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El maremágnum en la ENAH está resuelto: Diego Prieto

La operación de la escuela nunca estuvo comprometida, dice el director general del INAH; reitera que se recontratará a los trabajadores eventuales que laboraron en 2021 y explica cómo se están reordenando las finanzas de la institución, con disciplina y transparencia.

Diego Prieto, director general del INAH. Foto EE: Cortesía INAH

Este miércoles, a las 11:30 de la mañana, decenas de trabajadores, profesores y estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) se apostaron frente a la sede central del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en la calle de Hamburgo, de la colonia Juárez, para exigir mayor presupuesto, certidumbre laboral y dignificación del plantel.

Una hora antes, el director general del Instituto, el antropólogo Diego Prieto, conversó con El Economista, y declaró que el “maremágnum” en la ENAH era un problema “resuelto”. “Hay todavía revuelo e inquietud que podemos aprovechar para fortalecer el proceso de reconversión de la escuela”, añadió.

Pero la comunidad de la ENAH pide ahora no sólo la recontratación de los trabajadores eventuales, que suman 60, sino resarcir el rezago que por años, –dicen– sufre la escuela, y corregir su “precarización”.

El pasado fin de semana, la ENAH encendió las redes sociales por la publicación de una carta de su director Hilario Topete Lara dirigida al antropólogo Prieto, en la que le señala que de cumplir la instrucción girada por la Secretaría Administrativa del INAH de no recontratar al personal “eventual” se dejarían de realizar más de 60 actividades y se paralizaría el plantel.

Fue entonces que el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, salió a Twitter el 2 de enero a las 14:41 a apagar el fuego, asegurando que ningún trabajador de la ENAH sería despedido y que todos los que hubieran laborado en 2021 serían recontratados. Afirmación que confirmó Diego Prieto una hora más tarde.

“Se trató de un malentendido provocado por una lectura errónea, o una mala interpretación” –dice Prieto– de una circular girada por la Secretaría Administrativa del INAH el 29 de diciembre, que a la letra dice: “No deberá convocarse a laborar a ninguna persona que haya estado contratada como personal eventual al 31 de diciembre del 2021, en tanto su eventual contratación no haya sido aprobada por la Coordinación Nacional de Recursos Humanos”.

Tras la protesta desatada en la ENAH, las autoridades del INAH justificaron el documento argumentando un criterio de carácter normativo y una medida de control del gasto que se instruía a todas las unidades administrativas del INAH, que en cada caso tendrían que justificar la contratación de personal “eventual”, como se hace anualmente. “Desde luego que la operación de la ENAH, mi alma mater, la principal escuela de antropología de América Latina, nunca estuvo comprometida”, aseguró Prieto.

El funcionario reiteró que la institución está comprometida no solo con los 60 trabajadores “eventuales” de la ENAH que reclaman certidumbre laboral, sino con los casi 2,000 que en esa condición laboran y que contribuyen a la investigación, salvaguardia y difusión del patrimonio cultural, histórico y arqueológico de la nación.

“El compromiso es que los contratos del personal eventual se firmarán este lunes 10 de enero y el primer pago se les hará a más tardar el 25 de este mes", detalló Prieto.

Presupuesto, talón de Aquiles

Un talón de Aquiles del INAH en los últimos años ha sido el presupuesto. Más o menos, nunca alcanza. Al director Diego Prieto le critican que no haya defendido la suficiencia financiera de la institución. Cuando asumió la dirección, recibió el presupuesto del instituto con 3,262 millones de pesos para el ejercicio 2017, 15% menos que el año previo (3,720 millones de pesos). Vino la pandemia en 2020 y con ella el recorte de 750 millones de pesos por austeridad; para 2021 se mantuvo en la línea de los 3,820 millones de pesos, con la cintura apretada, y este 2022 recupera un poco de lo perdido en 2020, con un presupuesto de 4,011 millones de pesos y la esperanza de alcanzar 800 millones de pesos por recursos autogenerados, cuando las zonas arqueológicas y los museos puedan abrirse de par en par.

Sin embargo, para enfrentar el pago de los 2,000 “eventuales” (las comillas se imponen porque muchos de ellos llevan lustros trabajando para el INAH), ese presupuesto solo contempla 86 millones de pesos, pero se requieren al menos otros 450 millones de pesos, que –dice Diego Prieto– se obtendrán por la vía de las ampliaciones financieras que se suelen solicitar cada año a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) –el año pasado fueron de 460 millones de pesos– o mediante los recursos autogenerados.

