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Semiconductores: de 2,300 transistores a 14,200 millones en 50 años

Visitamos el museo Intel tiene en sus oficinas centrales de San José, California, donde uno puede conocer la historia de las diminutas máquinas que han llegado a poner a la economía global en aprietos.

Primer logotipo de Intel. Foto EE: Rodrigo Riquelme

Primer logotipo de Intel. Foto EE: Rodrigo Riquelme

Suele ser ya un lugar común en la industria tecnológica decir que los circuitos integrados, chips o semiconductores son el objeto más complejo jamás creado por el hombre, pero es que estos pequeños artilugios, fundamentos de la era digital que se vive, son una proeza de la ingeniería y la técnica del ser humano.

Entre 1971, cuando la firma estadounidense Intel lanzó el primer microprocesador integrado en una sola pastilla (chip), el 4004, hasta el lanzamiento del procesador Intel Core K de decimotercera generación, el número de transistores que dan vida a estos artefactos ha crecido exponencialmente, como lo predijo Gordon E. Moore, en su famosa ley.

Los transistores son dispositivos electrónicos que permiten el paso de una señal eléctrica en respuesta a otra y se han constituido como la base de la electrónica moderna, pues es gracias a ellos que los dispositivos electrónicos y las computadoras pueden procesar la información con la que las alimentamos.  

Además de enunciar la ley empírica que afirma que el número de transistores en los microprocesadores se duplicaría cada dos años, Moore fundó Intel junto con Robert Noyce en 1968, y ambos convirtieron a la compañía en una de las joyas de la corona de la tecnología avanzada estadounidense.   

Visitamos el museo que la compañía ha instalado en sus oficinas centrales de San José California, donde uno puede conocer la historia de las diminutas máquinas que han llegado a poner a la economía global en aprietos y que se consolidan como el centro de una nueva estrategia geopolítica que distintos países, como Estados Unidos y China, han comenzado a emprender. 

Intel comenzó como una compañía que producía memorias digitales, pero en apenas tres años, logró producir el 4004, un procesador con 2,300 transistores que también fue el primer procesador disponible comercialmente.

Tres años después, la compañía lanzó el 8080, un modelo que contaba con 4,500 transistores y que multiplicaba por 20 la velocidad de procesamiento del 4004, además de que se convirtió en el cerebro de la primera computadora personal de la historia, la Altair 8800.

Después de 4 años, Intel lanzó dos circuitos, el 8086 y el 8088. Este último se convirtió en la Unidad Central de Procesamiento (CPU) de la primera computadora personal de IBM, la 5051, que, en comparación con la Altair 8800, cuenta con un diseño más semejante al de las computadoras contemporáneas, pues incluye un monitor y un teclado.

En los años 90, Intel tuvo que dejar de ponerle números como nombres a sus procesadores, debido a que los números aislados no pueden ser registrados como marcas, con lo que dio comienzo a la serie Pentium, que se volvió sumamente popular entre las personas que veían la llegada del cómputo a sus casas por primera vez.

Más de 10 años después, en 2006, Intel introdujo la serie Core, que sustituyó a Pentium entre los circuitos que la compañía destina al consumo masivo y que mantiene hasta la fecha, con la aparición del Intel Core Ultra, que será lanzado en diciembre de 2023, y que será el cerebro de las primeras computadoras destinadas específicamente al uso de la Inteligencia Artificial por el consumidor común.

* Intel cubrió con los gastos de transporte, alimentación y hospedaje del reportero que realizó la  cobertura, con la que fue posible realizar el presente artículo.

rodrigo.riquelme@eleconomista.mx

Reportero de Tecnología

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