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Opinión

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Banco Mundial: Aguafiestas

La cancelación  discrecional de inversiones ha sido particularmente dañina para deteriorar la propensión a invertir por parte de los empresarios...

En la conferencia mañanera del lunes de la presente semana el presidente López Obrador sentenció que en el frente de la economía “en nuestro país vamos bastante bien”. Sin embargo, los economistas del muy prestigiado Banco Mundial no parecen estar de acuerdo con esa opinión. En tal sentido, en el documento recién publicado “Perspectivas Económicas Globales” el organismo internacional explica que el gobierno de la 4T será el de más reducido crecimiento económico de los últimos 36 años y además el desempeño de la economía mexicana resultará el más bajo durante los últimos cuatro años en el contexto de América Latina. Y para el año 2023, el organismo predice un crecimiento real de la economía de México (es decir deflactado por inflación) de tan sólo 0.9 por ciento.

Implícitamente, hay en esas conclusiones una refutación a la promesa inicial del actual gobierno de que en su sexenio la economía crecería, en promedio en términos reales, al 4% anual. El Banco Mundial ha presentado esas cifras y expectativas, pero el documento se quedó corto en aportar explicaciones sobre tan raquíticos resultados. Una razón es el pobre desempeño de la inversión pública a cargo del propio gobierno. Otra, el deterioro de la inversión privada, que conforma más del 80% de la inversión total.

Respecto a la contracción de la inversión pública hay el muy revelador dato de que en términos reales el nivel de ese renglón ha sido bastante menor en los cuatro años que lleva el actual sexenio que durante las administraciones de Felipe Calderón y Peña Nieto. Y eso, incluyendo la construcción de los elefantes blancos favoritos del actual gobierno. Y desde que se inició el gobierno de la 4T, el ataque a la confianza de los agentes económicos ha sido una constante reiterada de actuación.

La cancelación discrecional de inversiones ha sido particularmente dañina para deteriorar la propensión a invertir por parte de los empresarios, tanto mexicanos como extranjeros. En el extremo, el proyecto gubernamental de fortalecer la posición monopólica de Pemex y la CFE en sus respectivos sectores podría incluso poner en entredicho la subsistencia del tratado de apertura comercial en América del Norte, T-MEC. Estancamiento y un deterioro en el nivel de bienestar de las clases mayoritarias es el saldo económico de la actual administración. Y de manera realista, ya se acabó el tiempo para intentar enderezar el rumbo.

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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