Le hago notar que desde que él asumió la Dirección del INAH, han pasado ya seis secretarios de Hacienda. ¿Por qué no ha sido posible resolver de raíz esta situación? -pregunto.

El titular del INAH explica que es un problema complejo y muy añejo -viene de décadas, precisa- y tiene que ver con desorden administrativo en el pasado y con una política de adelgazamiento del Estado que le fue quitando plazas de base al INAH y se fueron sustituyendo por otras figuras que no estaban contempladas en el presupuesto autorizado por la Secretaría de Hacienda, como es el caso de los “compactados” e “indocumentados”.

Rememora: “En1980 el INAH tenía 4,500 plazas de base, y hacia finales de esa década y principios de los noventa habían desaparecido más de mil, y se habían sustituido por contratos inventados o apócrifos que no tenía ningún sustento presupuestal, eso con el fin de eliminar las plazas sindicales, incluso en el sexenio de Felipe Calderón se promovió el retiro voluntario, y se indemnizaba al trabajador de base pero se desaparecía la plaza. Y los sindicatos aceptaron esa práctica”.

Con el paso de los años y con la demanda de trabajo que tiene, el INAH fue creciendo de manera desordenada, sin control, con tabuladores salariales desproporcionados -llegó a haber más de 80 categorías, dice- y eso se prestaba también a malas prácticas y a poca transparencia.

“Hoy lo que estamos haciendo es reordenar, con transparencia, teniendo mayor control del gasto, disciplina y orden, en beneficio de la propia institución y de los compañeros trabajadores”.

Señaló también que respecto a los trabajadores de base sindicalizados, pasó lo mismo con las condiciones generales de trabajo (CGT); se fueron acumulando beneficios a los trabajadores y condiciones que nunca fueron validadas ante la Secretaría de Hacienda, lo que suponía una erogación irregular.

“Hoy lo que estamos haciendo es revisar esas CGT con los trabajadores y con las autoridades de Hacienda, para regularizarlas y darles sustento presupuestal. Pero es un trabajo que no se hace de la noche a la mañana, sobre todo porque viene de décadas el rezago. Yo creo que ese será un gran logro de este año, tan importante como el que logramos el año pasado al promulgar el Reglamento de la Ley Orgánica del INAH”, añadió.

2016, el año que vivimos en peligro

Diego Prieto asegura que las tareas sustantivas del INAH y la ENAH no están en peligro. “El año que sí vivimos en peligro fue 2016, porque querían desmembrar al instituto, querían que las escuelas (ENAH, ENCRyM y EAHNM-Chihuahua) se fueran a la SEP, que los museos los absorbiera una dirección general de museos de la Secretaría de Cultura, y que las zonas arqueológicas se administrarán de manera distinta; lo cual significaba perder la vocación histórica y el mandato del instituto, pero “la situación financiera del INAH era insostenible; Teresa Franco (su antecesora) se opuso a esa propuesta, dio la batalla y por eso se fue”, asegura el antropólogo.

Finalmente, dice que para hacer frente a los compromisos con los trabajadores eventuales, “contamos con la afirmación que hizo en la conferencia matutina de antier, el presidente Andrés Manuel López Obrador– y podemos ampliar la frase al INAH- ‘el recurso que requiera la ENAH se dará’, así de concreto”. Esa es la confianza que tenemos”.

Sin embargo, esa carta “mal interpretada”, que indujo “inquietudes infundadas”, como le expresó Prieto en Twitter al vocero presidencial, y que sólo aludía a los trabajadores “eventuales”, abrió una caja de pandora que no será sencillo cerrar.

Acusan precariedad

Académicosno le creen,y exigen más

A pesar de las respuestas que han dado las autoridades del INAH, hay voces de la comunidad de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) que aseguran que son ambiguas, incluso demagógicas, y exigen atender el problema de fondo, es decir, la falta de recursos en la escuela.

Este martes, frente a la sede del INAH, estudiantes, trabajadores y profesores se manifestaron con pancartas que rezaban: “Presupuesto para la ENAH”, “Ciencia y cultura contra la dictadura”, o “Por la educación pública yo defiendo la ENAH”. 

Representantes de la Asamblea General ENAH afirman que ahora “la mesa está puesta” y que la escuela “necesita más que la recontratación del 2021”, pues se encuentra en precariedad desde hace años. “Tenemos un enorme edificio en obra negra desde hace más de una década”. (Con información de Nelly Toche)

francisco.deanda@eleconomista.mx

kg

Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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