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Arte e Ideas

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Buscan visibilizar el arte de la restauración y su aportación social

En el marco del Día Internacional del Conservador Restaurador, el sindicato de especialistas propuso a todos los restauradores del país asumir el reto de impulsar el diseño y ejecución de una campaña de comunicación denominada “Somos Profesionales de la Conservación” que permita fortalecer el posicionamiento institucional, para que la sociedad empatice con ellos y se sume al reto de que haya más restauradores conservando el patrimonio cultural de México.

“Ser restaurador es ser amante de lo bello, del arte, de las ciencias, de darle vida a las cosas y a México”, para un restaurador esta podría ser la definición de sí mismo, sin embargo para muchas personas ha sido indiferente su labor, no sabemos bien a bien a qué se dedican. Por ello en el marco de la celebración del Día Internacional del Conservador Restaurador (27 de enero) dieron a conocer una campaña que se estará llevando a cabo durante el año para que todo México se entere de quiénes son, qué hacen, qué les mueve y cuáles son las dificultades de esta labor.

En 2011 durante el Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales celebrado en granada, se escogió el 27 de enero como el Día Internacional del Restaurador, esto en honor a Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, un arquitecto, arqueólogo y escritor francés, famoso por sus restauraciones interpretativas de edificios medievales y que para muchos fungió como el padre de esta especialidad.

En México la restauración inició con la creación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica Ximena Rojas, secretaria general del Sindicato Nacional de Restauradores; incluso es una de sus funciones sustantivas desde que tiene su Ley orgánica, “antes de eso no existía un área especializada que se dedicara a atender esta función sustantiva, es hasta 1961, con Eugenio Dávalos, director general en ese momento, que se crea el departamento de catálogo y restauración de patrimonio cultural justamente en el ex convento de Culhuacán”.

A partir de ahí vinieron muchas transformaciones, pero desde entonces en México ha habido una constante formación de profesionales de la conservación y restauración, en su mayoría mujeres que dedican su vida al cuidado del patrimonio alrededor de todo el país.

Ciencia al servicio de la conservación

Lilia Rivero Weber, investigadora en conservación de bienes patrimoniales de la UNAM comparte para El Economista que si bien la carrera de conservación es relativamente nueva y comenzó de una manera empírica, ha avanzado en las últimas décadas de una manera muy importante, porque ahora cualquier proceso de conservación patrimonial debe estar basado en estudios científicos, lo que llamamos 'ciencia en conservación', además “tenemos que comprender perfectamente el bien cultural que estamos trabajando, entender cuáles son todos los procesos de deterioro que ha ido pasando a través del tiempo, pero además conocer perfectamente todos sus componentes para lograr un tratamiento adecuado con resultados positivos”.

Detalla que todo esto se logra gracias al apoyo de diferentes disciplinas, "el conservador de bienes culturales se apoya en la química, la física, la biología, en la historia, la antropología, es una interdisciplina constante, cada una de las disciplinas interviene dando información única que ayuda a complementar lo que se obtiene de las evidencias físicas".

A Lilia Rivero Weber, como coordinadora nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH, entre 2008 y 2013, le tocó formar parte de los equipos encargados de dos emblemáticos procesos de conservación: los restos óseos de los héroes de la Independencia y el llamado Penacho de Moctezuma. Asegura que para ella, como profesional de la conservación, "ha sido muy satisfactorio el resultado al trabajar de manera multidisciplinar. Por ejemplo -añade-  la antropología física tuvo un papel muy importante en el proceso de conservación de los restos de los héroes de la independencia, fue muy interesante poder conectar los cabos sueltos que teníamos por el proceso de deterioro y los especialistas nos fueron enseñando. En el caso de El Penacho de Moctezuma, el apoyo de la ingeniería y la ciencia dura, fue muy importante para poder comprender de qué manera se podía hacer la mejor propuesta de prevención y montaje museográfico para un elemento histórico único en el mundo. Se trata de que el público pueda gozar de estos únicos mundiales, pero al mismo tiempo tienen que estar altamente protegidos”.

Actualmente, Rivero Weber, quien también fungió como directora conservadora de Palacio Nacional, trabaja con diversos especialistas de distintas áreas y nacionalidades, encabezados por la arqueóloga Nelly Robles, investigadora del INAH, en una propuesta de conservación y recuperación de un conjunto de pinturas rupestres que fueron plasmadas en un abrigo rocoso llamado 'la Cueva de las Manitas' , en la región de La Cañada oaxaqueña, hace 4,600 años aproximadamente, por grupos de cazadores-recolectores que fueron pioneros en la domesticación del maíz en Mesoamérica.

