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Opinión

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Democracia en retroceso

¿La democracia como forma de gobierno se ha vuelto impopular en el mundo? Muchas personas ven con preocupación como se vulneran las bases que sustentan la democracia en México, pero la mayoría no advierte que posiblemente esto esté pasando en muchas otras regiones del mundo. ¿Baluartes de la democracia, como Los Estados Unidos, resistirán el asedio de fanáticos de todo tipo, políticos inescrupulosos, problemas económicos, soluciones facilonas que no lo son y una larga lista de problemas no solucionados que varían un poco de país a país? 

Las bases de la democracia están a la vista y son de manual: elecciones equitativas y bien calificadas, prensa libre, libertad de asociación e instituciones de Estado que garanticen lo anterior. La democracia requiere que ningún poder o sector detente todo el poder político; de cierta forma es una especie de vigilancia de unos a otros. Pero también se requiere algo más, el elemento más importante de una democracia: el interés ciudadano y su participación y respeto en los procesos. Para lograr esto último se requieren leyes y valores comunes. Aquí cabe una pregunta: ¿qué tanto son vigentes los valores de la democracia tradicional en la actualidad? 

La realidad es que la democracia ha sido decepcionante en casi todo el mundo. Ha llevado al poder a políticos que han prometido soluciones y no han cumplido. Es cierto que se ha esperado mucho de la democracia, mucho más de lo que podría garantizar por sí misma. La democracia no nos garantizó que tuviésemos políticos capaces o soluciones viables. Tampoco nos garantizó políticos cercanos a los intereses de la sociedad. La política se ha vuelto un mundo en sí misma, alejada de las personas de a pie. Esto trae dos inconvenientes: los políticos solo ven lo que dicen otros políticos y la ciudadanía se desentiende de la política. 

En México tenemos varios de estos problemas: concentración del poder en un solo hombre, disminución de los otros Poderes, una prensa cada vez menos crítica y cada vez menos trascendente en el ánimo ciudadano. Hay más: instituciones electorales bajo ataque con la probabilidad de que queden anuladas en pocos meses; una oposición fragmentada y sin discurso y una ciudadanía desinteresada en la política. Si un ciudadano de 1970 se asomara al México de 2022 diría: si este es el resultado de la democracia me aguanto con el PRI, aunque sea tramposo, corrupto y autoritario. En efecto, había crecimiento, empleos, posibilidades de estudio y mejora social, pero no democracia. ¿Están las personas dispuestas a canjear estabilidad y un poco de bienestar por la democracia?

En un reciente artículo de David Leonhard, columnista del New York Times, se habla de dos amenazas a la democracia estadounidense y las considera “el desafío más serio a los ideales de Gobierno del País en décadas.” La primera de estas amenazas se refiere a un movimiento al interior del Partido Republicano que se niega a aceptar los resultados electorales. ¿Nos resulta familiar esto? El asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 buscaba detener la certificación de Biden como presidente de su país. Algunos dirán que ese momento quedó atrás, pero el columnista señala que algunos funcionarios republicanos que consideraron que la elección fue ganada por Trump están buscando puestos estatales que les permita calificar las elecciones en el futuro. 

La segunda amenaza es la cada vez menor vinculación de las decisiones políticas a la voluntad popular. El alejamiento de la política con la ciudadanía de a pie. Leonhard también habla de la diferencia entre los ciudadanos estadounidenses. Por un lado, los que habitan en las grandes ciudades, cada vez más liberales y demócratas, y, por el otro lado, los habitantes de las ciudades más pequeñas y áreas rurales, cada vez más conservadores y republicanos. 

Pero si solo fueran diferencias entre partidos o candidatos, entre formas de enfrentar los problemas, no habría mayor problema, pero hablamos de algo más serio. La sensación de que los valores tradicionales de las democracias nos han traicionado está creciendo en el mundo. No nos ha librado de crisis económicas, pandemias, guerras o empobrecimiento. 

Se ha dicho hasta el cansancio que en este escenario los votantes suelen elegir a quienes pueden vulnerar la democracia, como Trump, Le Pen, Meloni o López Obrador. Nos hablan de un pasado grandioso, sea en México, Estados Unidos o Europa, y a partir de esto avanzan en proyectos autoritarios.

El artículo del Times citado menciona a V-DEM, un instituto sueco que monitorea la democracia: “A fines de los 90, 72 países se estaban democratizando y sólo tres se estaban volviendo más autoritarios… El año pasado, sólo 15 países se volvieron más democráticos, mientras que 33 se deslizaron hacia el autoritarismo.”

Quedo con una pregunta: ¿cómo renovar y fortalecer a la democracia y sus valores para que sean invulnerables a las amenazas de los autoritarismos de izquierdas y derechas?

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