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De rituales, héroes y la belleza de la lingüística
Es un hecho que no vi todas las películas de competencia de la selección nacional del Festival de Morelia, pero sí la mayoría y todas me dejaron, de algún modo, insatisfecha.
Morelia, Mich. Es un hecho que no vi todas las películas de competencia de la selección nacional del Festival de Morelia, pero sí la mayoría y todas me dejaron, de algún modo, insatisfecha.
Pero, albricias, mis manos florecen, ya para despedirme de Morelia, vi dos cintas que me parecieron dignas. Sencillas, bien narradas, ambiciosas en su estilo. Buenas películas.
Padres y demonios
El sueño del Maraakame, de ?Federico Cecchetti, me parece un gran ejemplo de lo que pueden hacer los cineastas que andan buscando temas y modos diferentes de narrar. Cecchetti es claramente un director en busca de su estilo y logra involucrarnos en él.
Es un viaje heroico, el de Niereme, el adolescente huichol protagonista. El tema central: la tradición del pueblo huichol y de fondo su coraje ante la invasión de ?Wirikuta, su tierra sagrada.
El padre de Niereme quiere que su muchacho viaje el viaje sagrado del peyote y descubra su destino como chamán. Pero Niereme sólo sueña con música. ¿Encontrará su propia tonada en un mundo donde su tradición y el futuro de su gente están amenazados? Bonita película, señor Ceccetti.
Claudia Sainte-Luce tiene una vida muy entretenida: sus películas son autobiográficas. En Los insólitos peces gatos, su película anterior, cuenta su relación con la familia de una mujer enferma de sida, familia que acabó siendo la suya.
Ahora, con La caja vacía, Sainte-Luce va más al fondo contando su relación con su padre. La propia Sainte-Luce hace de sí misma en este drama de reencuentro.
Quizá es que tenía expectativas altas (Los insólitos peces gato me gustó a puños), pero algo no me satisfizo de La caja vacía. Su realización me parece torpe y el guión aguanta una reescripción. Pero de todos modos, es una película bien hecha. Se acerca al público sin miedo.
¿Hemos dejado de reconocer a nuestros héroes?
Adoro a Clint Eastwood. Eso no significa que me guste todo lo que hace. No me gustó Sully: hazaña en el Hudson.
Este rollo estelarizado por Tom Hanks y Aaron Eckhart va de aquella historia del 2009 cuando un piloto de avión salvó de la muerte segura a sus pasajeros acuatizando en el río Hudson.
El asunto es que lo que todos vimos como un acto heroico le parece a las autoridades aéreas de EU una falta a las reglas mínimas de seguridad. Oh, ya me imagino cómo a Eastwood le han de haber ardido las venas contra el gobierno aplastando al hombre común.
La película es repetitiva y aburrida, pero la pregunta tácita del guion se sostiene: ¿hemos dejado de reconocer a nuestros héroes? Es la burocracia, ya lo dijo Ken Loach.
Qué curioso que dos cineastas que son antípodas ideológicos (Loach a la izquierda; Clint, lejos, a la derecha) acaben en la misma esquina. Brindemos por los Daniel Blake, por los Sully, por el hombre pequeño, la primera minoría.
And last but not least... ahora sí tengo una verdadera película favorita: La llegada, de Denis Villeneuve. Cuando lo mejor del FICM llegue a la Ciudad de México (o se estrene en su ciudad), dejen los trastes, déjenlo todo y corran al cine. Ya les dije.
Villeneuve es el cineasta de la década. No tiene película mala, Incendios, Sicario, Intriga, todas son de una maestría insólita.
La llegada es el acercamiento del director a la ciencia ficción (un calentamiento previo a Blade Runner 2, que está bajo su mando). Amy Adams (estupenda) es una filóloga experta en traducciones difíciles. Un día ve al mundo detenerse cuando llegan a diversas ciudades del globo naves extraterrestres. ¿Qué quieren? El ejército estadounidense contrata a Adams para intentar traducir los mensajes de los alienígenas. La llegada es varias cosas, pero la que a mí me pareció más fascinante es que es un canto de amor a la lingüística. En serio. Y resulta divertido.
Ay, Morelia. No siempre me haces feliz pero cuando das, das a mares.