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Caligrafía árabe, un arte mayor de inagotables posibilidades
La X Bienal de Caligrafía en Sharjah, que reúne a los maestros calígrafos de Medio Oriente, es un paseo por una disciplina ancestral que ha acompañado los textos sagrados de las culturas árabes y posee bondades plásticas que continúan expandiéndose, que recientemente fue inscrita en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
Sharjah, Emiratos Árabes Unidos.- Por derecho propio, la caligrafía árabe, milenaria, identitaria y dúctil por excelencia, es considerada un arte mayor.
Desde su gestación como forma de escritura —aproximadamente en el siglo IV—, el alfabeto árabe trajo consigo bondades plásticas mancomunadas a la espiritualidad y sustento de identidad para una manera de habitar el mundo. Por sus cualidades estéticas y potencia didáctica, a partir del siglo VII la caligrafía árabe permitió fijar en libros las tradiciones, historias, maneras de idiosincrasia y las profecías del islam, en el Corán, que hasta antes solían transmitirse exclusivamente por oralidad.
Lo anterior favoreció la expansión tanto de las doctrinas como de los grafemas más allá de los confines del Oriente Medio. Hoy en día, el alfabeto árabe es uno de los tres sistemas de escritura más abundantes en el orbe, con un estimado de 660 millones de usuarios no solo arabófonos sino hablantes de lenguas como kurdo, pashto y urdu.
En este lado del mundo, la caligrafía árabe y sus infatigables posibilidades estéticas revisten las fachadas de los edificios, los hipermodernos y los antiquísimos; las portadas y las entrañas de los libros, la cerámica, la ropa y la publicidad. El arte caligráfico es una disciplina de exploradores, tanto maestros y maestras artesanas como profesionales de la arquitectura, el arte y el diseño.
Para muestra, basta con darse una vuelta por la fachada del paramétrico y fastuoso Museo del Futuro inaugurado en febrero de 2022 en Dubái, en cuyo cascarón de acero se “tatuó” un poema monumental —con caligrafía árabe, claro está— escrito por el mandatario del emirato, el jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, que entre otros versos reza: “No viviremos cientos de años, pero sí podemos crear algo que dure cientos de ellos”.
Sagrado y contemporáneo
El pasado 5 de octubre, bajo el título “Elevación”, el emirato de Sharjah puso en marcha la décima edición de la Bienal de Caligrafía, una iniciativa cultural que reúne en esta ciudad unos 700 trabajos de más de 230 maestras y maestros calígrafos —no todos árabes, pero la mayoría—, y un programa paralelo de más de 200 actividades, entre exhibiciones, talleres, lecturas y simposios, en diferentes recintos del emirato: el Museo de la Civilización Islámica, el Museo de Arte de Sharjah, el Museo de la Caligrafía de Sharjah y el centro cultural House of Wisdom, entre otros.
El catálogo de piezas que hay para ver en el marco de la bienal es para maravillar la retina y agotar las fuerzas físicas. Hay trabajos caligráficos y de ornamentación de lo más tradicionales, desde los ejecutados sobre ahar —un tipo de papel especial para caligrafía fabricado a mano con almidón, clara de huevo y piedra de alumbre—, sublimes, y otros que exploran las posibilidades geométricas, de formato y maleabilidad de los grafemas árabes. Provienen de Egipto, Líbano, Irak, Irán, Turquía, Bahréin, Paquistán y Yemen, por mencionar un puñado.
Hay trabajos artísticos en acuarela, en tinta china o en oro de 24 quilates, sobre papel, madera o lienzo, y piezas ornamentales talladas en madera de almendro, también bañadas en el metal precioso. Esas son las más tradicionales. Pero los formatos para la caligrafía árabe que se presumen en la bienal son vastos: esculturas de poliacrilato, instalaciones (caleidoscopios y proyecciones), bordados con hilos de seda, escritos con espray sobre lienzo o grabados sobre cerámica con el estilo cúfico geométrico, que da la impresión de un laberinto y se lee en círculos.
Para poner dos ejemplos
La artista emiratí Rawdha Al Ketbi usó concreto y una alfombra para construir su pieza, un poema emiratí. Vertió la mezcla sobre la alfombra, pero se aseguró de dejar los huecos precisos que dan forma a la caligrafía con el poema escrito, de manera que la alfombra que se asoma debajo sirve como el trazo de los grafemas. Se trata de una inversión de roles entre los objetos. La alfombra suele colocarse por encima del concreto, pero esta vez no.
El artista iraní Sasan Nasernia presentó en el Museo de Arte de Sharjah una serie de piezas de poliacrilato cuya impronta es la abstracción. Su trabajo es caligrafía y escultura al mismo tiempo. El artista colgó sobre la pared cuadros con grafemas en relieve que parecen desbordar sus límites, deformarse y derretirse más allá de los límites de la pieza.
Es solo una referencia de las tantas posibilidades de una manera de hacer arte que al mismo tiempo puede ser ancestral, místico, dócil y vanguardista, el arte que es un universo en sí mismo y que en diciembre del 2021 finalmente fue reconocido en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.
Datos sobre el alfabeto árabe:
- 28 letras básicas componen este sistema.
- 24 países los tienen como alfabeto oficial.
- 660 millones de usuarios (aproximadamente) en el mundo.
*En cada país existen variaciones dialectales y entre el árabe clásico y el culto.
La caligrafía y el libro sagrado
En el Museo de la Civilización Islámica, en Sharjah, de manera paralela, se presenta la exhibición “Sacred words. Timeless calligraphy”, que si bien no forma parte de la bienal, sí permite una revisión del vínculo intrínseco de la caligrafía y la expansión histórica del Corán en las ciudades islámicas y cómo este sistema de escritura y su enriquecimiento artístico han sido posibles por el estricto trabajo artesanal sobre los libros sagrados de esta cultura. La caligrafía no solo ha acompañado el relato histórico y religioso del mundo árabe, sino que le ha dado sentido y fundamento.
Es posible echar un vistazo a la exposición en esta liga:
https://www.sacredwordstimelesscalligraphy.com/
ricardo.quiroga@eleconomista.mx
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