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Las políticas monetaria y fiscal están cerca del límite: Agustín Carstens
Necesitamos encontrar fórmulas que vayan más allá de dichas políticas para inducir el crecimiento económico y la recuperación del empleo, dice el gerente general del Banco de Pagos Internacionales. El repunte de la inflación tiene que ver con grandes alzas de precios en pocos bienes o servicios… No es recomendable una política monetaria que fuerce la baja de todos los precios para resolver la distorsión en algunos mercados.
“A esta crisis entramos todos los países al mismo tiempo, pero cada uno saldrá en diferente momento y de diferente forma… El gran reto sigue siendo la reactivación de la economía, pero hay que tener claro que las políticas monetaria y fiscal están cerca del límite, advierte Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por su sigla en inglés).
“Necesitamos encontrar fórmulas de inducir el crecimiento económico y la recuperación del empleo, a partir de reconocer que no todo es monetario o fiscal. Encontrar cómo incentivar la inversión y estimular la competencia económica para tener crecimiento sostenible… El reto es múltiple: encontrar soluciones en el terreno de la salud y aprender a convivir con el virus, atender políticas que son muy relevantes como la educativa”.
La inflación está en el centro de las preocupaciones de los bancos centrales y en este momento, con mayor razón. Al respecto comenta Carstens: “Estamos viendo variaciones muy grandes de precios en un número contenido de productos y servicios… Estas variaciones tan grandes de precios tienen que ver con las distorsiones de oferta y demanda que se dieron en muchos mercados… Nunca se había cerrado la economía de todos los países de golpe”, explica el economista mexicano, radicado en Basilea para dirigir el llamado banco central de los bancos centrales.
“Nunca había ocurrido una suspensión inducida de la actividad económica a gran escala. Luego, vivimos la reapertura de la economía, a diferentes velocidades y con diferentes niveles de coordinación. Este proceso de cierre y apertura generó muchas de las distorsiones. Podemos tener confianza en que el aumento de precios es temporal y que estas distorsiones se irán corrigiendo… Hay que tomar en cuenta que una gran parte del comercio mundial se vio interrumpido por la pandemia. El caso de los chips o los semiconductores y su impacto en muchas industrias es un ejemplo”, afirma.
Los bancos centrales han hecho un trabajo sobresaliente, de la mano de las políticas fiscales, “si hace un año me hubieran dicho que estaríamos en este punto, hubiera pensado que eso era muy optimista. El hecho es que se evitó que la crisis económica se convirtiera en una crisis financiera y ahora ya estamos hablando de recuperación o reactivación”. Se ha hecho mucho, pero la labor no ha terminado: “hay que poner atención a las expectativas inflacionarias y anclarlas. La política monetaria debe mandar señales de que los bancos centrales están comprometidos con mantener la inflación bajo control… Si las expectativas inflacionarias se desanclan podríamos vivir un proceso donde las expectativas de más inflación generan más inflación”.
Para la amenaza inflacionaria, la solución no sería apretar demasiado la política monetaria, de acuerdo con el ex gobernador del Banco de México, “no es una buena idea forzar a la baja los precios de todos los bienes y servicios para compensar aumentos en los precios que responden a factores que no son monetarios. Esto no ayudaría al resultado económico final que estamos buscando… Es necesario tener una lectura precisa de cuáles son esas distorsiones particulares en algunos mercados porque quizá estas distorsiones pueden ameritar políticas económicas específicas”.
El doctor Carstens sostuvo una conversación desde Suiza con un grupo de periodistas mexicanos, que están en la ciudad de México. En el centro de la charla están los comentarios al reporte anual del BIS, un documento que es referencia global en materia de política monetaria y el papel de los bancos centrales.
“No es momento de que los bancos centrales tomen medidas extraordinarias. Muchos de estos aumentos se van a resolver por sí mismos. Tienes el caso de los autos seminuevos que en Estados Unidos subieron 40%, esto será por única vez. Están también algunas industrias que vivieron deflación en el 2020 y ahora registran aumentos que son muy significativos o el efecto de comparación”.
La comunicación, el reto de los bancos centrales
La comunicación es un reto muy grande para los banqueros centrales, reflexiona Carstens. “Uno de los mayores retos para los bancos centrales es mejorar su comunicación, explicar qué está pasando y lo que están haciendo. En un ambiente donde hay mucha incertidumbre, la sociedad quiere una guía, que alguien les pueda decir qué está pasando y hacia dónde vamos. Tendemos a hablar de manera muy técnica y por eso no logramos alcanzar al máximo de la sociedad. Se trata de identificar los problemas y trasmitirlos, sin perder credibilidad… Es muy importante y los bancos centrales le están invirtiendo mucho”.
En materia de comunicación, pone como referencia la Reserva Federal de Estados Unidos, “la Fed ha sido clara y el mensaje que está mandando es el adecuado. Ha sido extremadamente cuidadosa en telegrafiar cuáles son sus intenciones, su plan es ajustar las tasas de manera gradual. Han dicho que serán muy pacientes. Este mensaje ha generado problemas porque los mercados son muy impacientes. Saben que las tasas van a subir y tratan de anticipar las consecuencias. Viviremos periodos de volatilidad en ese estira y afloja de la Fed y los mercados”.
En la conversación se acordó que no habría referencia concreta a la política monetaria de ningún país en particular, pero el propio Agustín Carstens rompe esta premisa y lo justifica: “lo que haga la Fed es relevante para explicar o predecir lo que harán otros bancos centrales…Para la recuperación económica global fue muy importante la decisión de la Reserva Federal de mantener las tasas en niveles de cero. Ayudó mucho a su país, pero también ayudó al resto del mundo… Un alza de las tasas en Estados Unidos podría traer repercusiones en el servicio de la deuda de los países emergentes”.