el encarecimiento en la estructura de costos de las empresas. Como resultado, se ha observado un creciente traspaso de estas presiones en precios hacia los consumidores. Este proceso de formación de precios ha mostrado una naturaleza de mayor persistencia, lo cual además ha generado una contaminación en expectativas más allá de lo deseable para todos los agentes económicos.
Esta situación ha suscitado un escenario muy complejo para los bancos centrales, quienes tendrán que atender el problema de una inflación persistentemente alta, pero sopesando el riesgo que implica retirar el estímulo monetario sobre una recuperación económica que sigue siendo compleja, heterogénea y, en la mayoría de los casos, incompleta. Para economía emergentes –como la mexicana–, la situación se complica aún más si tomamos en cuenta que los bancos centrales tendrán que reaccionar de manera oportuna ante posibles incrementos en la tasa de interés de referencia en EU, considerando los efectos potenciales sobre los flujos de capital y el comportamiento de sus divisas.
Se alinean los astros para una normalización de la Fed
Varios miembros del Banco de la Reserva Federal han reconocido que ya se han cumplido las condiciones de su mandato dual para comenzar el ciclo de alza de tasas tan pronto como en su próxima decisión de política monetaria el 16 de marzo. Más aún, las expectativas en torno a las futuras acciones de política monetaria se han modificado de manera importante en muy poco tiempo, decantándose por una previsión de varios incrementos en este 2022.
Por un lado, la economía se encuentra prácticamente en una situación de pleno empleo. Un ejemplo de ello fue el más reciente reporte del mercado laboral que se publicó el pasado 4 de febrero. En enero se observó una fuerte creación de 467,000 nuevas plazas y una tasa de desempleo en 4%. Tanto la cifra de enero como las revisiones al alza de los dos meses previos fueron muy elevadas a pesar de los repuntes de casos por ómicron. Además, el año pasado se incorporaron 7.2 millones de personas al mercado laboral, con lo cual la economía norteamericana se encuentra únicamente a 2.9 millones de empleos de regresar al nivel previo a la pandemia, después de haber observado una estrepitosa pérdida de 22.4 millones en el punto más álgido de 2020.
Por otro lado, la inflación continúa mostrando una tendencia al alza, sorprendiendo de manera negativa al consenso de analistas y participantes del mercado. En días recientes se publicó el reporte de precios al consumidor al mes de enero, reflejando una inflación anual que aumentó de 7.0% al cierre de 2021 a 7.5%. Este nivel –no observado en cuatro décadas– y una contaminación en las expectativas han puesto en alerta a varios miembros del Fed, quienes han sido muy vocales respecto a la necesidad de normalizar condiciones monetarias antes de lo previsto y a una mayor velocidad.
Banxico continuará con el ciclo de alza de tasas
Bajo esta coyuntura, el Banco de México tendrá que continuar con el incremento en su tasa de interés. Apenas el 10 de febrero –en su primera decisión de política monetaria de 2022 y ahora con Victoria Rodríguez como Gobernadora– el banco central optó por incrementar en 50 puntos base su tasa de interés, en línea con lo que se esperaba, llevándola de 5.50% a 6.00%. La retórica al interior del comunicado que acompañó la decisión se mantuvo hawkish, sugiriendo que el ciclo de restricción monetaria continuará, no solamente atendiendo una dinámica de inflación aún adversa, pero también con la necesidad de responder oportunamente a los muy probables incrementos en la tasa de interés de referencia en EE. UU. que veremos a lo largo de los próximos meses.
En suma, podemos identificar una similitud en este 2022 respecto al año previo en términos de los desafíos que seguirá enfrentando la política monetaria global, pero cada vez con menores grados de libertad. Con ello, los tomadores de decisiones en los mercados financieros, las empresas, gobiernos y en otras esferas tendrán que ajustar su estrategia para enfrentar una coyuntura compleja, con condiciones monetarias más restrictivas a lo largo del año en medio de una pandemia que aún no cede.
*El autor es director general Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte.