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Arte e Ideas

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El chispazo que provocó la obra de José Agustín

Víctor, profesor, editor y asiduo lector de la obra del autor fallecido este martes, recuerda la ocasión en que, junto con sus compañeros de universidad, tomaron un “guajolotero” con rumbo a Cuautla para ir a conocer a su ídolo.

Tratábamos de escribir como él, haciendo sarcasmo, con juegos de palabras, un poco de doble sentido, burlándonos de las circunstancias. José Agustín sembró el amor por la lectura en mi generación. Después comenzamos a conocer a muchos más escritores, pero la base para mí fue él”.

Víctor García, lector, profesor.

Toda persona que se precie de ser amante de la literatura guarda en los apartados especiales de la memoria aquel momento, libro y autor primordiales, ésos que fueron capaces de cautivar en ella el afán por las letras y el hambre de descubrimiento.

Eran los inicios de los años ochenta. Víctor era apenas un adolescente cuando sucedió el chispazo, cuando se topó con ese autor, el que marcó y definió su peregrinaje por la literatura en nuestra lengua. Era José Agustín, quien falleció este martes 16 de enero a los 79 años.

Lo conocí a los 15 años, cuando mis hermanos llevaron La tumba a la casa. Desde entonces, empezamos a buscar todo el material de José Agustín y nos divertíamos enormemente. Las dos primeras novelas, ésa y De perfil, nos embrujaron. Estábamos en los inicios de la sexualidad. En aquel entonces esos temas estaban vedados. Era impensable que tuviéramos acceso a libros así y en la casa no podías decir que tenías novia y mucho menos reconocer que estabas pensando en sexo, olvídate. Y las primeras guías nos las dio el maestro José Agustín”, recuerda.

“Cuando estábamos en la universidad, estudiando Periodismo, me topé con compañeros a los que también les gustaba José Agustín. Y cuando cursamos la materia de Entrevista, el maestro nos dijo que teníamos que entrevistar a algún famoso. La mayoría se iba a Televisa y TV Azteca a buscar su personaje. Yo pensaba ‘qué hueva’, porque yo y mis compañeros queríamos entrevistar al escritor.

Para ese entonces se organizaban ciclos de conferencias en el Museo del Templo Mayor. Y vi en la cartelera del periódico que se iba a presentar José Agustín el jueves siguiente. Fui a la conferencia y me esperé al final, al chacaleo, así conversé con él por primera vez. Llevé mi grabadora y pude acercarme, porque eran conferencias a las que no iba mucha gente. Entonces me dio su tarjeta y me dijo: ‘el día que quieras ir a Cuautla, yo vivo allá’. Pensé que me iba a ver mala onda si no le contaba a mis amigos. Les dije: ‘oigan, hablé con José Agustín y me dijo que podemos ir a su casa’. Entonces teníamos 18 o 19 años, y así nos fuimos hasta Cuautla en el ‘guajolotero’. Obviamente en ese entonces no había celular y en México la gente acostumbraba a caer, sin llamar. Llegamos cuatro mozalbetes a tocar en su casa. Nos abrió su esposa Margarita (Bermúdez), le mostramos la tarjeta. Y creo que la tarjeta nos salvó, porque, si no, nos hubiera mandado por un tubo”.

Víctor recuerda que el autor, quien entonces ya había publicado varias de sus obras torales, se mostró sorprendido por la visita de esos cuatro chavitos. José Agustín los invitó a pasar y se hizo un espacio de más de una hora para platicar con ellos. “Se descosió, fue muy amigable. Yo quedé bien con mis cuates y fuimos los únicos que presentamos una entrevista con un autor, cuando la mayoría llevaba conversaciones con actores o futbolistas”.

“Nos dio por decir las frases de sus libros”

Víctor García es hoy un experimentado maestro de primaria y profesor en la carrera de Comunicación y Periodismo en la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM, así como editor del diario La Jornada.

Desde ese primer encuentro, Víctor no desaprovechó cada oportunidad que tuvo a la mano para encontrarse con el autor de la trilogía Tragicomedia mexicana, en presentaciones de libros y demás actos públicos. A lo largo de los años, José Agustín le firmó prácticamente todos los libros de su autoría.

“Para ese entonces, yo y mis hermanos ya éramos fans declarados. Y nos dio por decir las frases de sus libros”, recuerda. “Crecimos con José Agustín, yo buscaba todo su material. “Me sorprendió enterarme de que José Agustín estuvo saliendo con Angélica María, porque también era su fan”.

Víctor comparte que, conforme fue creciendo también cambió la manera de asimilar las primeras obras del autor, pero supo reconocer la evolución de su prosa. Con Armablanca (2006) –recuerda– “me di cuenta de que logró no sólo una madurez de la vida, que yo acompañé con la mía, sino que logró la perfección”.

“Creo que así como José Agustín veía la vida es como hay que tomarla: a veces te azotas, sufres, pero también te ríes mucho y haces sarcasmo de los infortunios. Lo mejor de todo es que toda una generación de chavos lectores que estábamos buscando a alguien inspirador, encontramos en José Agustín un referente”, concluye.

Lo fundamental de José Agustín

NOVELA

  • La tumba (1964)
  • De perfil (1966)
  • Ciudades desiertas (1982)
  • El rock de la cárcel (1994)
  • La panza del Tepozteco (1992)
  • Vida con mi viuda (2004)
  • Armablanca (2006)

ENSAYO y CRÓNICA

  • Tragicomedia mexicana 1: La vida en México de 1940-1970 (1990)
  • Tragicomedia mexicana 2: La vida en México de 1970-1982 (1992)
  • La contracultura en México: la historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas (1996)
  • Tragicomedia mexicana 3: La vida en México de 1982-1994 (1998)
  • Los grandes discos de rock: 1951–1975 (2001)

Pendiente, el homenaje póstumo

Este martes, las autoridades de la Secretaría de Cultura federal y del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) anunciaron que, de común acuerdo con la familia de José Agustín, se realizará un homenaje póstumo al autor con fecha y lugar aún por definir.

Nota relacionada: Murió José Agustín; despiden al “Jefe de la Onda”

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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