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Turismo

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Columbia Británica, un destino para el placer y el esquí

Dos centros de esparcimiento en la provincia canadiense de Columbia Británica ofrecen la oportunidad de extender el periodo de estancia y disfrutar de un entorno nevado.

No sólo es su multipremiado centro de convenciones, que se ha convertido en la meca de los meeting planners, o su aeropuerto, reconocido en diversas ocasiones como el mejor de América del Norte. Ante todo, Vancouver tiene el encanto de su riqueza natural que hace, incluso de los viajes de negocio, una experiencia diferenciada.

Reconocida como una ciudad top para el turismo de negocios y reuniones en Canadá, Vancouver invita a los grupos de ejecutivos y convencionistas que traspasan sus límites acuáticos a disfrutar todo tipo de escenarios, desde su faceta cosmopolita hasta sus parques, lagos, playas y montañas.

El encanto Sun Peaks

A menos de una hora de vuelo de Vancouver o aproximadamente cuatro por carretera, la Columbia Británica ofrece un resort acogedor y pintoresco, con la apariencia de un cuento de Navidad. Un lugar seguro y compacto.

Se trata de Sun Peaks en Kamloops, destino que no tendrá la fama de Whistler, pero que es considerada la segunda área de esquí más grande del país norteamericano y el destino perfecto para aquellos que buscan un lugar acogedor y accesible.

Cada estación del año presenta a turistas una experiencia única: desde el enorme campo de golf en verano hasta el senderismo de montaña. Pude viajar en una temporada perfecta para aprender a esquiar.

El ambiente tranquilo, colmado de gente amable y servicial de Sun Peaks me hicieron ganar confianza, pese a que no perdía los nervios por lo que iba a hacer.

Una caminata por las abundantes tiendas locales e incluso una parada en una de las muchas cafeterías y restaurantes seguro ayudarían a relajarme. Pero elegí llegar directo a la recién remodelada habitación del Sun Peak Grand Hotel & Conference Centre.

El confort de aquel escenario con calor de hogar estuvo a punto de envolverme, de hacerme permanecer bajo techo, pero estaba decidida a salir a practicar esquí.

Rumbo a mi primera lección, me impresionó ver cómo todos salían de su hotel o de sus casas para comenzar a esquiar con la naturalidad de quien monta una bicicleta en alguna ciudad. De hecho, los niños asisten a la escuela, muy arriba en la montaña, con sus esquíes puestos. Los paisajes me resultaron memorables y no dejé de apreciarlos incluso a la velocidad de mis deslizamientos, que era, seguramente, mucho menor a la que percibía.

Como principiante, después de algunos ejercicios de calentamiento, comencé a deslizarme en las colinas más pequeñas, aprendiendo los movimientos adecuados para ir más despacio, girar y detenerme.

La experiencia, en principio terrorífica, terminó pareciéndome adictiva y no podía parar de esquiar, a pesar de las pequeñas caídas.

Si el día fue bueno, la noche resultó espectacular. A la tenue luz de la luna, hice senderismo de montaña con unas botas especiales que me permitieron, además, escalar.

Al poco tiempo de caminata, mis ojos se acostumbraron a la oscuridad y apreciaron como un lujo el resplandor de la luna y las estrellas.

Envuelto por grandes árboles, el camino mostraba, en partes, excedentes de nieve, al grado que ésta llegó a cubrirme las rodillas.

Haber alquilado la ropa adecuada me protegió del frío y me permitió llegar cómoda y segura hasta donde me esperaban una fogata y un jugo de manzana caliente, acompañado de bombones asados y galletas.

La conquista del paladar

Más allá de estas golosinas deliciosas, la oferta gastronómica de Sun Peaks tiene la capacidad de seducir paladares.

De una degustación de pulpo en vinagre, tocino en miel, una variedad de quesos y jamón serrano en Voyageur Bistro pasé a algo más universal en el Bottoms Bar & Grill que, en un ambiente relajado, puso ante mis ojos sándwiches, hamburguesas, sopas, calamares, ensaladas y hasta las famosas papas poutine, bañadas en queso y salsa de carne.

Para los desayunos, la recomendación es ir a una de las creperías que ofrecen variedad de sabores salados y dulces, que se hacen acompañar de chocolate caliente o café.

Eventos entre la nieve

Sin renunciar al placer de su visita, el viajero de negocios contará con infraestructura para realizar pequeños eventos y actividades corporativas.

