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Arte e Ideas

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100 años de Garro: entre sombras

Con una breve exposición y una no tan breve controversia, se celebra el centenario de una de nuestras mayores escritoras.

Recorro 20 mujeres y Elena Garro. Es breve. Pienso: A esto se reduce todo, algunos bocetos en un museo sombrío y ya está .

La exposición, conformada por dibujos del artista español Antonio Peláez, se trata de 20 retratos de mujeres destacadas durante los geniales años de la posrevolución, aquellos en los que México era un crisol de culturas: tantos artistas y pensadores que huyeron de Europa y encontraron en México un asilo invaluable.

Peláez retrató a mujeres destacadas de la escena de arte mexicana. No las mencionaré a todas porque este texto es sobre Elena Garro. Y Elena Garro debería ser la protagonista.

No puedo entender que la Secretaría de Cultura y el INBA no pudieran disponer de un mejor homenaje para Garro que esta pequeña exposición compartida.

Es cierto que el retrato de Garro va acompañado de textos de Borges y Bioy Casares, pero Garro merecía una exposición biográfica completa. Se le ha tenido guardada en un cajón porque así son los vaivenes de la política cultural, pero este año era la oportunidad de que a Garro se le reconociera como la enorme escritora que es, quizá la mejor del siglo XX mexicano, una autora que tocó con fortuna a las puertas de la narrativa, el teatro y la poesía.

Pues sí: 20 mujeres y Elena Garro. A eso se reduce todo. A una exposición compartida y a la oscuridad de una salita de museo.

La no disculpa de Drácena

Hace unas semanas corrió por las redes sociales la imagen: la portada de la novela de Garro Reencuentro de personajes con una fajilla que la definía no como autora, sino como la-mujer-de Octavio Paz, la amante de Adolfo Bioy Casares, la inspiradora de Gabriel García Márquez y la admirada por Jorge Luis Borges. Era, como mejor los puso el escritor Antonio Ortuño, el modo de convertir a Garro en un suburbio. La indignación del medio cultural mexicano fue suficiente para que la fajilla fuera retirada.

La responsable de la edición (y de la fajilla, por supuesto) era la casa española Drácena, que cedió ante la presión y pidió una disculpa. Una disculpa que fue una no disculpa.

Drácena escribió una carta a Jesús Garro, el heredero de Elena, en la que le explica que Elena Garro, cronista de la Guerra Civil española, era desconocida en España y que la fajilla era un modo de ponerla en el mapa del lector español promedio y que por eso la ponían entre dos Nobel y dos Cervantes .

Quizá Drácena tiene derecho a promover sus libros como le pegue la gana, pero su estrategia elegida tiene mucho de cuestionable. Mucho de misoginia.

Como dice el lema Fondo de Cultura Económica; el mejor homenaje que se le puede hacer a un autor es leerlo.

Vayan, si quieren, a ver 20 mujeres y Elena Garro, pero es un exposición intrascendente. Lean mejor las antologías que se ha publicado este año con la obra de Garro. Háganse ese favor.

concepcion.moreno@eleconomista.mx

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