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¿A qué nos referimos cuando hablamos de consentimiento en relaciones sexoafectivas?
Consentir una relación sexual o afectiva es mucho más que decir que “sí”. El consentimiento tiene que ser libre, consciente, concreto, reversible y entusiasta. El consentimiento no tiene relación con la ropa que usamos, las palabras que decimos, nuestras acciones del pasado, nuestra ocupación o trabajo o el vínculo que tenemos con nuestros compañeros.
En México 7 de cada 10 mujeres han experimentado algún tipo de violencia o discriminación a lo largo de sus vidas. Las agresiones se manifiestan desde distintos ámbitos y toman diversas formas; cada una de ellas aporta algo para tener como resultado una mujer asesinada de manera violenta cada dos horas y media.
La violencia psicológica y la violencia sexual son las más predominantes en este país. Entre las mujeres mayores de 15 años, el 50% ha experimentado agresiones de este tipo, de acuerdo con cifras de la ENDIREH (Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares) 2021 del Inegi.
Esta cifra asusta: la mitad de las adolescentes y mujeres adultas ha sido víctima de violencia sexual. Y, aunque asusta, parece que no sorprende a mucha gente que nació y creció en una cultura de la violación. Donde los libros, las canciones, las series de televisión, los políticos y hasta algún integrante de la familia nos dijeron que “las mujeres dicen que no, pero en realidad quieren decir que sí”.
Por eso es fundamental y urgente reivindicar el concepto de consentimiento; de cuándo las personas estamos en condiciones de consentir y de cuáles son los mitos que debemos erradicar alrededor de las expresiones tácitas o explícitas del consentimiento. Especialmente cuando hablamos de relaciones sexoafectivas.
En marzo del 2022, en Buenos Aires, Argentina, seis hombres fueron detenidos y vinculados a proceso por la violación grupal de una chica de 20 años. A plena luz del día en Palermo, uno de los barrios más turísticos de la capital. Cuando la noticia llegó a medios y redes sociales, la mayoría de los comentarios expresaban lo más digno y legítimo: miedo, rabia, indignación. Pero no fue sólo uno, sino varios usuarios los que escribieron cosas como: “eso les pasa por alcoholizarse y drogarse”, “quién sabe cómo habrá estado vestida”, “si no dijo que no, seguro también quería”.
Esto es lo que hay que reivindicar. El consentimiento no sólo es decir que sí o que no, es saber bajo qué condiciones esas respuestas o señales son efectivamente la voluntad o el deseo de las personas con las que compartimos relaciones sexoafectivas.
¿Cómo es el consentimiento?
- El consentimiento es libre: debe siempre ser una elección voluntaria y libre para todas las partes implicadas. Ejemplos: el silencio no es consentimiento; si una de las partes dice “no”, está retirando su consentimiento, no importa qué haya pasado antes o después.
- El consentimiento es consciente: debe ser siempre una elección tomada y efectuada cuando todas las partes implicadas estén conscientes de sus actos. Ejemplos: una persona que tomó alcohol o drogas no está en condiciones de consentir; las relaciones sexoafectivas bajo coacción o intimidación no son consentidas; los menores de edad no pueden consentir.
- El consentimiento es concreto: todas las partes implicadas deben saber con precisión lo que sus compañeros están consintiendo. Ejemplos: consentir un beso no implica consentir sexo u otras expresiones sexoafectivas.
- El consentimiento es reversible: no importa lo que se haya consentido antes de un encuentro o incluso durante el encuentro, todas las partes implicadas pueden retirar su consentimiento en el momento que lo deseen. Consentir una vez no significa consentir para siempre. Ejemplo: si mantuviste relaciones sexoafectivas con una persona hace dos días, no significa que hoy lo tengas que consentir también; si están en medio de un acto sexual iniciado, pero sientes incomodidad en algún punto, puedes retirar tu consentimiento y parar.
- El consentimiento es entusiasta: debe estar siempre en línea con las expresiones no verbales de todas las partes implicadas. Ejemplos: una persona que dice que “sí”, pero su lenguaje corporal refleja incomodidad, temor, malestar o inquietud no está dando su consentimiento.
Mitos sobre el consentimiento en relaciones sexoafectivas
Erradicar la cultura de la violación para crear, en su lugar, una cultura de responsabilidad, información y respeto al consentimiento implica exponer todos los mitos que se han reproducido por generaciones acerca de la violencia sexual. Algunas de estas ideas son:
“Si es tu pareja, no cuenta como violencia sexual”: Ninguna persona tiene deberes sexoafectivos con nadie, aunque sean una pareja. Salir con alguien, ir a casa con esa persona, o haber mantenido relaciones sexuales previas no significa necesariamente que se haya otorgado consentimiento para mantenerlas en esa ocasión concreta.
“Me dio entrada”: La violación es una vulneración de la integridad y la autonomía sexual de una persona y, en consecuencia, es un delito que nace de la acción del violador. Ninguna acción o discurso de la víctima son equivalentes al consentimiento.
“A los hombres no los violan”: Aunque las niñas, adolescentes y mujeres componen el grupo más vulnerable a la violencia sexual por los estereotipos y estructuras misóginas, la realidad es que cualquier persona está expuesta estas agresiones.
“Las trabajoras sexuales no pueden ser violadas”: Ocuparse en el trabajo sexual no implica que su consentimiento sea constante y eterno. Las y los trabajadores sexuales tienen autonomía y derecho a decidir con quiénes, cuándo y bajo que condiciones quieren tener relaciones sexoafectivas.
La violencia sexual como estructura
Aunque están ligadas, la violación y la violencia sexual no son lo mismo. La violencia sexual puede expresarse de muchas maneras, desde el acoso y el hostigamento verbales, hasta expresiones físicas en las que no existió consentimiento de alguna de las partes.
Cualquier expresión sexoafectiva debe ser consentida, y es responsabilidad de todos los participantes asegurarse que sus compañeros estén tomando esta elección de manera libre, informada, consciente, entusiasta y con conocimiento de que pueden cambiar de opinión siempre que lo deseen.
Reivindicar el consentimiento es el paso más importante para reducir esas cifras que nos asustan.
*Se utilizó información de ONU Mujeres, el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM y Amnistía Internacional.