Preservar la memoria de México

Aunque la campaña “Somos Profesionales de la Conservación” está aún en formación y no se han dado a conocer las redes sociales y página para seguir el proyecto, “el principal mensaje a difundir es que preservamos la historia de México”, dijo Marta Salomón, Villafuerte, de la Coordinación Nacional del INAH. “Queremos hacer énfasis en la importancia de que la conservación la ejerzan personas con los conocimientos y preparación adecuada, que generalmente salen de la Escuela Nacional de Antropología e Historia u otras más”.

La misión del Instituto es investigar, conservar y difundir el patrimonio arqueológico, antropológico e histórico en México, con eso fortalecer nuestra memoria. “A través de nuestra intervención profesional podemos recuperar el valor y significado de los bienes patrimoniales en muchos términos: estructurales, históricos, sociales, además de incidir en la preservación de los valores comunitarios, son proyectos que verdaderamente adoptamos con cariño”.

Sin embargo, actualmente los medios y recursos con los que cuentan las y los restauradores no siempre son suficientes para desempeñar su trabajo. “Estas condiciones eventualmente dificultan la ejecución de nuestras funciones para cumplir cabalmente los objetivos, que además son programas y políticas públicas que nos competen como profesionales de la conservación. Probablemente esto suceda porque tenemos la percepción de que en algunos centros de trabajo aún se desconoce la importancia cultural y la aportación institucional”.

Como respuesta a este contexto, el SINAR propuso a todos los restauradores del país asumir el reto de impulsar el diseño y ejecución de una campaña de comunicación que permita fortalecer el posicionamiento institucional, para que la sociedad empatice con ellos y se sume al reto de que haya más restauradores conservando el patrimonio cultural de México. “Que la sociedad pueda entendernos, se trata de construir una voz colectiva de los trabajadores, esto junto con información de valor que genere confianza, esperamos respondan al llamado y nos acompañen y representen como parte de los voceros de la campaña”.

Se trata de hablar sobre los atributos y diferenciadores que tienen los restauradores y sus mejores prácticas profesionales, también se busca apelar a la emoción, hablar sobre el orgullo y satisfacción que sienten los restauradores con su trabajo; y por último, socializar obras emblemáticas intervenidas por profesionales, por ejemplo: la Coyolxauhqui y el proyecto Templo Mayor, el Caballito, el Niñopa, el Huipil de la Malinche, dinteles de Tlatelolco, o la zona Arqueológica de Palenque.

La idea es llegar a autoridades institucionales y sectoriales, público atento o de interés, universidades, académicos e intelectuales, medios de comunicación y líderes de opinión, legisladores y empresarios, organismos y entidades internacionales.

En voz de las y los restauradores

“Mi mayor placer es poder trabajar con las piezas originales, yo me dedico a textiles, muchos que han sido parte de la historia de este país, como las banderas, los vestidos. Para mí, todo inició con una visita a la Coordinación (Nacional de Conservación del INAH), desde ahí quedé embobada y decidí dedicarme a esto, porque amo a mi país y amo su patrimonio, después de 42 años, sigo maravillandome”, comparte Lorena Román,  docente en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH (ENCRyM).

“Yo considero que soy una persona con muchos intereses en muchas áreas del conocimiento y creo que la restauración conecta todo lo que me satisface y me gusta, la química, el arte, la historia. Es una profesión altamente satisfactoria para llenar el alma, con un ámbito de acción muy amplio, pues durante toda nuestra trayectoria profesional podemos darle muchos giros, cambios y rutas, todas en beneficio de rescatar, conservar y valorar el patrimonio. Yo estoy muy contento de haber tomado este camino de vida que elegí, además de convivir con bellas personas muy capaces”, dice Emmanuel Lara, perito restaurador.

“Conocí la restauración desde el seno familiar, mi hermano era restaurador, esto me llevó a conocer la profesión muy de cerca y me fui enamorando poco a poco de lo que implica la profesión, algo de lo que a mi me hace mucho sentido es justamente poder entender que estos objetos no tendrían razón de ser sin alguien que los disfrute, eso es lo que más me llena y motiva, saber que será disfrutado por la sociedad y que somos parte de la memoria de este país”, completa Claudia del Río Olache, docente en la ENCRyM.

nelly.toche@eleconomista.mx

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Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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