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Arte e Ideas

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Escribir entre la ausencia y la desaparición

Las escritoras mexicanas promueven Fuga en mi menor y El mal de la taiga, respectivamente.

Dos escritoras mexicanas recientemente han publicado novelas breves y particulares que comparten el afán exploratorio y la inconformidad con su materia de estudio: el lenguaje y la realidad.

Para Sandra Lorenzano quizás no existe algo más placentero que la contemplación abisal del mar, mientras el viento frío nos rompe en el rostro; para Cristina Rivera Garza quizás no hay nada más enigmático y atrayente que la confrontación con un bosque, el espacio donde ocurre su novela.

En Fuga en mi menor, Lorenzano perfila una búsqueda del origen a través de las sombras, en una historia que pierde la linealidad y que se compone con base en el cuestionamiento reiterativo; mientras que Rivera Garza, en El mal de la taiga rastrea las huellas inasibles e intransferibles del deseo y del delirio, con una novela a caballo entre la historia de detectives y la reconfiguración de cuentos que forman parte de la cultura popular. Las dos escritoras exploran la ausencia.

FUGA EN MI MENOR

Leo, el personaje de la novela, ha perdido su voz creativa, pasa por una crisis, pero solamente podrá salir de ella cuando conozca la historia de la sombra, la verdadera historia de su padre. A mí me gusta decir que esta novela casi se puede leer como una historia de misterio, porque tienes que develar la incógnita del padre , comentó Lorezano.

Al hablar de fuga, lo que me interesa es enfatizar que se trata de una fuga también de sí mismo, porque él siente que su propia historia lo está bloqueando y lo que tiene que hacer es escapar de esa historia. La idea de fuga también alude a otra cosa que me interesa mucho, que es la idea de lo menor en la literatura, desde el punto de vista de Deleuze, quien comprendía lo menor no como lo pequeño, sino como lo transgresor, lo propositivo; esa idea a mí me sigue pareciendo muy atinada y muy interesante desde el punto de vista de la creación y de la crítica. A mí no me interesa la literatura mainstream y hegemónica, la ‘mayor’. Por eso intento buscar caminos alternativos. Lo menor es búsqueda. Yo soy de la idea de que cualquier ejercicio creativo implica una toma de posición y esto trae consigo lo político y lo ético. No se trata de partidos ni elecciones, sino de una búsqueda , explicó.

La historia se centra en el personaje de Leo. Cuenta Sandra que hubo varios detonadores de la historia: uno es una fotografía imaginada de los años 40, en la cual una sombra acompaña a una mujer joven; el otro detonador es el trabajo del fotógrafo checo Josef Sudek, quien en uno de sus textos mencionaba que la fotografía es el arte de trabajar las luces y las sombras. Hay otra imagen:

Un hombre cincuentón que yo siempre digo que es alto, flaco y desgarbado, que va caminando por la playa, una playa solitaria, en la que recibe el viento frío en la cara, que para mí es un signo de revitalización. Pocas cosas me dan más placer en la vida que caminar en la playa con aire frío, me da una sensación de vitalidad .

EL MAL DE LA TAIGA

Se trata de una novela que quise hacer desde hace mucho tiempo e incluso tiene varias versiones, todas fracasadas. Al menos, tres registradas. Una la perdí, afortunadamente, en mi proceso de autosabotaje: ‘es horrible, quiero vomitar, ¿por qué escribí esto’’, seguramente dije. Yo tengo tiempo, en mi blog, de estar registrando noticias sobre seres que se pierden en las afueras, como una señora alemana que decidió irse al bosque y años después, cuando la encontraron, al preguntarle por qué lo había hecho, ella contestó que porque necesitaba tiempo para pensar. Así. Ahora bien, si pudiéramos hablar de un proceso de investigación, acaso inconsciente, está en la búsqueda de estos seres que se encuentran tratando de identificar este límite último y cruzarlo , platicó Rivera Garza.

Se conoce como mal de la taiga a un síndrome que padecen los suicidas que al intentar escapar, si se enfrentan a paisajes muy similares, se pierden. La historia se cuenta en estilo indirecto libre, lo que permite a la autora contar la historia como si viniera desde muy lejos, de tiempos atávicos, recurso que logra introduciendo con un que cada uno de los capítulos. Encontrar la única manera en que una historia puede ser contada, en mucho, es producto de este darle vuelta. Cuando me di cuenta, volví a escribir de una manera que tenía mucho tiempo de no hacer: como en aquellas primeras ocasiones que te das cuenta de que puedes hacerlo y te da un vértigo horrible y un horror, aunque mucho gusto también. Creo que algo así me pasó cuando empecé a escribir esta novela. Y quizás eso tiene que ver con cómo pide ser leída. Muchas personas me han dicho que se van muy rápido con el libro.

Quizás tiene que ver con el ritmo febril con el que la fui escribiendo , dijo.

aflores@eleconomista.mx

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