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Día de Muertos: las tradicionales calaveritas de azúcar del taller artesanal Calazucho
El taller artesanal de calaveritas de azúcar y chocolate, Calazucho, nos comparte su historia y nos deja ver algunos de sus secretos que ya son tradición en Día de Muertos.
Miguel Ángel Hernández Rivera es artesano de calaveritas de azúcar y chocolate en su negocio familiar, Calazucho, ubicado en la alcaldía Gustavo A Madero.
El taller artesanal de calaveritas se mantiene activo en las manos de la cuarta generación de la familia Hernández. Calazucho comenzó su historia en los años 40 a unas cuadras de donde ahora se ubica.
El señor Miguel Ángel recuerda que su padre inició este tradicional oficio que permite decorar con colores y sabores las ofrendas del Día de Muertos.
Provenientes de Guerrero conocían cómo hacer dulces de azúcar, lo que les llevó a experimentar con las calaveras.
El señor Miguel Ángel y sus 14 hermanos aprendieron desde niños este oficio.
Desde muy joven empezó colocando los ojos y refinando las calaveras; ahora, de la misma forma le enseñó a sus cinco hijos, quienes pese a ser de carrera ingenieros, no dejan de apoyar a su papá con la fabricación de estos tradicionales dulces. Ahora sus nietos son los que están aprendiendo, para mantener a la tradición viva.
El proceso de la calaveritas es totalmente artesanal, no hay alguna máquina incluida en el trabajo y todo se hace a mano; desde los moldes de barro que son creaciones del señor Miguel, el vaciado de azúcar refinada, mientras que los adornos de cada pieza los realizan su esposa, su hermana y sobrina.
Las calaveritas Calazucho son conocidas a nivel mundial, han llegado a países como Alemania, España, Suecia, Colombia y Estados Unidos, entre otros.
El proceso inicia calentando la azúcar a 90 grados, la cual tiene que dar tres hervores antes de pasar al molde, al azúcar es cambiada de color de transparente a blanca, con una batida a mano para ser procesada.
El vaciado de la azúcar en los moldes de barro es el paso más peligroso, ya que es necesario tener mucho cuidado para evitar quemaduras, este es el mismo proceso para el chocolate.
Al enfriarse, las calaveritas son sacadas de los moldes para que las manos finas de la familia se encarguen de adornar las piezas con betún que la familia ha preparado.
La pandemia de Covid-19 en México afectó en todos los ramos de la economía, pero este año al regresar poco a poco a la normalidad las ventas han crecido.
En promedio, la familia Hernández produce hasta 30,000 calaveritas de azúcar y chocolate.
El señor Miguel sólo pide que la gente siga consumiendo lo local y tradicional, que es muy diferente las piezas realizadas en máquina a las que fabrican a mano.