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Arte e Ideas

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El misterio del avión perdido

El 8 de marzo, un vuelo de Malaysia Airlines despegó del aeropuerto de Kuala Lumpur rumbo a Beijing con 227 pasajeros... no se ha vuelto a saber de ellos.

Estos son los hechos: el pasado 8 de marzo el vuelo 370 de Malaysia Airlines despegó del aeropuerto de Kuala Lumpur dirigido a Beijing con 227 pasajeros. Una hora después el vuelo perdió contacto con el control de tráfico aéreo y desapareció. No se ha vuelto a saber de ellos.

En el vuelo iban 153 chinos, 38 malayos y una tripulación de 12 personas. Siete niños. Dos iraníes con pasaportes falsos. El piloto a cargo era el capitán Zaharie Ahmad Shah de 50 años de edad con experiencia y buena reputación hasta donde se sabe.

El misterio, como todos los misterios retomados como combustible mediático, invita a todo tipo de teorías, algunas producto de analistas serios y otras disparatadas. Todas pasto de la especulación.

Originalmente los voceros de aeronáutica de Malasia declararon que el avión se perdió de vista poco después de recibir un mensaje de voz que decía Todo bien, buenas noches a las 1:30 hrs. Hace un par de días rectificaron la hora. Lo cierto es que el transpondedor del avión, ese dispositivo que permite identificar y ubicar una aeronave, se apagó tres minutos después de que los malayos escucharan la relajada despedida.

¿Fue un secuestro? Los antecedentes de secuestros aéreos se remontan al caso más famoso, ese de 1976 en que la OLP y los Baader-Meinhof secuestran un avión francés salido de Israel y se lo lleva a Uganda, donde días más tarde un comando del Mossad rescata a los rehenes en lo que se llamó Operación Entebbe. Hay tres películas sobre el suceso.

En los años setenta, los secuestros aéreos se volvieron el pan de cada día, sea para cambiar su ruta, pedir rescate o hacer una declaración política. El juego cambió en un momento que todos conocemos, el 11 de septiembre del 2001. Quizá por ello sea aún más dramático, con la tecnología y paranoia actual, que un avión desaparezca sin dejar rastro.

Para los malayos es claro que hubo mano negra, al apagarse el transpondedor, pero también porque el cese de las transmisiones que envía el sistema ACARS del Boing, un reporte automático sobre cómo los motores Rolls Royce van funcionando durante el vuelo, es para ellos prueba evidente de intervención humana.

Los investigadores oficiales abordan hipótesis a partir de una línea temporal establecida en el despegue hasta el momento en que se pierde contacto con el vuelo. Desde ahí se especula cuántas horas pudo volar hasta consumir su combustible (y hacia dónde). Aparentemente el avión dio un giro a la izquierda que lo alejó de la ruta a Beijing antes de desaparecer. Unos dicen que pudo volar tres horas, otros que siete. Lo cierto es que las partidas de búsqueda y rescate patrullan la inmensidad del Océano Índico en busca de restos que al momento de escribir esto no han encontrado.

Desde un acto terrorista, para lo cual se están estudiando los perfiles y antecedentes de cada pasajero y miembro de la tripulación, con énfasis evidente en los iraníes con pasaporte falso; el misterio ha sido apropiado por los medios y redes sociales con voracidad. Los chinos descartaron a sus connacionales con celeridad. Si la motivación de este tipo de actos suele ser la publicidad, no se explicaría por qué ningún grupo terrorista se ha atribuido la autoría.

Se habla de una posible pérdida de oxígeno y presión que hiciera que pasajeros y tripulación perdieran el sentido y con ello, estos últimos, el control de la aeronave. Así sucedió con un avión griego en el 2005 que terminó estrellado en una montaña en la ruta entre Chipre y Grecia. El argumento más fuerte a favor de esta hipótesis es que ninguno de los pasajeros se hubiera comunicado por teléfono celular después del buenas noches.

De acuerdo a expertos hay grandes zonas del océano donde no hay cobertura celular, ni radares, y donde los transportes aéreos o marítimos entran en una suerte de limbo hasta algo parecido al remoto pasado. Por instantes nadie sabe dónde están y a dónde se dirigen. El viaje se vuelve un acto de fe.

Quien busca las causas y detonadores evidentes de un accidente aéreo se topa con un muro planteado por la poca información y la posibilidad intrigante de que no haya alguna. Que haya sido un vuelo común y corriente, de esos que se dan todos los días en regiones cercanas y distantes del orbe, y no sea posible identificar información específica para confirmar un escenario o el otro.

La especulación sobre las causas da lugar a teorías simpáticas que parecen salidas del cine de ciencia ficción de los años 50.

Desde aquella en que un aerolito golpeó y desintegró al avión hasta la intervención extraterrestre, el paso a portales dimensionales co+mo el legendario triángulo de las Bermudas en versión asiática, y por qué no, hay quienes recuerdan la otra obsesión mediática de hace algunos años: la desaparición del vuelo Oceanic 815 en la serie Lost.

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