El Sun Peaks Grand Hotel & Conference Centre recientemente invirtió 7 millones de dólares para renovar sus habitaciones, dándoles un toque contemporáneo y rústico. Con sus actividades, sus vistas espectaculares del pueblo y las montañas que lo rodean, servicios de masajes, un gimnasio y una alberca al aire libre con agua caliente, este lugar ofrece una experiencia de calidad.

El centro de conferencias del hotel incluye una sala de consejo, áreas con luz natural y acceso a la terraza. Los paquetes son todo incluido, con opciones asequibles y sencillas de planear.

La alternativa de big white

A un par de horas de distancia de Sun Peaks hay otra alternativa donde dar rienda suelta a mi nueva pasión: esquiar.

Se trata del Big White Ski Resort, con el pueblo más grande para esquiar en Canadá, una nieve que se caracteriza por ser muy suave y una temperatura benevolente que permite el disfrute de un amplio abanico de actividades, desde el cada vez más popular tubing, que lleva las velocidades de los deslizamientos a un nivel más divertido montando una gran neumático, hasta los paseos en trineos halados por caballos o perros de montaña, que atraviesan el bosque de Kelowna, en dirección a una cabaña donde se espera a los paseantes con una deliciosa cena.

Caminatas en las montañas que regalan postales inolvidables, fogatas que reconfortan el alma y hasta fuegos artificiales redondean la oferta de este lugar.

Un tanto más amplio que el resort anterior, Big White está tan bien distribuido que no hay filas para esquiar. Cada hora puede haber 28,000 personas practicando el deporte y disfrutando de la caída vertical más grande de América del Norte. El terreno genera una adrenalina inigualable para principiantes y expertos.

Big White cuenta con una zona de shopping y una veintena de restaurantes, cafés, bares y clubes nocturnos, entre los que se incluyen The Woods y Sessions Taphouse, donde los turistas encuentran todo tipo de comida y experiencias.

Amante del café, me consentí con uno de los Gunbarrel Coffees en el Gunbarrel Grill. Esto es una bebida que, además de deliciosa, va acompañada de un espectáculo que involucra a una escopeta, llamas y licor.

A diferencia de Sun Peaks, donde basta salir de casa para empezar a  esquiar, en Big White es necesario transportarse en teleférico hacia la zona de pistas.

Las bajadas en la montaña de Big White son más altas, así es conveniente primero haber practicado en Sun Peaks. No obstante el nivel de dificultad, ciertamente retador, no se convierte en una tortura para los amateurs.

En este segundo destino, me hospedé en el Inn at Big White, un hotel antiguo que incorpora una pequeña cocina, comedor y fogata en las habitaciones. Los turistas que viajan a este resort también pueden rentar un departamento o casa durante su estancia. Esa opción es perfecta para quienes van en familia o con un grupo de personas.

Turismo de reuniones

El Inn at Big White cuenta con casas de lujo, condominios y tres hoteles: Chateau Big White, Inn at Big White y The White Crystal Inn, perfectos para viajes de planeación estratégica y team building. Los viajeros de negocio pueden personalizar su paquete, incluyendo la comida, estancia y actividades. Para ello, cada hotel tiene su propia sala de conferencias con características distintas.

El Big White Ski Resort requiere que la estancia sea reservada a través de Big White Central Reservations; en White Crystal Inn es necesario apartar, como mínimo, cuatro cuartos, y Chateau Big White pide al menos dos habitaciones. Las reservaciones de salones de conferencia deben de ser en el mismo hotel donde uno se está hospedando. 

El Inn at Big White tiene una sala de conferencias con hermosas vistas a las montañas, es de 60 metros cuadrados y caben hasta 30 personas.

La sala de conferencia en The Chateau Big White está en el centro del pueblo. El cuarto es de aproximadamente 39 metros cuadrados y tiene un cupo de 20 personas.

El White Crystal Inn Conference Room incluye una chimenea, haciendo que la sala esté calientita y acogedora. Ésta es de 83 metros cuadrados y puede recibir a 45 personas.

Ideal para viajes de incentivos, con infraestructura para pequeñas reuniones y con la novedad de los paisajes nevados, al menos para el mercado mexicano, así es como la Columbia Británica invita al turismo de negocios y enamora a quienes la conocen para regresar con sus familias.

ana.delgado@eleconomista.mx

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