“El mercado del arte es una vorágine”: Guillermo Santamarina

Guillermo Santamarina (Ciudad de México, 1957) es un personaje, tan fugaz e incontenible como un cometa. Artista, museógrafo, performer, melómano, gestor cultural, teórico, maestro y pieza fundamental de la cimentación del arte contemporáneo en México como una potencia cultural y un mercado; un inclasificable, impulsor de talentos del arte actual y uno de los pilares de proyectos museísticos experimentales.

Fue a partir de él que la práctica curatorial se asimiló con toda la formalidad y jerarquía en el país. Ha sido jefe de Exposiciones de la Dirección de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, director del Ex Teresa Arte Actual y del Museo Experimental El Eco, así como curador en jefe del MUAC y del Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil, y actualmente es curador del Complejo Cultural Los Pinos, sólo por esbozar la huella indeleble que ha dejado en el quehacer artístico mexicano obviando el trabajo que ha entregado para instituciones internacionales, como el Reina Sofía, la feria Art Basel o la influyente Cisneros Fontanals Art Foundation.

Pero no se debe desdeñar que Santamarina también es cimentador de las ferias de arte en el país, que hoy gozan de plenitud, y fundador del proyecto precedente del vigente Simposio de Teoría sobre Arte Contemporáneo (SIT_AC).

Es un pez de agua dulce y salada al que algunas veces se le ve saltar fuera del agua. Entiéndase, al que algunas veces se le ve exponer obra, sin tantos aspavientos.

En enero pasado, la galería Le Laboratoire, ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, anunció la incorporación formal de Guillermo Santamarina como uno de sus representados, aunque es un viejo amigo de la galería, colaborador, uno de la casa antes de la mera formalidad. Pero, con su incorporación, también se gestó su primera exposición en solitario ya como uno de la plantilla.

La exposición inauguró el 6 de febrero pasado, en el marco de la Semana del Arte que atrae a la ciudad a coleccionistas, dealers, directores de museos y otros implicados en el gran mercado del arte que no dudan en apuntar el reflector sobre el hervor y magnetismo del quehacer artístico y el tianguis de lujo que, año con año, toma forma en la capital mexicana.

La muestra lleva por nombre “Fetiches de la condición apolar” y permanecerá vigente hasta el 3 de abril.

Guillermo conversa con el director de la galería, Julien Cuisset, a unos pasos de las piezas que montó para la muestra. Ha dejado sobre la silla su morral y una gorra que le protege del precoz sol de la temporada. La gorra dice “Complejo Cultural Los Pinos”. Seguramente llegó caminando desde ese recinto, otrora residencia presidencial, cruzó Avenida Constituyentes y caminó un par de calles hacia la galería para conversar con El Economista.

“Los desbordamientos que estamos viviendo”

Resulta inevitable preguntarle sobre su concepto de fetiche en el arte, considerando el título de su exposición. Y él responde con parsimonia, como aquel que no tiene prisa en consolidar nada, porque ya ha consolidado bastante.

“El fetiche es como esos elementos que van unidos a una serie de deseos, de presagios y de fobias, pero también de afecciones. Los fetiches existen también en la difícil realidad que estamos viviendo, primero, por las condiciones que impone el cambio climático y, por otro lado, la precipitación de la beligerancia en todo el mundo. De ahí nació esta exposición. Por un lado, son mis reflexiones acerca de los desbordamientos que hemos estado viviendo. Pero también incluyo algunos trabajos que hice un poco antes, algunos durante la pandemia”, explica.

Señala la obra “Transpira” (2024), una serie de láminas de cobre insertadas en el muro de la galería, cada una de medidas variables. A grandes rasgos, explica que se trata de una diagramación tridimensional de la frase “Buenos días”, como si se tratara de sílabas, como una representación física de las sílabas de esa frase que todos usamos día con día.

La frase ’buenos días’ es un buen deseo, pero que se pierde en la cotidianidad. Y éste es como su monumento, quizás recordando algo que se ha perdido, o deseándolo nuevamente, porque buenos días ya no tiene el mismo significado. Aunque la repitamos todos los días, es una frase estereotipada”.

A unos pasos, sobre el suelo, Santamarina extendió la pieza “Champ de bataille” (2024), un ensamblaje de mantas cosidas y serigrafiadas con pequeñas figuras, reiterativas, que sugieren la forma de bombas, como si fuera la forma más concreta para ilustrar las enemistades ideológicas y, al mismo tiempo, tan iguales toda vez que desatar una guerra, en la mayoría de los casos, es una especie de acuerdo mutuo.

¿Cómo ha mutado el marcado del arte?

“El mercado del arte ahora mismo es una vorágine. Aunque, es positivo que este fuerte desenvolvimiento de la industria puede ser positivo para muchos, mientras que para otros puede ser una distracción. No sé qué va a pasar en un tiempo, pero creo que ahora mismo está demasiado desbordado. Por otro lado, también está atrayendo a más público, quizás no para comprar, pero para conocer el arte contemporáneo, y está bien tener más receptores. Y eso es interesante para quienes trabajamos en la cultura, porque se está ampliando nuestro campo de recepción. Y quiero pensar que irá depurándose con el tiempo, para que no sea únicamente en un sentido estético, sino también hacia el sentido crítico y ético que también puede ofrecer el arte”, responde.

Algunos también asumimos el arte como la extensión de un deseo. Es cierto que una parte del mercado puede ser mera especulación, una apuesta económica. Se habla de que ahora los coleccionistas son los que imponen lo que se exhibe en los museos. Ojalá que se formen nuevas maneras de revaluar el arte”.

Asimismo, el artista y curador lamenta que hoy en día las políticas de adquisición por parte de las instituciones públicas están suspendidas más allá de programas como el de Pago en Especie.

“El papel de una institución pública con el carácter de divulgación del arte ha cambiado en todo el mundo, no solamente en México. Hay muchas tareas pendientes que tiene que cumplir un museo y los nuevos modelos de museos se tienen que hacer cargo de eso, hacia la sociedad, ojalá. Los museos públicos están obligados a ampliarse a más públicos. No se trata ya de encontrar nuevas estéticas, porque eso es algo que se va dando naturalmente. No hay que encontrarlas, llegan por sí mismas. La época de los estilos predominantes, los movimientos de vanguardia que presentaban elementos que resultaban novedosos, eso se terminó”, asegura.

Finalmente, se le pregunta si, así como en el siglo XX se habló de una secuencia de vanguardias, ¿el arte contemporáneo también va a convertirse en un periodo histórico o estético?

“Es como el clima, no sabemos qué va a pasar, como tampoco sabemos qué pasará con las ideologías. Aquellos que se presentan como libertarios pueden convertirse en unos verdaderos tiranos”, concluye.

Guillermo Santamarina

“Fetiches de la condición apolar”

• Le Laboratoire
• Calle Gral. Antonio León 56, San Miguel Chapultepec II Secc.
• Disponible hasta el 3 de abril
• Lunes a viernes
• De 11:00 a 14:30 y de 16:30 a 19:00 horas
• Sábado, previa cita

Hoy en día, los museos apuntan a tener cierta autonomía para reconocer a más artistas, algunos con trayectoria, pero también a los emergentes. Hay que ampliar el universo del arte”,

Guillermo Santamarina, artista, curador y gestor cultural

Nuevo libro del artista

“Mil hilos. Manifiesto en contra de las imposiciones tediosas”

• Guillermo Santamarina
• Editorial Alias
• 2023
• Disponible en librerías

ricardo.quiroga@eleconomista.mx