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Al espíritu patronal de la columna
En la postal que elegimos esta semana, el maestro Casasola aparece feliz con sus hijos en el hoy desaparecido hipódromo de Peralvillo.
Mis columnas tienen espíritus patronales. Garage Picasso , mi colaboración de cada martes, es atendida (espero)? por el fantasma de Pablo Picasso.
Hoy he decidido que esta visita semanal al Archivo? Gustavo Casasola sea consagrada al éter de Agustín Víctor Casasola, padre de toda una descendencia de fotógrafos e historiadores gráficos.
En la postal que elegimos esta semana, el maestro Casasola aparece feliz con sus hijos en el hoy desaparecido hipódromo de Peralvillo.
La escena es interesante porque evoca un momento de la vida de esta Ciudad de?México: la de la diversión?familiar (y la de tono subido).
Peralvillo, a principios del siglo XX, era espacio de lugares de diversión. Había carpas?de chistes pelados, freak shows, cantinas y lugares ? de espantos .
En la época de la foto, el maestro Casasola luce joven y sonriente. No sabe que su México, el que él registró en miles de postales, estaba muy cerca de desaparecer.
Carpe diem, grita la foto. Abuelo Casasola, protege ?esta entrega semanal del?pasado y permite que nunca?nos quedemos sin palabras para acompañar las fotos de don Gustavo Casasola.