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El éxito del huapango no es una sorpresa
Los camperos de Valles salieron rumbo a Francia, donde representarán a México en uno de los festivales que decidieron hacer caso omiso de los berrinches que, en torno del Año de México en Francia.
Algo está pasando con el Huapango, es una especie de resurrección , dice Mary Farquharson de Discos Corasón aún sorprendida por la estupenda entrada que tuvo la presentación de los tríos Los camperos de Valles y Chicamole en el Centro Nacional de las Artes (CNA) el domingo pasado.
En el CNA esperaban entre 80 y 100 personas. Nosotros, quizá, unas cuantas más, pero llegaron como 3,000, muchos vestidos con trajes típicos de la Huasteca y todos baile y baile .
Dos días después, el martes, en San Luis Potosí se publicó el decreto por el cual este género musical tradicional se declara Patrimonio Cultural Inmaterial del estado.
Y ayer, también el martes, Los camperos de Valles (que son de Ciudad Valles, San Luis Potosí) salieron rumbo a Francia, donde representarán a México en uno de los festivales que decidieron hacer caso omiso de los berrinches que, en torno del Año de México en Francia, hicieron los presidentes de ambos países: El Festival de Otoño (que, por cierto, tendrá en estos días a músicos chiapanecos)
Pero antes de salir, entrevistados por El Economista, dijeron que para ellos no es una sorpresa sino el resultado natural de pujante vitalidad del Huapango, del que ellos están entre los máximos exponentes.
¿A qué creen que se deba el éxito del domingo, al huapango, a ustedes, a Chicamole?
Pues fue una conjunción pero, más que nada, se debe a la gente que le gusta el huapango. En la capital tenemos muchos paisanos y hay gente de Hidalgo, de Veracruz, de Querétaro y de todos los estados huapangueros.
¿Cómo ven -ustedes que la viven en carne propia- la evolución del huapango?
Nosotros dice Gregorio Gollo Solano (jarana y voz)- creemos que ha evolucionado Pues demasiado, de unos 10 15 años para acá, hay mucha gente echándole muchas ganas y eso lo ha levantado. Sólo en la capital, hicieron un cálculo, debe haber unos 250 tríos y ellos viven de tocar, quiere decir que la gente sigue con esta música.
¿Y en la composición?
También hay mucha actividad dice Marcos Hernández (huapanguera y voz)-. Acá mi compadre, por ejemplo señala a Gollo- tiene discos granados con sus hijos con canciones nuevas y nosotros hemos incorporando nuevas canciones y vamos a ver, con la gente, cómo funcionan.
Hay mucho compositor nuevo que está echándole ganas externa Camilo Ramírez (violín)- para que no siga siempre el mismo repertorio.
No es la primera vez que salen a Europa, ¿cómo los recibe el público allá?
Muy bien, muy atentos, no bailan, pues, pero escuchan con atención y parece que les gusta.
Porque acá el chiste es bailar, ¿no?
Sí. Y no es por nada pero hay grupos de bailarines de la tercera edad que, cuando saben que vamos a tocar o que va a haber un evento de huapango -y aunque esté a unas cuatro o cinco horas de aquí de la ciudad de México-, se van. Incluso nos hablan por teléfono para ver si vamos o si sí se va a hacer y van a bailar.
El violín huasteco tiene su propio estilo, ¿cómo se aprende?
Yo aprendí con un disco dice Camilo-, escuchándolo todos los días. Vivía pegado a él. Habrá quienes lo aprendan de otra manera, pero en mi familia no hay músicos, yo fui el primero.
¿Cómo has visto que convive con otras formas de tocar?
Pues no sé bien, pero una vez en Suecia, en un lugar donde parece que tocar el violín es el deporte nacional, como acá el futbol, pues estuve con muchos violinistas y me aprendí una tonada tradicional y, cuando la toqué en la noche, ahí sí se levantaron todos a bailar
¿Si yo quiero que a mi boda vayan Los camperos de Valles, cuánto me cuesta?
Pues hay de muchos precios (risas nerviosas) Y pues uno es flexible. Hay que serlo, para no perder la chamba, porque hay mucha competencia (pero no quieren decir una cifra).
mlino@eleconomista.com.mx